Por: Ramón Antonio Veras.
1.- Desde siempre se ha discutido si la conducta de la especie humana está influenciada por lo biológico o genético, o por las condiciones ambientales, principalmente socioculturales, o por ambos factores a la vez. En lo que no hay discusión es que, en cada medio social, esa conducta está conformada por los actos que habitualmente ejecuta una persona.
2.- Apartándonos de la influencia de lo biológico o lo social en la forma de proceder los seres humanos, el ordenamiento económico que predomina en nuestro país genera, en la conducta de los dominicanos y dominicanas, toda una serie de vicios que se observan como habituales.
3.- La rutina en la ejecución de algunos actos evidencia en muchos miembros de la comunidad dominicana una especie de adición a los mismos; uno de esos vicios frecuentes es la mentira que está como una dependencia, se hace uso de ella con una espontaneidad que prueba la naturalidad, la familiaridad a su uso en quien la ejecuta.
4.- La mentira está tan ligada a algunas personas que las convierten en adictas a su manejo; la consideran como un soporte, un pilar de su modo de vida y sin el cual no pueden manejarse en sus relaciones con los demás. Mentir viene a ser, para el que cultiva la mentira, una especie de cualidad virtuosa.
5.- Aquel que se aclimata a practicar la mentira se capacita para utilizarla tanto que la adecúa a su forma de ser, procurando acreditarla dándole valor de confianza absoluta a lo que en ella se ha fundamentado; el mentiroso busca que su mentira adquiera categoría de documento auténtico.
6.- El que profesa la mentira llega a cultivarla en un grado tal que la abraza como una religión; llega a tenerla como una doctrina para sus relaciones, de su accionar en el medio donde vive; la reconoce como si fuera un don divino, y su convicción por ella no tiene límites.
II.- La mentira dañina
7.- Mientras la mentira es utilizada por quien la practica como un simple medio de persuasión y penetración, no lesiona; basta con tomarla como un simple vicio de su portador. Pero ocurre que el artífice de la mentira no se limita a usarla para cosas triviales, sino que también la usa para dañar, herir, fastidiar y de cualquier forma perjudicar a otros.
8.- Una vez el profesional de la mentira decide hacerla dañina, se convierte en algo peligroso; en alguien capaz de hacerle la vida imposible a todo aquel que no es de su agrado, sin importar el nivel de daño que produzca la mentira empleada como arma de destrucción de honras, virtudes y méritos, hace efectos dañinos como si fuera un producto tóxico, letal por simple respiración a la distancia, con la agravante de que la mentira diseñada para afectar a terceros siempre está acompañada de los más diversos componentes generados por cerebros perniciosos.
9.- El mentiroso para su misión dañina hace un estudio minucioso de cómo difundir el veneno, con el que rodeará sus argumentos lesivos, la profundidad y sistematización de su falsedad y cuando considera concluido su objetivo nocivo. Mientras más ponzoñosas sean sus mentiras, más bien se siente el falseador; lo ultrajante desempeña una función fina contra quien la mentira deshonra y mancilla a quien goza de aprecio.
10.- Por lo regular el mentiroso se expresa en forma pausada para que su falso mensaje llegue en forma nítida a su interlocutor; procura adornar su elocuencia a los fines de llamar la atención, y que su vocablo sea apreciado como sincero; se esmera por utilizar palabras que cuadren perfectamente con la idea que desea vender y que sea fácil de asimilar; mientras más incorpora sus falsedades al cerebro del público con más rapidez logra el mentiroso el fin que persigue.
11.- En el desarrollo de sus ideas dañinas, el mentiroso no quiere ser interrumpido; se molesta cuando es interferido por alguien; quiere tener cautivo de su conversación a quien ha escogido para que reciba la aviesa versión que tiene contra la persona que ha decidido ofender con sus maquinaciones; no quiere que su conspiración nadie la obstaculice para que su falacia pueda calar con más profundidad.
12.- El calumniador se siente triunfador cuando la bola se ha propagado ampliamente, y más aún si ha llegado a penetrar a los círculos más cercanos e íntimos del difamado; el falsario celebra en grande cuando su opinión malsana tiene asidero; si es aceptada como cierta con relación a aquel contra quien va dirigida.
III.- Comportamiento del mentiroso
13.- La sinuosidad del mentiroso se revela en su forma de penetración antes de lanzar su mentira, primero analiza el ambiente y a los presentes; poco a poco va introduciéndose, y luego suelta las palabras con las cuales busca desdeñar, vilipendiar a quien quiere infamar.
