Por: Francis Santana
Múltiples, diversos y viejos son los graves problemas de nuestra izquierda y del movimiento democrático del país.
En sentido general gran parte de ellos ya han sido enumerados.
Pero las causas de los mismos y cómo superarlos, considero que no los hemos asumido con el suficiente rigor.
El empirismo, imponer arbitrariamente otras experiencias a la realidad nacional, el manejo inadecuado de las contradicciones internas, las desviaciones militaristas, el dogmatismo, el desconocimiento a fondo de la realidad, el haber renegado de la revolución cientos de dirigentes y cuadros de la izquierda y carecer de una concepción filosófica, política, económica e histórica, científicas que guíe la lucha revolucionaria, considero que están en la base de los problemas más espinosos de las organizaciones de izquierda.
La mayor cuota de responsabilidad relacionada con las limitaciones, errores y desviaciones aquí expuestos, considero que recaen principalmente en el pensamiento político e ideológico de las direcciones partidarias de la izquierda, de las que no me excluyo, porque hacerlo, constituiría una mayúscula irresponsabilidad.
Permanecer militando durante más de medio siglo en las filas de la izquierda de manera ininterrumpida a todos los niveles y tal vez por "antigüedad en el servicio" me ha permitido conocer a cierta profundidad a nuestra izquierda, a una parte considerable de sus integrantes y a sus principales dirigentes en este tiempo.
La izquierda dominicana, ha sido promotora activa de grandiosas luchas sociales, políticas y militares, a costa de sacrificios inenarrables. En la clandestinidad, cárceles, torturas, pobreza extrema, desapariciones, exilio y muerte.
Sus mejores hombres y mujeres han regado con su sangre nuestros campos, el exilio y ciudades en defensa de la nación y del pueblo trabajador.
Pero hemos cometido tantos y tan graves errores, que venimos involucionando permanentemente en todas las vertientes, alejándonos cada día más de convertirnos en una verdadera opción de poder.
El tema de la concepción con la que abordemos la realidad, valoro que es determinante para conocer la realidad misma y definir las políticas y acciones para transformarla.
Porque si la concepción predominante por ejemplo, es la de la pequeña burguesía o la concepción de las clases dominantes, con su esencia individualista, oscurantista y de espaldas a la ciencia; de seguro que todas las políticas que definamos estarán orientadas por esta concepción conservadora, atrasada y contraria al desarrollo y avance sostenido de la humanidad.
Si en verdad estamos dispuestos a rectificar políticas y visiones que nos han empantanado; debemos reconocer que nuestra práctica no ha estado orientada por la científica concepción del materialismo histórico y dialéctico y que es urgente, y que es de vida o muerte para la revolución dominicana, recurrir a esta guía, como garantía para reorientarnos correctamente.
Porque si nuestro accionar continúa al margen de la ciencia, no podremos (hablando con objetividad) ni siquiera aspirar a lograr modestas victorias.
Y aunque sea muy doloroso reconocerlo, la izquierda dominicana y las fuerzas democráticas, están (y han estado) conducidas por las concepciones de la burguesía y de la pequeña burguesía.
Sin resolver este nudo, continuaremos dando tumbos y sin claros horizontes, frustrando incluso a gente esencialmente revolucionaria, como ya ha venido sucediendo e incluso peor, desapareciendo organizaciones enteras.
Y no podía resultar de otra manera, porque gran parte de la militancia de nuestra izquierda (a todos los niveles) carece de una formación revolucionaria integral, especializada y actualizada regularmente, que no pasa de ser un conglomerado de activistas social-reformistas carentes de suficiente formación política, ideológica y cultural, ajeno en gran medida al estudio de la teoría revolucionaria y a la investigación.
La dirigencia histórica de la izquierda, y la actual (y me incluyo) han sido incapaces de asumir el proyecto revolucionario como un proceso que demanda investigación, cualificación, competencia, conocimiento de la realidad cambiante y de estar guiado por una teoría que haya demostrado su carácter científico; teoría que estemos comprometidos a enriquecer, actualizar, difundir y defender.
Siendo recurrentes y anti- autocríticos frente a todas las desviaciones y errores en los que incurrimos; es absolutamente imposible ser vanguardia, ganarnos el respeto de las masas y mucho menos disputarle el poder con posibilidades de éxitos a las clases dominantes.
Hay quienes sostienen como la causa fundamental de la incapacidad de nuestra izquierda, su composición social predominantemente pequeño-burguesa.
Realmente ese ha sido uno de los factores que ha influido en lo que hoy somos como izquierda; pero sería importante al respecto, hacernos la siguiente pregunta:
¿Fueron los Partidos Comunistas de Rusia, de Vietnam, China, el 26 de Julio cubano y el FSLN de Nicaragua; partidos integrados mayoritariamente y conducidos por proletarios, en sociedades mayoritariamente campesinas en la época en que triunfaron sus respectivas revoluciones?
Los hechos han dicho, absoluta y rotundamente: ¡NO!
La concepción teórica de la que parte una fuerza revolucionaria al momento de definir sus tácticas, estrategias y métodos de lucha, será siempre el aspecto principal (aunque está claro que intervienen otros factores) de cómo esta asume la lucha de clases en cada momento, cómo establece su blanco principal, qué objetivos se propone, cuales aliados atraer y cómo será su accionar en sentido general.
Lo principal y determinante no es necesariamente la composición de clase (dentro del campo popular) que predomine cuantitativamente en sus filas y en su dirección política.
Considero que el no estar guiada por una correcta concepción política e ideológica es el problema principal y de orígen de las enormes limitaciones e incompetencias de la izquierda y de su calamitosa situación actual, la cual quedó evidenciada una vez más y con toda crudeza en el recién pasado proceso electoral en el que hicimos un soberano rídículo.
Estamos desafiados con urgencia a superar esas y las demás falencias de nuestra izquierda, o no habrá manera de avanzar victoriosamente hacia la materialización de la revolución de liberación nacional y la construcción de una nueva y superior sociedad en la República Dominicana.
Si la concepción en la que se sustenta nuestra práctica revolucionaria, no es la correcta, entonces no esperemos obtener resultados exitosos; sino peores a los que hemos venido cosechando.
Aún tenemos tiempo para reorientar nuestros esfuerzos por senderos de victoria.
!Rectifiquemos!