Por Manuel Salazar
Hay que demandar la Constituyente como la vía más adecuada
para darle al país una nueva Constitución.
Es una demanda histórica, inscrita en el programa de los
gloriosos patriotas del 14/ 20 de junio de 1959, que debió dar al traste con el
régimen de Trujillo.
En 1989, el PCT presidido entonces por el camarada Rafael
Chaljub Mejía, y el Centro para la Democracia, dirigido por Faustino Collado,
Pedro Hernández y Alfonso Torres Ulloa, iniciamos los esfuerzos por la
Constituyente.
En 1991, formularnos a través del presidente de la cámara de
diputados, un proyecto de ley que sugería una primera reforma constitucional
para habilitar la Constituyente, y luego proceder a convocar a elecciones para
elegir los constituyentes que se encargarían de decidir la nueva constitución
de la república.
Esta demanda creció en el país político al punto de que el
Dr. Peña Gómez la inscribió en sus discursos- propuestas de campaña electoral
en 1996.
Tanto el PCT como el Centro para la Democracia, teníamos
claras las ideas de Ferdinand Lasalle sobre Qué es una Constitución(1862); que,
según el constitucionalista alemán, es el resultado de una correlación de
fuerzas. Es una cuestión de poder político.
Y, así las cosas, la Constituyente sólo es posible con un
gran movimiento de masas que la reclame.
De ahí lo atinado de ¡Hagámosla popular! que sugiere Julio Ortega en un chat de la Asociación Nacional de Economistas Dominicanos (ANED).
Por eso, la cuestión es plantar, argumentar, debatir esa idea de la Constituyente, y lograr que las masas trabajadoras y populares en general la reivindiquen en calles y plazas.
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