Por Félix Severino
La resolución del X congreso del PCT, descarta la cuestión de la unidad de las izquierdas en pos de configurar una vanguardia política compartida de las fuerzas y organizaciones revolucionarias del país frente a la coyuntura presente, sino que propone un frente político-social como opción política de poder con las fuerzas democráticas de la nación "construida por el pueblo político participante" y dónde el "sujeto principal sea la sociedad en general." O sea reeditar otra especie de Marcha Verde, pero como opción de poder político ante la nueva coyuntura.
Según el X congreso del PCT, la valoración de la nueva coyuntura parecería superan la visión no clasista que pregonaron en la coyuntura pasada, y del supuesto cambio, porque la nueva política económica redunda en las mismas políticas públicas danilista de expropiación de los recursos público en contubernio con toda la partidocracia del país, y de esa oligarquía empresarial que hoy acapara todo el poder político.
Ahora el esquema de acumulación da un rol hegemónico a grupos económicos tradicionales, pero avalado por vos de legalidad pues lo sujetan a la llamada iniciativa pública privada, y el respaldo del estado dominicano, agravado con el hecho de no solo enajenar los recursos públicos con fines privados, sino de toda la capacidad de endeudamiento de la nación y pueblo dominicano, subordinada a su lógica de acumulación de nuevos y viejos grupos económicos tradicionales.
A pesar de esa definición clasista del nuevo poder político, insiste en las mismas propuestas que dieron de lado a cuestiones esenciales para el desarrollo de las luchas de clases y las luchas políticas que se avecinan.
Su propuesta no es integralmente fiel a la caracterización que hace de la sociedad capitalista y su crisis civilizatoria, ni a la definición de la coyuntura regional como pre-revolucionaria, ni con su propia autodefinición de organización comunista que propone superar el ordenamiento económico, político y social burgués.
Lo primero es que el documento ratifica su valoración en torno al tipo de intervención y alianzas de la recién pasada coyuntura política que permitió el ascenso del actual gobierno, rehuyendo, junto a toda las demás izquierdas, abordar y asumir la superación de los límites, de dicho frente en pos de elevar su nivel de politización, así como los posibles desarrollo que ello implicaba. Sin embargo esa política de alianzas favorecida por el PCT, facilitó el traspaso de todo ese acumulado de fuerzas de Marcha Verde, a una opción conservadora y pro imperialista, como la de Luis Abinader y el perremeismo.
Lo cierto es que las izquierdas en general, a pesar de algunas iniciativas no fuimos capaces de mínimamente elevar los niveles de coordinación para superar la simple lucha contra la corrupción a niveles de politización y radicalización que convirtiera ese conglomerado amorfo en sujeto político de cambio en pos de lograr desplazar el peledeísmo; sino que jugamos al espontaneísmo, evidenciándose la carencia de un vanguardia política hegemónica conductora del proceso, dejándolo toda la conducción a la intelectualidad pequeña burguesa, y a sectores comprometidos con USAID, que finalmente la entregaron al proyecto ultraconservador del PRM.
La declaración oficial de dicho congreso pretende instalar la idea de la justeza política y revolucionaria de su política de alianza con la llamada Convergencia Democrática, junto a otras fuerzas de izquierdas y progresistas, que aceleraron la agenda electoral a destiempo, trastornando la perspectiva de Marcha Verde que todavía tenía mucho por definir como proyecto político social.
Pero los compañeros del PCT pierden las perspectivas como organización comunista que aspira insertarse en la crisis con la determinación de hacer avanzar las luchas e intereses de los trabajadores, y la revolución, reduce sus objetivos políticos a "crear una nueva ambientación que abriera paso para un nuevo transición política democrática" Ello explica su declaración eufóricos que "¡Vamos por más!."
Su evaluación del supuesto éxito de su política de alianza en el desplazamiento del danilismo, reduce a la nada, entre otro factores; la división del PLD, y la intervención grosera del imperialismo norteamericano y la casa blanca, dos elementos clave para entender el desplazamiento del danilismo.
Esa política de alianza del PCT ante la intervención coyuntural del 2019, obvió la necesaria determinación como fuerza revolucionaria, las consideraciones clasistas para caracterizar los actores, enemigos, y aliados que los arrastra a aquellas políticas y conclusiones que hoy aspiran a repetir.
Todo ello contradice sus propias valoraciones respecto a la coyuntura, y el contexto regional como pre-revolucionaria y su afirmada vocación para aprovechar el agravamiento de la contradicciones con el único fin de hacer avanzar la revolución.
A pesar de todo ello saludamos que en la valoraciones del nuevo periodo, el X Congreso enfatice en la caracterización clasista del gobierno de Abinader lo que le permite orientar con mayor precisión su posicionamiento como fuerza revolucionaria frente al perremeismo. Sin embargos la propuesta de intervención, y nuevas alianzas parecerían redundar los viejos errores.
Por todo ello es importante volver a la evaluación de Marcha Verde, y su desenlace final, para evitar repetir esas inconsistencias para una fuerza revolucionaria. Es importante subrayar que fueron los aprestos electoralistas de PRM, y de la Convergencia Democrática del 2018, y principio del 2019 que acentuaron las derivas y debilidades políticas de ese frente político social que lo llevó a la parálisis, y atascamiento. Ello además porque el grueso de las izquierdas no supimos entender nuestro rol y necesidad de coordinación en pos de asegurar la politización de dicho espacio, para cambiar el carácter economicista, y elevar su necesaria politización. La parálisis y desarticulación de Marcha Verde fue en cierta forma parte del costo político de esa política de alianza.
