Por: Fortune Modeste Valerio
La transformación de la sociedad implica dar nacimiento a un
nuevo Estado; producir una revolución que destruya los fundamentos de fuerza
donde descansa la nación. Su gobierno se va de paso. Significa que la población
es sometida a un cambio radical: con nuevas reglas de juego, de clase; y
una nueva forma de vida.
Las últimas revoluciones, en el mundo, que han transformado
el Estado, se producen en escenarios donde se levantan, para empezar, las
reivindicaciones económicas, políticas y sociales más sentidas de la población
y garantizar su unidad; nunca de manera taxativa, directa, cambio del
sistema. Los ejemplos están a la vista todos y muy cerca de nosotros.
Recogen las necesidades, más sentidas, económicas, políticas
y sociales de la población, para levantarlas como estandarte, de acuerdos a las
fuerzas e influencias en la población; que sirvan de mecanismos de presión en una sociedad tan
desigual. En países donde prevalece el poder de los dueños de los medios de
producción, de políticos corruptos y servil al imperialismo, es imposible
complacer a la gente con su sed de justicia, paz y bienestar, sin chocar de
frente con la estructura de fuerza que sirve de soporte al viejo Estado.
Por consiguiente, no es una paja de coco, el cambio
radical del sistema. Eso sí, es la estrategia de los comunistas y de los
verdaderos revolucionarios. Para llegar allí, hay que elaborar una correcta
política estratégica y táctica, que descanse en el estudio minucioso de la
sociedad, sin dejar escapar ningún detalle de nuestra idiosincrasia.
¿Por qué? Porque el camino no es en línea recta.
Perturbaciones, obstáculos, debilidades, imprevistos, etcéteras, acompañan a
los portadores de la buena nueva. Razones por la cual, deben ceñir sus
actuaciones a la realidad objetiva, táctica del momento, para poder alcanzar el
objetivo estratégico.
Si no tiene una correcta política táctica, deriva del
estudio aquel, lo más normal es que esté inventando, aislado de la población y
con consignas muy alejadas de los anhelos del pueblo, de la realidad. Cruzarse
de brazos por incapacidad, es peligroso, demuestra inmadurez y la falta de un
liderazgo con visión del presente y el futuro; lo agarra asando batata.
El comportamiento más peligroso, es aquel que le sorprende
los acontecimientos, que te deja sin aliento, vuelto loco, por no atender en
forma adecuada su cartón. Es muy común en la izquierda revolucionaria,
encontrar grupos, vivir dando tumbo por las calles de Dios, sin prever
coyunturas, eventos inesperados; para hacerle frente correctamente y sacar el mejor
de los provechos posibles, para la revolución.
El llamado, en este momento, al cambio radical, estructural
del sistema, es un absurdo que no descansa en la realidad objetiva. Una mera
consigna que no educa a la población, a los trabajadores. Los dejan a la merced
de los partidos que se alternan el poder, para confundirlos más. Por otro lado,
llamar a no ejercer el sufragio, abstención, refleja no tener salida a la actual coyuntura
electoral. Ambas coinciden en no votar, lo que favorece al gobierno de Danilo,
el PLD y su Penco.
El momento es electoral y así debe manejarse, sin aislarse
del proceso, para golpear con contundencia al enemigo común coyuntural: votando
en las próximas elecciones presidenciales y congresuales. Derrotando a los
corruptos, que hoy están en el poder, se crea un nuevo escenario para enfrentar
los desafíos que se tienen que encarar de frente a las profundas exigencias de
la población.
Aquí, por ahora, no se va a producir, revolución, el cambio
del sistema capitalista; es posible un nuevo gobierno, no tendrá nada de comunista ni de revolucionario, ni algo parecido, que nos pueda garantizar, con la lucha de la población,
institucionalidad democrática, cambiar la forma de gobernar; luchar contra la
corrupción e impunidad, cárcel para los corruptos… En resumen, el sentir del
pueblo y continuar la brega con más fe y entusiasmo.
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