Por Fidel Soto
Un desalojo en tiempo de pandemia
Hay noticias que nos llegan y nos provocan un profundo dolor a la vez que nos dejan un martilleo constante en el alma. El mismo día que el presidente Abinader visitaba la Casa Museo de las hermanas Mirabal en Ojo de agua, Salcedo; cerca de allí en San José de Comuco, era desalojado de su vivienda, el comandante Santiago Disla Tejeda, por deudas contraídas con un banco.
Si alguien piensa que este escrito es con la mala intención de ligar una cosa con otra, para atacar a un gobierno, le aclaro que no es éste el interés. Solo pretendo demostrar que tal como escribió Dato pagan Perdomo, en su ensayo contra Trujillo: "¿ Porqué Lucha el pueblo Dominicano?"; esos planteamientos siguen vigentes, porque aunque se haya salido de la tiranía, todavia quedan las bases de las más profundas injusticias.
El comandante del Comando Luis Ibarra Ríos, durante la gloriosa insurrección de abril, quien padece Alzheimer, y su esposa Tibe, diabetes con las dos piernas amputadas, han sido expulsada de su casita de campo, donde siempre han vivido. Al conocer la noticia mis ojos no dejaron de llorar y tampoco pude dormir.
Los lazos de amistad con Santiago se forjaron en la militancia del 1J4, y cuando el partido lo envió a la RPCH, al regresar al país lo asignaron al Comité de Zonas Euclídes Morillo, junto a Aníbal López (quien está hoy en una situación crítica por el Covid-19). Era nuestro comité y allí lo recibimos, integrandonos al proceso de lucha contra la dictadura balsguerista. Luego nos separamos por la división, pero conservé siempre el cariño y aprecio por ese revolucionario y patriota.
Visité a Santiago Disla en varias ocasiones y capté que ya se olvidaba de muchas cosas. Mis primos Sergio y Luis lo visitaron hace varios años. Recordamos persecuciones, apresamientos y torturas sufridas por Santiago.
A tantos años de lucha y sacrificio pienso que mientras hay para barrilitos y todas clases de privilegios, una familia, un héroe del pueblo es lanzado a las calles sin ninguna compasión por el Gran Capital y sus mecanismos de control y abuso.
Un aliento más para que el exequátur, el título y la toga de
Manolo y Minerva, se levanten en armas contra las injusticias.
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