En una era donde la viralidad de la información y la inmediatez de las noticias dominan nuestras vidas, surge un desafío crucial: mantener la firmeza en nuestros principios. Hoy, más que nunca, las acciones y palabras de individuos y organizaciones están bajo el escrutinio constante de un público global. La justificación de cualquier acción simplemente porque es noticia, o la asunción del derecho a hablar de cualquier tema por el simple hecho de tener una plataforma, puede erosionar la coherencia y la credibilidad de los valores fundamentales de una entidad.
Vivimos en tiempos donde la relevancia mediática parece ser la moneda de cambio más valiosa. La inmediatez de las redes sociales y la constante búsqueda de novedad llevan a muchos a justificar sus acciones bajo el paraguas de la necesidad de ser noticia. Este fenómeno puede observarse en múltiples esferas: desde figuras públicas que hacen declaraciones polémicas para mantenerse en la palestra, hasta organizaciones que toman decisiones cuestionables para captar la atención del público.
Sin embargo, esta tendencia a actuar por el mero hecho de aparecer en los titulares puede ser una trampa peligrosa. La búsqueda de relevancia a corto plazo puede comprometer la integridad y los principios que, en última instancia, son los pilares sobre los que se construye la confianza y la lealtad del público.
La democratización de la voz pública, facilitada por las plataformas digitales, ha permitido que cualquier individuo pueda expresarse sobre cualquier tema. Esta libertad es, sin duda, uno de los grandes logros de nuestra era. No obstante, con este derecho viene una responsabilidad ineludible: la de asegurarse de que nuestras opiniones y declaraciones no sólo reflejen una postura bien fundamentada, sino que también respeten los valores y principios de las organizaciones o conjuntos a los que pertenecemos. La coherencia en los principios es un aspecto que no puede subestimarse. Una organización o individuo que ajusta sus principios en función de lo que es viral en el momento corre el riesgo de perder su identidad. Mantenerse firme en los valores fundamentales, incluso cuando estos no son populares o virales, es esencial para construir una reputación sólida y duradera.
La viralidad puede ser una herramienta poderosa, capaz de amplificar mensajes importantes y movilizar a grandes audiencias en poco tiempo. Sin embargo, esta misma fuerza puede desvirtuar el propósito original si no se maneja con cuidado. La viralidad debe ser vista como un medio, no como un fin. La verdadera fortaleza de un mensaje reside en su contenido y en la honestidad de sus intenciones, no simplemente en su capacidad para propagarse rápidamente.
En la era de la viralidad, la firmeza en los principios se convierte en un baluarte contra la marea cambiante de la opinión pública y la búsqueda constante de relevancia. Las acciones y palabras deben ser guiadas por valores sólidos y una clara comprensión de la responsabilidad que conlleva el derecho a opinar. Solo así podremos navegar las aguas turbulentas de la viralidad sin perder de vista lo que verdaderamente importa: la integridad y la coherencia de nuestros principios.
(Reproducido
del Periódico Lucha del PCT. No. 424. Julio 2024).