Por Rafael Chaljub Mejía
El
domingo próximo se cumplirán cincuenta y ocho años del alzamiento guerrillero
del 28 de noviembre de 1963, que perseguía la vuelta al orden constitucional
destruido por el golpe militar del 25 de septiembre de ese mismo año.
El
levantamiento terminó con la destrucción de los seis frentes abiertos en igual
número de zonas montañosas, la captura de la mayor parte de los combatientes y
la muerte de 29 compañeros, incluido Manuel Aurelio Tavárez Justo, Manolo en el
cariño de sus compañeros y de su pueblo, Comandante Supremo de la insurrección
y líder de la fuerza política que la organizó, el Movimiento Revolucionario
Catorce de Junio -1J4-.
Cincuenta
y ocho años es mucho tiempo, más de medio siglo, casi sesenta años. La sociedad
tiene que ocuparse de innúmeros problemas y la intensidad de la vida cotidiana
de estos tiempos hace que la gente se consuma en el inmediatismo del día a día.
La memoria histórica tiende a ser relegada y muchas cosas importantes terminan
perdidas en el confuso abismo del olvido.
Y me temo que con el paso indetenible de los tiempos aquella insurrección corra esa suerte. A pesar del esfuerzo quijotesco de algunos sobrevivientes que, como el Bacho, hacen todo lo posible por mantenerla presente y fresca.
Precisamente por eso dedico estas líneas a aquella gesta tan noble y tan
valiosa y a sus mártires y protagonistas.
La
hazaña que, a pesar de su fracaso militar, marcó el camino y señaló el
horizonte de la lucha constitucionalista que llegó a su punto más elevado
cuando el 24 de abril de 1965, civiles y militares dignos y patriotas se
levantaron en armas, siguiendo el camino y por el mismo objetivo perseguido por
Manolo y sus compañeros de armas.
Un
pueblo que lucha por su liberación nacional y social necesita referentes
históricos, hechos y personajes que les sirvan de fuentes de inspiración y que
en los momentos difíciles como estos, les refuercen la confianza en el triunfo
final y les den las fuerzas necesarias para no cansarse ni rendirse.
La
insurrección guerrillera del 28 de noviembre es uno de esos hechos y Manolo,
como representación de su generación revolucionaria, uno de esos personajes
señeros.
Recordémosle
siempre, como ejemplo de coraje y consecuencia y este llamado va dirigido
especialmente a la juventud, la mejor habilitada y más llamada a abanderarse de
la herencia de Manolo, valorar su vigencia y seguir la batalla por verla
convertida en realidad.
Fuente: Que nunca se olvide (eldia.com.do)
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