Las fuerzas, sectores y personas que integramos el campo
popular, progresista y revolucionario, nos encontramos frente a un momento
delicado y complejo, que debe ser abordado con mucho tacto e inteligencia
política.
Las mayorías nacionales que echaron al PLD del poder abrigan
esperanzas de que el nuevo gobierno producirá algunos cambios prometidos y
otros exigidos durante décadas por el pueblo.
Tenemos que acompañar a ese pueblo a exigir que sean atendidas
sus principales demandas de: cárcel para los corruptos y recuperación de los
recursos robados, libertad sindical para la clase obrera, respeto y protección
de nuestros recursos naturales, equidad de género, seguridad social universal,
reforma agraria a profundidad a favor del bienestar de los hombres y mujeres
del campo y de la soberanía alimentaria.
El pliego reivindicativo de esas luchas necesariamente tiene que
incluir que se garantice la seguridad ciudadana, se enfrente con
responsabilidad el narcotráfico y se respeten plenamente los derechos humanos,
así como un amplio apoyo a los micro, pequeños y medianos empresarios.
De manera similar hay que levantar las banderas en defensa de
elevar la calidad de la educación pública, empleos y salarios descendentes y por
una mejoría sustancial de los servicios de agua, energía eléctrica, carreteras
y caminos vecinales entre otras demandas sentidas por distintas comunidades
urbanas y rurales.
Aunque estamos plenamente seguros de que un gobierno neoliberal
como el próximo a instalarse, no llegará al poder en función de defender los
intereses de los sectores que históricamente han sido pisoteados y marginados
por las clases reaccionarias nativas y por la opresión extranjera; debemos
estar suficientemente claros que nuestro pueblo solo puede comprender esto en
medio de la lucha y conociendo de verdad al gobierno del PRM, más por sus
ejecutorias, que por sus promesas de campaña.
Por eso, acompañar al pueblo en las próximas y seguras luchas en
campos, plazas, fábricas y barrios constituye una cuestión determinante
para que las fuerzas del campo popular vayamos desarrollando músculos con las masas movilizadas, construyendo un liderazgo respetable al fragor de la lucha a la vez que vamos disipando ascendentemente las falsas esperanzas del pueblo en un gobierno que en nada representará sus intereses, sino los interés de la oligarquía criolla y del imperialismo de los EEUU.
para que las fuerzas del campo popular vayamos desarrollando músculos con las masas movilizadas, construyendo un liderazgo respetable al fragor de la lucha a la vez que vamos disipando ascendentemente las falsas esperanzas del pueblo en un gobierno que en nada representará sus intereses, sino los interés de la oligarquía criolla y del imperialismo de los EEUU.
Simultáneamente a ese imprescindible acompañamiento al pueblo en
sus luchas, debemos procurar construir la más amplia y robusta unidad y
coordinación de las organizaciones populares en los territorios, sectores y a
nivel nacional para darle la capacidad y la contundencia que requiere toda
lucha para ser victoriosa.
Además, estas jornadas deben tener un horizonte que trascienda
lo meramente reivindicativo y por lo tanto estar guiadas por una política y una
clara visión de poder por parte de las fuerzas progresistas y democráticas de
la nación.
La lucha no puede ser por simples migajas, ni por algunos
puestos en el congreso o en los ayuntamientos, no debe ser tampoco solo por el
pan y por la tierra; tiene que conducir a las mayorías hacia la construcción
del verdadero poder del pueblo. De lo contrario no pasaríamos de ser miserables
remendones del actual sistema de explotación y de muerte.
Y demás está repetir, que sin una sólida unidad del campo
popular y revolucionario, (sin situarse en ningún caso a la cola de las clases
dominantes) será posible convertirnos en un poderoso y portentoso bloque de
fuerzas progresistas y revolucionarias con reales posibilidades de alcanzar y
construir el poder político.
Es más que evidente que son
extraordinarios nuestros desafíos en la presente coyuntura, aún más en estos
momentos de pandemia e incertidumbre; pero tenemos que atrevernos a avanzar con
audacia aún en medio de la tempestad, armados del temple y del optimismo que
siempre ha caracterizado a todos los revolucionarios verdaderos, de que podemos
vencer...y de que venceremos.
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