Por: Francis Santana
A raíz de los resultados de las elecciones nacionales del pasado
día 5 de julio, se ha iniciado la configuración de una nueva coyuntura
política, excelente para el avance de las ideas y las organizaciones
democráticas y de avanzada en la República Dominicana.
Y no porque haya ganado el Partido Revolucionario Moderno y sus
aliados, pués estos no introducirán desde el poder ningún cambio, (ni siquiera
mínimo) al modelo neoliberal que aplicó el PLD durante 20 años en los que
gobernó el país, porque además en materia de política internacional el PRM
profundizará la sumisión del Estado diminicano frente a las políticas de los
gobiernos de los EEUU.
Lo más importante y esperanzador para el campo progresista y de
izquierda radica en que el pueblo que votó mayoritariamente por el PRM, pero principalmente contra el
peledeismo corrupto, tendrá la valiosa oportunidad de comprobar mediante la
ejecutorias del nuevo gobierno de la oligarquía empresarial, que éste no es su
gobierno, que el PRM es una fotocopia exacta de los viejos partidos
tradicionales del país y que por tanto, se hace imprescindible buscar otras
opciones que de verdad encarnen los mejores intereses de los trabajadores y de
la patria.
Y nuestro pueblo podrá entender esto mucho mejor, (porque los
hechos siempre han sido más convincentes que las palabras) cuando reclame la
defensa y protección de nuestros recursos naturales y encuentre al nuevo
gobierno arrodillado frente a las voraces compañías extranjeras de la
mega-minería.
Cuando la clase obrera reclame respeto a la libertad sindical y
otras justas reivindicaciones y choque con un gobierno del alto empresariado
apegado con uñas y dientes a sacarle el sudor y hasta la sangre a la clase
obrera para convertirlos en plusvalía.
Se convencerán los pequeños y medianos agricultores y los
hombres y mujeres del campo que no tienen tierra, de que el nuevo gobierno no
es su gobierno, cuando continuen exigiendo una verdadera reforma agraria y a
cambio reciban la indiferencia y abusos de todo tipo de un gobierno que representa
a los más grandes terratenientes del país.
Podrá la gente honesta y todo el país darse cuenta por los
hechos del nuevo gobierno, más que por las promesas de campaña, de que el PRM y
sus aliados no representan ningún cambio a favor de las mayorías, cuando
cumpliendo orientacion del Fondo Monetario Internacioanal y del Banco Mundial,
inicien reformas fiscales para echar sobre las espaldas de los más humildes,
las consecuencias de la crisis económica que ha sido profundizada con la
pandemia del Coronavirus.
Pero mayor conciencia sobre la naturaleza del próximo gobierno
perremeista podrá tener nuestro pueblo cuando observe a las fuerzas represivas
enfrentando abusivamente a quienes de seguro saldrán a las calles, plazas y
campos a exigir sus derechos...y eso no será tardío.
Y que nadie se sorprenda cuando aparezcan las nuevas bocinas a
defender todo cuando haga la nueva administración del Estado; que nadie se
asombre de los nuevos actos de corrupción de funcionarios que en el pasado han
actuado de esa misma manera; y que nadie se encuentre extraño que el nuevo
gobierno no enfrente con seriedad al narco-tráfico.
Todos esos elementos contribuirán a que se vaya creando una
situación favorable a las ideas y proyectos alternativos en el país; como
también el descalabro político en que cayeron en las pasadas elecciones el PRD
y el PRSC, pasando a ser partidos minoritarios y entelequias despreciadas por
la sociedad y que a lo mejor ya no sirvan como bizagras.
Pero el descrédito en el que han caído los viejos partidos de
derecha, el seguro desprestigio en el que caerá el PRM y su gobierno en el
corto plazo, constituyen por sí solos, la garantía de fortalecimiento y de
avance para el campo popular y revolucionario.
Es necesario introducir profundas rectificaciones en la visión y
la práctica de la izquierda y el progresismo como condición obligatoria para
vertebrar una real opción de poder.
Hay que superar la competencia entre las organizaciones
revolucionarias para pasar a la unidad y complementarse.
Debemos sepultar el vanguardismo estéril y entender
definitivamente que la conducción del proceso hacia los verdaderos cambios debe
ser el fruto, no de la dirección o liderazgo de una organización en particular,
sino de una dirección amplia, diversa y compartida del movimiento democrático y
revolucionario nacional.
Hay que situar al espectro democrático en la direccionalidad de
utilizar los métodos y formas de lucha que determinen las circunstancias, no un
solo método, no un mismo método para todas las coyunturas, asumido muchas veces
de manera unilateral .
Tenemos que pasar de seguir privilegiando las alianzas con la
derecha, a importantizar la unidad, la coordinación y hasta la fusión de
nuestras fuerzas políticas comunes.
Es oportuno el momento, además para reencontrar a las fuerzas
revolucionarias con las masas obreras, campesinas, de jóvenes, mujeres, de la
pequeña burguesía, de los intelectuales de avanzada y con los trabajadores de
la cultura; porque sin la organización, conciencia y acción resuelta de las
masas, toda pretención de cambios nunca pasará de ser simples ilusiones.
El escenario, es excelente para avanzar; pero hay que trabajar
muy duro para poder aprovecharlo a favor de nuestra causa, porque ninguna
victoria jamás caerá del cielo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario