Por: Rafael Chaljub Mejía
Liquidado el dictador
Rafael Trujillo y derrocada su tiranía en 1961, la esperanza más noble era que
se produjera una transición hacia un orden democrático y superáramos la
herencia dictatorial del trujillismo.
Esa posibilidad se
abrió con el establecimiento en el poder del gobierno constitucional del
profesor Juan Bosch, el 27 de febrero de 1963. Entró en vigencia la mejor
constitución de toda nuestra historia, las libertades democráticas fueron
escrupulosamente respetadas, hubo un sincero esfuerzo en que imperara la
decencia en el manejo de los fondos públicos y se tomaron medidas sociales tan
importantes como la construcción de las Villas de la Libertad en beneficio de
los trabajadores del Central Romana.
Pero aquel ensayo de
transición democrática llevaba dentro el germen de su propia destrucción.
Juan Bosch había
llegado al poder por el voto popular, pero también con el respaldo de los
remanentes de la tiranía hacia los cuales mantuvo siempre una política
conciliadora.
Ya desde el poder y
lejos de ir desterrando gradualmente el trujillismo y su cultura política
reaccionaria, aplicó el funesto borrón y cuenta nueva, dejó intactas las
estructuras heredadas de la tiranía, se equivocó, creyó y dijo que el
trujillismo había muerto con Trujillo y ni siquiera a los altos mandos
militares los tocó.
El trujillismo quedó
tan vigente que fue precisamente el anticomunismo, la misma bandera usada por
Trujillo para perseguir a sus opositores, la que utilizaron los mandos
militares, los políticos de la vieja oligarquía, la alta jerarquía católica y
como siempre, los norteamericanos, para preparar el golpe del 25 de septiembre
del cual se cumplirán ahora 57 años.
Ese golpe torció la
historia, malogró aquel ensayo esperanzador y la transición quedó pendiente.
Luego, cada vez que el pueblo con su lucha, ha intentado reiniciarla, hasta
peleando por ella con las armas en las manos como en 1965, esas mismas fuerzas
se han conjugado una y otra vez para impedirlo.
Entonces, esa
transición sigue pendiente y ahora que, con el reciente cambio de gobierno se
abre una nueva posibilidad, hay que mantener el norte de la revolución
democrática nacional, no conformarnos con el mero cambio en el poder ejecutivo,
y al contrario, levantar con renovados bríos las reformas políticas, institucionales
y morales que le dan contenido a esa transición pendiente, y seguir con más
fuerza la lucha por su realización. Pues de eso se trata, camaradas.
Fuente: https://www.facebook.com/PeriodicoLucha/photos/a.425473434483182/1257600021270515/
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