Las fuerzas de izquierdas perdimos la visión estratégica y no pudimos influir para darle la direccionalidad y politización necesaria a dicho proceso, reduciéndose dicho frente a un reformismo moralista y economicista, carente de una agenda de izquierda transformadora que abordará el cuadro general de las clases y los posibles desarrollo de las contradicciones.
A pesar de los límites que provocaron la deriva de Marcha Verde como alianza política-social, ella a pesar de sus límites representó un gran hito para las luchas sociales por su capacidad aglutinadora de gran parte de la oposición a la corrupción peledeista, pero que su proceso de desarrollo fue castrado por el devenir de los acontecimientos, y la incapacidad de la izquierda de jugar su rol de vanguardia, limitando su politización en término clasista y político.
Es importante evaluar en términos críticos y autocríticos los procesos políticos recientes, identificar sus errores, y evitar repetirlos. Sin embargo los compañeros del PCT, entienden esa intervención fue exitosa porque sobredimensionan su rol, y plantean que hay que repetirlo, y emularlo. Dándole de lado a la evaluación de su rol como partido revolucionario que asume la bandera de derribar este ordenamiento burgués.
No es verdad que tal alianza con el PRM fue determinante para la derrota del danilismo. Esa política de alianza no se fundamentó en identificar los enemigos de clases, ni en valorar las potencialidades del desarrollo de otros caminos posible, si las izquierdas hubiera tenido la capacidad de articulación entre sí misma, y con todo el movimiento político-social, valorando sus dinámicas, y la cuestión de la esencia del poder político y económico, para el desarrollo de una solución política popular, democrática y participativa.
Sería erróneo volver a reeditar esa experiencias como aspiran los compañeros del PCT al sugerir, "una opción unitaria y nueva de poder" porque precisamente carecía de una perspectiva revolucionaria, y porque no precisa el valor de otras alianzas políticas necesaria para darle profundidad revolucionaria a dicha propuesta de poder.
La nueva proposición unitaria de Frente Político- Social, sería válida, siempre que no se reduzca al espontaneísmo, y la izquierda sea capaz, ya sea en forma individual o colectiva, de coordinar y gravitar para darle direccionalidad estratégica al proyecto político social.
Una cuestión fundamental para el proceso revolucionario depende de poder configurar una organización con la capacidad organizativa, ascenso social y penetración en la base de la sociedad, para constituirse en organización de vanguardia política revolucionaria. La experiencia política del movimiento revolucionario Dominicano nos permite colegir que es casi imposible asegurar que una sola organización de izquierda logre el nivel de gravitación y beligerancia para conducir las luchas de los trabajadores del campo y los principales centros urbanos del país, para configurarse como vanguardia. De ahí la idea de estructurar una vanguardia compartida que estructure y armonice la diversidad política, ideológica y organizativa dentro de las izquierdas armonizada con una línea estratégica común para construir poder popular y que le dé coherencia a su intervención coyuntural. Ello permitiría sacudir del marasmo, y anquilosamiento de nuestras organizaciones, y ponernos en condiciones de disputarle el poder político a la burguesía y el imperialismo.
Un Frente político social nuevo, diferente a Marcha Verde, pero con todo lo viejo de su apoliticidad y economicismo, y donde la izquierda y su visión transformadora está relegada a un segundo plano, esta contenida a dejar los mismos o peores resultados.
Una cuestión fundamental para la fuerza revolucionaria poder avanzar hoy en su ruta de construcción de contrapoder desde la base de la sociedad, así cómo el disputarle ese poder político del estado burgués a las oligarquías criolla y al imperialismo, es la cuestión de la construcción de una vanguardia revolucionaria, con plena claridad de sus retos y desafíos, y con capacidad de diseñar una línea estratégica qué delimite las rutas posibles a senderear para la consecución de sus objetivos y metas de mediano y largo plazo de ese proyecto revolucionario. O sea que ello no deberá depender del azar, sino de un plan de revolución para la Sociedad Dominicana, donde la casuística y correlaciones de fuerzas coyunturales no determinen los resultados finales del proceso.
El PCT en su visión descarta la propuesta de construcción de un referente unitario de izquierda revolucionaria y popular en RD, que ejerza el rol de vanguardia compartida, y asuma la determinación de no dejar al azar la agenda de empujar por la construcción de poder popular desde la base de la sociedad, y asumir el objetivo y determinación de disputarle el poder político a la oligarquía criolla en el corto y mediano plazo, incluido el escenario 2024.
Es importante que cada organización y destacamento de revolucionario dominicano avance de manera independiente con toda la autonomía que ellos requieran, pero la configuración de una vanguardia potente es muy difícil lograrlo sin la articulación de todos, dentro de una visión transformadora. Sobre todo después de 50 años de contrarrevolución la derrota ideológica que hemos recibido todo el movimiento revolucionario a pesar de seguir latente decenas de destacamentos en ebullición.
Si queremos impactar en la sociedad Dominicana en el corto y
mediano plazo necesitamos conformar una vanguardia compartida donde se
aglutinen toda la diversidad y corrientes que asuman la determinación de hacer
la revolución y se dispongan a articular un plan estratégico con objetivo
claros y caminos alternativos posibles bien definido; sobre todo visualizando
la temporalidad de corto y mediano plazo.
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