Se dice que los dos pasatiempos preferidos de los dominicanos son la pelota y hablar de política. No hay actividades en que dos temas emblemáticos como estos queden fuera de las conversaciones, en algunos casos, de discusiones cargadas de emociones. La Navidad y la temporada de béisbol invernal coinciden en tiempo y espacio para disfrutar de la cena de Nochebuena y los tragos, sin olvidar los diálogos aquellos.
Tanto el proceso electoral como la temporada de béisbol entran en periodos cruciales de clasificación para las finales y empiezan los choques electorales para elegir a los candidatos en las elecciones municipales. Las fiestas navideñas no detienen la lucha a muerte en cada juego de pelota y los políticos aprovechan, sin pausa, los tiempos pascueros para llegar al elector y lograr posicionarse en la voluntad del voto.
En béisbol clasifican cuatro de seis equipos, lo que indica lo de la lucha a muerte. En la medida en que las columnas de ganados y perdidos les perjudican, quedaran fuera de la clasificación del presente torneo. En el aspecto político, la derecha (PRM, FP, PLD, PRD, PRSC) está tirada en la calle al medio por todos los carriles, sin importar días de fiestas para impactar, ganando la mayor cantidad de puestos electivos, en el primer choque electoral y municipal a celebrarse el próximo año 2024, el 18 de febrero.
Por otro lado, la izquierda, perdida en su laberinto, no encuentra la forma de salir bien parada en los desafíos que enfrenta en las próximas elecciones municipales, congresuales y presidenciales. Algo insólito: presentan tres candidatos para la presidencia de la república, perjudicando su participación en el torneo electoral y beneficiando en gran medida a una derecha en disputa por el poder.
Dentro de los cuatro equipos de béisbol que clasifiquen, uno será campeón de la pelota invernal 2023. Y la derecha, en cualquiera de sus versiones, ganará las elecciones municipales, congresuales y presidenciales. El sistema electoral imperante le beneficia en todos los sentidos, preparando el espectáculo para que ellos se acomoden a sus conveniencias. Llevando ventaja los que ostentan el control del Estado.
Aunque la izquierda y los progresistas tienen sus equipos de pelota preferidos y algunos conocen la dinámica del juego, parece que olvidaron el “librito” y “la ley de promedio”: contar con lanzadores, abridores, relevistas cortos y cerradores. El conjunto tiene que estar enfocado, entregado al partido, y un manager capaz de conocer el intríngulis de los movimientos tácticos, sin subestimar a la novena contendora.
En el béisbol se va a ganar y si usted “entrega un juego” al contrario, es linchado por los fanáticos y expulsado del equipo por los propietarios. Guardando la similitud, por supuesto, una entidad partidaria jamás aprenderá el ABC de la política, si no aprende a lidiar de verdad en el mismo terreno del juego.
En esta Navidad los temas de pelota y la política ocuparán espacios estelares en los encuentros formales e informales, familiares y de amigos. La hora de la verdad se acerca y se reduce cada día más. La rivalidad por el poder se incrementa en todos los niveles, sin importar las fiestas navideñas, de la sociedad. Controlar el Estado es la piñata que está en juego. Nada fácil.
Todos
los que tienen posibilidades de ganar las elecciones municipales, congresuales
y presidenciales han sido inquilinos de la Casa de Gobierno. Conocen muy bien
lo que está en juego y están dispuestos a jugársela todo por el todo. Ni por
asomo quieren perder la oportunidad de seguir en el palo o regresar con bombos
y platillos al imperio de la corrupción y la impunidad.
En la pelota no hay problemas, los equipos
clasificados pondrán en práctica su capacidad y experiencia atléticas a la luz de las orientaciones del manager y en observación de los
árbitros. El que se equivoque pagará muy caro su pifia. En política, elecciones, las reglas
del juego favorecen a los partidos tradicionales con todas sus truchimanerías.
Se impondrá uno de ellos. La izquierda y progresistas perdidas en el camino: buscando
la sombrita para arrimarse.
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