Por: Narciso Isa Conde
En medio de sus respectivas crisis internas, EE.UU y Colombia
están activando una nueva agresión contra el proceso bolivariano de
Venezuela, procurando arrastrar a Brasil a esa aventura. Colombia es la
plataforma en la que se apoyan una parte de los factores agresivos y EEUU es el
agresor mayor, ambos componentes estrechamente conectados con la ultraderecha
venezolana.
En la urgencia de esta iniciativa ominosa influyen tanto la
cada vez más difícil determinación imperialista de revertir la soberanía
conquistada por el pueblo venezolana, como los grandes obstáculos
que gravitan contra el neofascismo hegemónico en los dos países
promotores del nuevo plan y que afectan además a la propia derecha
mafiosa encabezada por Juan Guaidó.
Bastante desesperación está presente en esta nueva amenaza.
ADVERSIDADES QUE AFECTAN A LOS CONJURADOS
Las elecciones estadounidenses están fijadas para noviembre y los
comicios parlamentarios de Venezuela para el 6 de diciembre.
La facción fascistoide que representa Trump está en apuros:
Biden actualmente tiene una ventaja de 10%., lo que la empuja a intentar la
utilización de una posible intervención contra Venezuela como factor electoral.
Al mismo tiempo el uribismo está sometido a una fuerte presión
interna en Colombia, pagando las consecuencias tanto de su traición a
importantes capos paramilitares (ex –aliados, ex -socios) como el
actual baño de sangre ejecutado por el Gobierno de Iván Duque, pupilo de Álvaro
Uribe Vélez.
Mancuso, una especie de “capo de tuti capi”, luego de ser
extraditado y de negociar su libertad con las autoridades estadounidenses, ha
hecho revelaciones que implican al ex-presidente colombiano en masacres
espeluznantes. Uribe está actualmente en prisión domiciliaria y a punto de ser
procesado judicialmente. Algunas de esas revelaciones son extensivas
también al ex -presidente Juan Manuel Santos, jefe político de la facción
oligárquica.
En tales condiciones la agresividad del narco-estado terrorista
colombiano contra la Venezuela bolivariana juega un papel diversionista o de
distracción de primer orden, estimulante de un híper-chauvinismo.
Por su parte, la derecha venezolana, dividida en torno a la
intervención gringa, tiene las elecciones parlamentarias perdidas. Su facción
menos radical ha decidido participar en los comicios, mientras el bando
neofascista aliado a Trump, Duque y Bolsonaro ha decidido boicotear las
elecciones y favorecer la desestabilización violenta y una eventual
intervención militar conjunta.
Todos los partidos de la derecha tradicional y de la nueva derecha
se han dividido, quedando sus respectivos registros electorales en manos de las
facciones mayoritarias que decidieron participar en las elecciones de
diciembre.
El neofascismo está optando por el caos, por la militarización de
la política y la comunicación, y por el desorden… como componentes relevantes de
una guerra integral y multifacética.
La reciente denuncia formulada por Samuel Moncada, embajador
venezolano ante la ONU, advierte sobre esa posibilidad.
COMPONENTES
DEL PLAN
El plan consta de 8 componentes:
-Tratar de acorralar a Rusia, forzándola a concentrar su accionar
militar contra la desestabilización de Bielorrusia, descuidando el tema
venezolano.
-Reforzar el cerco mediático contra el chavismo: falsas noticias,
ataque a Telesur, retiro de Direct TV, ocultamiento y control sobre todas las
plataformas noticiosas.
-Fuerte apoyo a derecha neo-fascista en su ruta contra las
elecciones de diciembre: conspiraciones, disturbios, terrorismo paramilitar…
– Mayor agresividad del régimen colombiano, iniciada con la falsa
denuncia de Duque sobre la supuesta adquisición de cohetes iraníes de largo
alcance por el gobierno del Presidente Maduro, con la que se pretende activar
el contra-ataque colombiano-brasileño.
-La desaparición de Carlos Lanz, quien oportunamente denunció y
describió las características de este plan.
– Presentar a Venezuela como exportadora de la COVID 19 hacia los
países fronterizos, cuando es totalmente a la inversa; lo que persigue usar la
pandemia como pretexto de una intervención para controlar la crisis sanitaria.
-Estimular todo malestar social o inventarlo si fuera necesario.
– Y, finalmente, la “Sorpresa de octubre”,
que equivale a la agresión mayor con un fuerte componente militar.
El halcón Eliot Abraham tiene a su cargo la dirección
política de ese plan, que obliga a reforzar a escala continental y mundial la
defensa del proceso bolivariano.
UNA COSA PIENSA EL BURRO…
Ese es el cálculo imperialista, pero la realidad no favorece como
ellos piensan sus macabras pretensiones.
Venezuela tiene fuerza militar y fuerza popular para enfrentar esa
y otros tipo de agresiones.
Tiene respaldo político-militar de Rusia, China, Irán, Cuba.
Tiene pueblos hermanos que pueden contribuir a enfrentar a los
agresores.
Tiene una firmeza y una voluntad de vencer que mueve montañas,
mientras el Norte Revuelto y Brutal, en franca decadencia, atraviesa por la
peor crisis interna de su historia reciente; capaz de sumar múltiples y
potentes rebeldías activas y soterradas, como lo revelan los recientes
levantamientos de la negritud oprimida y criminalizada.
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