Por Fortune Modeste Valerio
Ningún pueblo ha conocido la democracia representativa antes de que en su territorio se estableciera el capitalismo ni antes de que este se desarrollará hasta producir una “clase gobernante”. Juan Bosch.
El maestro Juan Bosch fue un ciudadano comprometido con la revolución. Con profunda valoración de la importancia de la etapa democrática del capitalismo para nuestros países. Desde una perspectiva del presente y futuro, se coloca en el mismo camino de los pueblos cuando se incorporan en el ámbito de una nueva sociedad. Su pensamiento y su conducta ética y moral se encuentran en la línea de la historia que, en una forma indetenible, no cesa de transitar como un ejemplo a seguir.
Cuando hablamos de revolución democrática, nos referimos a la revolución democrática burguesa. Un tramo histórico del sistema capitalista que transforma con tecnología e innovaciones los medios de producción de bienes y servicios, institucionaliza la superestructura del Estado y garantiza los derechos humanos y pleno respeto a las libertades públicas. Los países con limitado desarrollo, pobres y dependientes, requieren de ese episodio para salir del subdesarrollo e incorporarse con su productividad a un lugar privilegiado del sistema. La existencia de una clase social gobernante es la clave en la consolidación de un capitalismo tardío. De lo contrario, se ralentiza la etapa distorsionando su curso en perjuicio de la sociedad.
La burguesía, dentro del capitalismo, debe tener homogeneidad de clase entre sus integrantes para lograr el funcionamiento integral de las instituciones estatales. Que permitan establecer reglas jurídicas, precisas y contundentes, y evitar de esa manera usufructuar a particulares los recursos del Estado. El grupo gobernante, integrado por burgueses de los pies a la cabeza, se encarga del fiel cumplimiento al mandato de ley.
En países parecidos al nuestro, donde existió el capitalismo tardío, pero no la clase gobernante, un grupo de oligarcas y burgueses, agrupado en lo que se conoce como élite dominante, se encargan de trastocarlo todo para beneficiarse de las ventajas que se derivan "por sus pasos" por el poder y de las complicidades de gobernantes inescrupulosos.
La burguesía y el proletariado son las dos principales clases del capitalismo. Existe un grupo intermedio, pequeña burguesía y sus distintas capas, con un enfoque capitalista. Estos componentes sociales son la fuerza impulsora del sistema. No obstante, ahí no quedan las cosas. Tiene un sistema de gobierno, un régimen político denominado democracia burguesa, también llamado democracia representativa. La presente estructura jurídica y de poder proporcionan continuidad al desempeño del Estado.
La mentada, como se le conoce a la democracia representativa, es la plataforma política e ideológica del capitalismo, para garantizar la permanencia del sistema y la defensa de los intereses económicos, políticos y sociales de la burguesía. Su gobierno puede ser elegido periódicamente en “elecciones libres y democráticas”, donde la población ejerce el derecho al voto. En estas circunstancias, los pueblos de América Latina y el Caribe, a través del progresismo y la izquierda, han logrado vencer a la derecha integrada por burgueses y oligarcas.
De ahí en adelante, el profesor
Juan Bosch reordenó su accionar político e ideológico, ajustándolo a una nueva
realidad, donde la ausencia de un estamento político organizado, disciplinado,
estudioso de los problemas y con profundos sentimientos patrióticos, hacía
falta. Su insistencia en transitar y concluir la etapa democrática lo llevó a
fundar una nueva entidad política para completar la obra del Padre de la
Patria, Juan Pablo Duarte y los Trinitarios.
La grandeza de don Juan Bosch se ha convertido
en paradigma del presente y su proyección futura, independientemente del destino del partido fundado, de
cara a las nuevas generaciones. Sabía perfectamente que la etapa democrática
del capitalismo, con una conducción apegada a la nueva democracia, era tierra fértil, en países pobres y dependientes, para dejar
atrás el subdesarrollo y que germinara una clase social capaz de construir una
nueva sociedad. Reto que debe ser asumido por los progresistas y la izquierda.
Aceptar el desafío con la convicción firme y resuelta de que es posible llegar al poder,
vía electoral, con el respaldo de la población.