Por Rafael Chaljub Mejía
La mejor vía para la
reforma constitucional anunciada por el presidente Luis Abinader es la de la
Constituyente cuyos delegados sean electos por votación popular.
Si “los males de la
democracia se curan con más democracia”, lo más idóneo y democrático en este
caso es darle participación a los diversos sectores de la sociedad.
Intentarlo por medio a
una asamblea revisora compuesta por las dos cámaras del Congreso Nacional
actual, sería confiar la suerte y el contenido de esa reforma a los amarres
entre los partidos con representación parlamentaria, incluyendo al de la
Liberación Dominicana.
Esos partidos
aportarían los votos de sus legisladores pero seguro que exigirían ser
recompensados con cláusulas y artículos convenientes a sus propios intereses.
Por vía de la asamblea
revisora la participación de las organizaciones sociales, los movimientos
cívicos y otras entidades que son habitualmente ignoradas, se limitaría como
siempre, a asistir y decir algo en una vista pública del Congreso Nacional.
El presidente ha sido
consistente en ratificar desde el poder las promesas de reformas que ofreció en
su campaña. Hay que reconocerle ese importante tanto en sus haberes, y como ha
reiterado que la reforma constitucional va, hay que decir que lo procedente
sería procurar una modificación a fondo, fruto de la voluntad más diversa
posible. De este asunto que es de la más alta importancia hay mucho qué decir.
Baste ahora a saludar
la iniciativa y la voluntad de reforma del presidente, y de paso, invitar a las
fuerzas democráticas del país a intervenir en el debate que debe generarse en
torno a esto. Especialmente algunos sectores de la izquierda, acostumbran a
luchar por un cambio de gobierno y cuando el nuevo gobierno llega, se
desentienden y les dejan la cancha libre a los conservadores que sí son activos
en copar posiciones claves para presionar en pos de que las decisiones del
gobierno los favorezcan.
Es ostensible que en el
gobierno actual gravitan grupos conservadores muy poderosos y la experiencia
del bloqueo a las tres causales es un ejemplo de hasta donde tienen influencia.
Ante la perspectiva de la reforma, las fuerzas sociales y políticas
progresistas no pueden hacerse a un lado.
Su desafío es intervenir y por lo menos, tratar de servir de contrapeso al conservadurismo. Y eso no se logra clamando desde la grada por lo justo pero inalcanzable por ahora, sino participando y dando la batalla de opinión con críticas y propuestas razonables.
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