Por Francis Santana
Muchas veces le ha
causado mayores daños a nuestra causa liberadora, la forma avasallante y
sectaria de tratar nuestras diferencias, que las diferencias mismas.
Esto debemos superarlo,
si en verdad pretendemos unir a quienes están del lado de la lucha del pueblo
haciendo sus aportes a distintos niveles.
Entre los/as que
luchan, lo que hay que practicar es la solidaridad recíproca y no la
competencia irracional.
Esto nunca debe
entenderse como conciliación frente a las ideas y prácticas erróneas, (eso nunca)
sino como una actitud de alta responsabilidad revolucionaria.
Muchos hombres y
mujeres valiosos/as han salido de las filas orgánicas de la izquierda por las
más diversas razones y a partir de ese momento (aún manteniéndose del lado del
pueblo en cada una de sus luchas) han sido tratados de manera injusta como si
fuesen enemigos de la revolución.
Ese ha sido, es y será
siempre, un tratamiento absolutamente incorrecto de las contradicciones en el
seno del pueblo.
Nunca debemos olvidar
que ese tipo contradicciones tenemos que abordarlas a través del diálogo
respetuoso y de la persuasión, jamás mediante la descalificación o el insulto,
que más que fortalezas de una posición, lo que evidencian es inmadurez y
carencia de una sólida base argumental.
El tratamiento
inadecuado de las contradicciones de tipo táctico, estratégico o de otra índole
entre las organizaciones democráticas y revolucionarias y entre los/as
revolucionarios/as entre sí, no suma fuerzas a nuestra propuesta emancipadora,
al contrario, la debilita y empuja a gente que está de nuestro lado, al lado de
los enemigos del pueblo, de la patria y de la humanidad.
Los grandes cambios que
se han materializado a través de la historia, han sido el resultado de la
confluencia de una diversidad de actores, que aún teniendo contradicciones y
diferencias, supieron inteligentemente situar en primer plano sus coincidencias
fundamentales para avanzar y alcanzar sus objetivos comunes.
Aprendamos de esa
valiosa enseñanza de la historia.
Tratemos las
divergencias en el campo popular, siempre en la justa dirección de hacer
avanzar la revolución y coronarla victoriosa.