Por Chiqui Vicioso
Circula en las redes la invitación para un conversatorio, el
domingo 28, a las diez de la mañana, en la escuela de Odontología de la UASD,
con los ex guerrilleros Berto Batista, Raúl Pérez Peña, Fidelio Despradel,
German Arias e Iván Rodríguez.
Lo mas hermoso son las fotos de los participantes, hoy
octogenarios, y la inmensa belleza que destilan esos rostros de hombres que
fueron jóvenes y no vacilaron en arriesgar todo lo que eran, en función de sus
ideales.
Por eso la invitación, se titula Dignidad, y un cínico me llamó
por teléfono para preguntarme: ¿Con qué se come eso?
Otro me preguntó que para que sirve que estos hombres hagan un
recuento de su experiencia y de lo que aún falta por conquistar: el programa
democrático de los héroes de junio del 59; la Constitución del 63, el gobierno
de Don Juan, y desde luego la Revolución de Abril.
Otro sugirió que lo mejor era una misa de cuerpo presente, no
solo para conmemorar la vida de los tantos que murieron sino porque los
panelistas están ya de tránsito.
Me reí. Precisamente porque están de tránsito es por lo que
quieren comunicarle a la juventud de hoy lo que fueron sus aciertos y sus
errores, y lo que ven como perspectiva de futuro para una nación bombardeada
permanentemente por la frivolidad, el consumo, el individualismo, la
competencia, el afán por el control y la auto proyección, el figureo dentro y
fuera de las redes.
Este grupo en particular tiene un mérito y es el haberse
mantenido fiel a sus ideas, el no haberse corrompido, el haber enfrentado la
muerte docenas de veces y no haber claudicado, el entenderse como militantes de
una causa sin otra ambición que contribuir al desarrollo de la humanidad, de la
justicia, del compañerismo, resumiendo: el dotar a las nuevas generaciones de
un sentido de dignidad, esa que hoy desperdician en la auto gratificación, como
si la droga, el automóvil, la vestimenta, el viaje a “esquiar”, los acercara
más a la falsa idea de lo que ser un hombre o una mujer de “éxito” en esta
Res-pública significa.
La sociedad actual parece preguntar cotidianamente: ¿Cuánto
cuestas? ¿Por cuánto te vendes?, aunque al final de esa compraventa lo que
quede sea un sentimiento inmenso de vacío existencial, de profunda
insignificancia, que no resuelven ni los camarones al ajillo, ni los mariachis,
ni las apariciones en las revistas sociales, ni las cirugías plásticas.
Por eso este domingo hay que ir a la UASD y descubrir a otra especie de hombre y de mujer que son también dominicanos y dominicanas, y que sostienen sobre sus hombros la dignidad a que tantos han renunciado.
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