Por Julio Disla
Es indudable que continuamente se viven
sucediendo cambios de forma ininterrumpida y con una velocidad descomunal, a
veces exhibiéndose como un desafío constante al que debemos enfrentarnos,
obligándonos a pensar, hacia dónde nos dirigimos. Por lo que puede colegirse, que
ningún cambio tecnológico profundo en la forma que sea en la historia de la humanidad;
ha producido esa sensación de movimiento constante, casi enloquecedor, con el
que nos encontramos en la actualidad.
La conquista del fuego, la invención de la
rueda, el manejo de los metales, la agricultura, la navegación a vela, la
imprenta, la máquina de vapor entre otros, si bien abrió nuevos escenarios
monumentales, no tantos, así como los cambios tecnológicos en la actualidad.
En estos momentos la aparición de nuevas
tecnologías tiene un ritmo frenético, por lo que cuesta seguirle de cerca y
observar su paso. Lo que recién ayer era fabulosa novedad (el cassette, el
diskette, el teléfono fijo, el disco compacto, sin decir la máquina de escribir)
en un corto tiempo pasa a ser pieza de museo. La fijación de pautas de consumo,
modas y tendencias que los poderes dominantes nos imponen, por lo que a diario
nos encontramos con nuevos productos en todos los ámbitos.
Dice la gerente de la agencia publicitaria
estadounidense BBDO Viviana Castillo, (considerada de las mayores del mundo)
que “los que hace a Estados Unidos grande es la creación de necesidades y
deseos, la creación de la insatisfacción por lo viejo y fuera de moda”, “y ha
hecho de la sed de novedades un poderosísimos motivador”, por lo que a diario
nos encontramos con nuevos productos en todos los ámbitos.
Con cierta sensacion de vorágine, todo lo
actual es puesto entredicho casi a diario, siendo difícil vaticinar lo que
sucederá en un corto tiempo. Lo que hoy era una novedad, mañana ya es viejo o
vetusto. ¿Qué futuro nos espera? ¿Todo el mundo por igual aprovecha esas
maravillas de la creatividad humana? ¿La subjetividad profunda, también cambia?
¿Y el “hombre nuevo” que pedía el Che Guevara en la construcción del socialismo
en Cuba, cómo entra en esta lógica? Es difícil predecir con precisión para
dónde vamos. Lo que queda claro es que resulta sumamente difícil tener claridad
de lo que se está construyendo, de saber hacia dónde nos dirigimos como
humanidad.
La idea encomiable, que debemos seguir
defendiendo con toda tenacidad, de un mundo superador del capitalismo, se ve
adversada hoy por una cruda y obstinada realidad que nos confronta. La primera
experiencia socialista de la historia, la Unión de Repúblicas Socialista Soviética
(URSS) desapareció, fue devorada desde dentro, con el envenenamiento de José
Stalin y la asunción al poder de Nikita Jrushchov, y en su lugar fue
reconstruido un país capitalista como
Rusia con las peores lacras del individualismo, dando pasos hacia atrás en los
logrados con la Revolución Bolchevique: se introduce el elemento religioso en
su Constitución, se ataca al movimiento de diversidad sexual, se premia el
egoísmo exitista de unos pocos magnates, se entroniza de forma más galopante la
corrupción.
Por otro lado, alimentando un desconcierto que confunde,
a lo largo y ancho del mundo, y con el voto popular (¿suicidio colectivo?),
surgen presidentes abiertamente fascistas que exaltan el racismo, la xenofobia,
el clasismo llevado a niveles absurdos, el individualismo extremo contra la
solidaridad fraternal. El discurso dominante en términos globales, el socialismo
en tanto esperanza es presentado como una lacra inviable, ya trasnochado y
fracasado. Se llega a expresar que, si hoy China es una superpotencia, a todo lo
largo y ancho del mundo, fue porque abrazó mecanismo de mercado (aunque en
absoluto sea así).
Hay quienes dicen, con una muy peligrosa y
tendenciosa inclinación ideológica y política, que es más fácil que termine el
planeta Tierra-por la catástrofe ecológica que se vive, o por la posible guerra
termonuclear-a que termine el capitalismo. Visión pesimista, que no nos da
espacio a la esperanza.
Lamentablemente, al observar la realidad actual,
la marcha de los acontecimientos no nos presenta un panorama optimista. Aunque
“quienes seguimos teniendo esperanzas no somos tarados ni estúpidos, como dice
el Padre Jesuita” Xabier Gorostiaga”, el impuesto discurso dominante muestra
que “hay que seguir el tren de esa historia”, consistente en consumir
acríticamente.
En todo caso las tendencias en curso solo nos
muestran un mundo viable para unos pocos, y de muchas y variadas penurias para
las mayorías. Ahora bien: quien no se sube a ese velocísimo, casi desbocado
tren, ¿es un tarado o un estúpido? Se omite algo muy importante: “los
beneficios de ese avance no se reparten por igual para todos y todas”. “Mientras
hay gente que se mueve en la realidad virtual, pensando en cosas como viajes en
el tiempo o la prolongación eterna de la vida, muchos otros continúan
usando leña como carbón energético, sin acceso ya no a internet sino ni siquiera
a electricidad, cultivando con arado de bueyes y atados a milenarios prejuicios
mágico-animistas, creyendo en espíritus aparecidos”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario