Por Lilliam Oviedo
El control corporativo de los más influyentes medios de comunicación y la adhesión al sistema político de la mayoría de los analistas (incluso muchos de los autoproclamados independientes), ha permitido a Luis Abinader evadir la responsabilidad de explicar su compromiso y el del sector político que representa con la podredumbre y con la acentuación del entreguismo.
No ha tenido que explicarlo, a pesar del obsceno desfile de millones que constituyó la declaración jurada de bienes de los actuales funcionarios.
En el ámbito nacional, ha favorecido la continuidad de los privilegios premiando a familias oligárquicas con la colocación de varios de sus integrantes en puestos que generan entradas superiores al medio millón de pesos cada mes. ¡Y dice que lucha contra la desigualdad!
Así reafirma su compromiso con las fortunas y los capitales lavados por décadas de impunidad, fortunas y capitales cuyo sucio origen está documentado en denuncias formuladas hace dos, tres y cuatro décadas.
La impunidad ha lavado fortunas acumuladas a través del saqueo al erario, en muchos casos acompañados de acciones directas de despojo directo contra grupos de personas pobres o impedidas de hacerse escuchar.
Las posiciones a favor del sistema que hoy asumen analistas renegados imponen en los medios términos como “uso de recursos propios”, o “financiamiento con fondos propios”. Así se crean las condiciones para que no genere un escándalo mayúsculo el hecho de que la suma del patrimonio de solo cuatro funcionarios asciende a más de dos mil millones de pesos (Limbert Cruz, ministro de Agricultura, más de 720 millones; José Vicente, ministro de Hacienda, 451; Lisandro Macarrulla, ministro de la Presidencia, 398; Milagros Germán, vocera del gobierno, 182 millones, y Orlando Jorge, de Medio Ambiente, 52 millones).
El patrimonio del presidente, calculado en más de 4 mil 100 millones, no requiere comentario.
¿Se llaman buenas manos las manos de los millonarios? No hace falta comentario alguno.
El pasado 16 de octubre, el acaudalado gobernante dijo que donaría su sueldo cada mes a causas sociales. Como en la vieja canción: “El hombre que inventó la caridad, inventó al pobre y le dio pan…”.
EN EL ESPECTÁCULO….
Desde la toma de posesión, Luis Abinader ha protagonizado un espectáculo cada día 16. El 16 de noviembre convocó a escena a varias personas humildes, algunas de las cuales formularon preguntas evidentemente elaboradas por los bien pagados asesores de comunicación del Palacio Nacional. (Bien pagados con el dinero del pueblo, por supuesto).
Montaron un show con forma y contenido muy parecidos a los que difunde la llamada telebasura. Y no es extraño, de la actividad televisiva enajenante y reproductora de antivalores proceden muchos de los funcionarios y funcionarias que preparan y dan forma a los mensajes presidenciales.
Abinader proclamó que en el actual gobierno hay honestidad y transparencia. “El país, se puede decir que está en buenas manos”, apuntó.
En su equipo de comunicación confía para mantener la gobernabilidad a fuerza de golpes de efecto. El truco es viejo y gastado, pero él no conoce otro.
NO ES POSIBLE TAPAR LO PODRIDO
No mencionó en la noche del 16 de noviembre las manifestaciones de nepotismo y de derroche que se han hecho visibles.
El libreto del mal llamado Diálogo Ciudadano fue elaborado para acallar el escándalo, no para mencionar lo escandaloso, y las personas humildes que allí concurrieron fueron llamadas para facilitar la exposición presidencial no para poner al gobernante en apuros.
Los libretistas de esa especie han estado al servicio del gobierno. Pocos días después de la toma de posesión, ayudaron, pusieron al ministro de Educación, Roberto Fulcar, a revocar su decisión de emplear setecientos mil pesos en la compra de orquídeas para adornar escritorios.
Le dictaron la explicación de que había sido una decisión de las autoridades anteriores (versión desmentida por los afectados).
Poco después, la costosa decoración del despacho de la vocera presidencial, Milagros Germán, fue explicada a la opinión pública diciendo que utilizó recursos propios.
En cuanto a la ministra de la Juventud, Kinsberly Taveras, a juicio del presidente Luis Abinader, ha actuado correctamente al solicitar una licencia mientras se investiga la licitud de los negocios que, con sólo 33 años de vida, han remontado su patrimonio a una suma que supera los 106 millones de pesos.
Eso le exime de hablar de su compromiso con el sector de Hipólito Mejía, al cual le otorgó el Ministerio de las Fuerzas Armadas.
Con el poder mediático de su lado (por adhesión o por necesidad de callar), resulta cómodo ofrecer explicaciones infantiles cuando se han cometido hechos inaceptables.
Y sobre su compromiso con la impunidad, guarda silencio. Destaca el nombramiento de Miriam Germán en la Procuraduría General de la República, pero no dice que la integración al Parlamento Centroamericano, PARLACEN, de Danilo Medina y Margarita Cedeño fue una salida sistémica dirigida a preservar la impunidad y a limitar la acción del Ministerio Público.
DE LA MANO CON EL ATRASO POLÍTICO
Danilo Medina callado y Luis Abinader hablando, han asumido una postura descaradamente entreguista.
Danilo Medina y su canciller Miguel Vargas votaron junto a Estados Unidos en organismos internacionales con la intención de asediar al gobierno de Venezuela. Luis Abinader y su canciller Roberto Álvarez continúan colocando al país en esa postura infame.
Abinader anunció limitaciones a las inversiones chinas en el país y no puso ocultar su obediencia. Definió como especiales las relaciones de República Dominicana con Estados Unidos.
A esto hay que sumarle el anuncio de que se estudia el traslado a Jerusalén de la sede diplomática del país en Tel Aviv. Esto es secundar la decisión de Donald Trump en contra del pueblo palestino. ¡Qué vergüenza!
Como si todo esto fuera poco, en un folleto para estudiantes de sexto grado de educación secundaria, se incluye un fragmento de un artículo contra los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. El Ministerio de Educación compromete su responsabilidad y la del Gobierno en general en una ofensa a países del continente. ¡A ese nivel llega la prosternación ante el poder estadounidense! Es el colmo de la desfachatez. ¿Se define así el cambio o se trata de un intento de retornar a los tiempos en que en los cuarteles dominicanos se practicaba el tiro al blanco usando como objetivo cartones con la imagen de Fidel Castro?
De esto no habló Luis Abinader. Tampoco estaba en el libreto preparado para el 16 de noviembre.
Pero el poder mediático no es ilimitado. La evidencia de los hechos y la presión de las mayorías terminarán por desvelar las verdades que hoy ocultan sus amigos de larga data y cuya existencia pretenden negar los nuevos oportunistas… ¡Cuánta desfachatez!
Fuente: https://www.facebook.com/photo?fbid=1769873166512784&set=a.115052821994835
No hay comentarios.:
Publicar un comentario