Por: Alfredo Garcia
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Sería de una ingenuidad rayana en la ''pendejez'' esperar que un gobierno compuesto en sus posiciones de máximo nivel por el gran empresariado, alfiles de EE.UU y la Iglesia católica vaya a desarrollar políticas tendentes a beneficiar a la mayoría de la gente que vive en RD.
De
hecho, los mismos discursos de funcionarios predesignados (''De la abundancia
del corazón habla la boca'') y sus escasas actuaciones, perfilan un próximo
gobierno entregado al gran capital local y extranjero, y con giro gringuero y
conservador como matiz de sus decisiones.
Quienes no formamos parte de las clases altas, de las élites
económicas y sociales, debemos irnos preparando para las grandes batallas de
RESISTENCIA que se avecinan. Ya no lucharemos por ampliar nuestros derechos,
sino por preservar derechos adquiridos. Bajo el eufemismo de la ''reforma'' (el
presidente electo Luís Abinader se ha auto declarado como El presidente
reformador), lo que se encubre es una agenda para desguazar los pocos derechos
adquiridos por quienes no formamos parte de las élites económicas y sociales.
Las inminentes reformas al Código de Trabajo, Código Penal, Reforma Fiscal, etc, no serían reformas, sino más bien contrarreformas para limitar derechos a la mayoría y aumentar privilegios a las élites económicas y sociales. Esto nos obliga desde ya ha enfocar nuestras energías hacia la articulación y organización de los sectores mayoritarios de nuestra sociedad que serían las víctimas de esa agenda de contrarreformas, privatizadora, conservadora que augura el próximo gobierno.
No podemos esperar a tener el agua
al cuello para tratar de conseguir los salvavidas: debemos impulsar una gran
articulación unitaria de las potenciales víctimas de las contrarreformas en
ciernes para discutir, unificar criterios y acordar una agenda de lucha contra
éstas.
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