14.- En su glosario de palabras para dañar, el mentiroso no hace uso de la mentira químicamente pura, por lo que hay que tener cuidado con el componente que utiliza que puede exhibirlo muy fino, con gran elegancia, aunque en el fondo siempre será su arma predilecta el cuento, la bola, el embuste, la trola, la falsedad, la patraña, el artificio y la fábula; metiendo chivos, haciendo cuentos para confundir.
15.- Aquella persona a quien el mentiroso decide lesionar, puede decir que le ha caído encima la peor maldición cargada de villanía, calumnias, anatemas y ofensas; la bajeza hecha persona es lo que el mentiroso busca que se crea el que es su víctima. La iniquidad es una de las armas del embustero.
16.- El mentiroso mancha reputaciones y para tal fin elabora una especie de libreto en el cual diseña su plan de acción enfocado en el descrédito bien diseminado; un amplio baldón que alcance totalmente al difamado; combina falsedades para penetrar con supuestos hechos de deshonor y deshonra, y cuando ha mancillado plenamente al infamado, entonces el engañoso respira hondo diciendo “misión cumplida”.
17.- El farsante jamás hace uso de la verdad porque la considera su enemiga principal; sus aliados diabólicos son el infundio adornado; la patraña expuesta con elegancia aprendida; la malicia presentada con cara angelical; el descaro desarrollado con donaire para influir y dañar por completo; la hipocresía identificada como supuesta virtud; el fingimiento dibujado como algo habilidoso; la sutileza exhibida con grado de finura intelectual; la triquiñuela elevada a una gracia del espíritu. La camándula la tiene el mentiroso como medio de destrucción de honras escogidas.
IV.- El mentiroso y sus ejecutorias
18.- El que utiliza la mentira en forma habitual la tiene como algo muy especial de su vida. Con el transcurso del tiempo hace de ella su aliada incondicional, sin la cual cree no puede tener existencia; la convierte en un símbolo, le rinde culto, le profesa veneración y le rinde homenaje. El mentiroso considera la mentira como aquello que le hace posible su estancia en el planeta tierra, porque está educado para mentir, instruido para dañar, adoctrinado para fastidiar, deshonrar y causar pesares a seres humanos de buenos sentimientos.
19.- Para cualquier persona que quiera defenderse de las acciones malignas del mentiroso, es bueno que sepa que él puede ser identificado como malvado, embustero, perverso, engañoso, infame, trolero, protervo, malicioso, depravado, diabólico, embaucador, cuentista nefasto y enredador despreciable.
20.- Como disociador por excelencia, el mentiroso procura sembrar cizaña entre personas que se guardan afecto mutuo; él se la ingenia para convertir el cariño y estima, en odio y antipatía; los aliados los hace adversarios, donde impera la armonía siembra la discordia, hace aflorar la discrepancia, la disensión, la rencilla y la desavenencia, allí donde reina la concordia y la comprensión.
21.- Con su arma venenosa, la mentira, el embustero, para desunir y crear conflictos entre amigos, socios y familiares, comienza lanzando especies que generan discrepancias, disconformidad y duda, con el objetivo de promover discusión, pugnas y rebatiñas, hasta llegar a la desunión; allí donde existe acoplamiento y firme conexión, el mentiroso hace labor en procura de la desintegración; donde hay alianza sincera lucha por escindirla.
22.- El mentiroso, en su accionar no se mantiene siempre igual; cambia conforme su conveniencia; se presenta de diferentes maneras para no ser ubicado en sus actuaciones; su versatilidad es una de las cualidades que le permiten pasar desapercibido, se hace el ingenuo porque así a su versión le da credibilidad; lanza su especie mentirosa y se queda como un despistado.
23.- Ante el ataque artero del mentiroso, su víctima, alarmada por el infundio utilizado en su contra en forma sorpresiva, queda desarmada; el desaliento la domina; en su cabeza no cabe la infamia que el embustero ha puesto a circular. Reducir a la persona, hacerla sentir mal, es un objetivo del farsante, que busca generar tristeza, angustia y pena, hasta llegar a la infelicidad.
24.- En su misión de hacer labor dañina, el que con la mentira deshonra, no distingue; poco le importa injuriar al familiar, al amigo, colega, camarada, conocido o vecino; un niño o un adulto, un hombre o mujer. Su objetivo es propagar la invectiva hasta hundir a su víctima. Se comporta infatigable, dinámico mientras infecta y contagia con su mentira, su habladuría.
Reflexiones
a) No siempre, históricamente, el ser humano abrazó la mentira como formando parte de su cultura; por tanto, ha de llegar una etapa del desarrollo social de las fuerzas productivas, en la cual la especie humana estará liberada espiritualmente de toda clase de vicios sociales y, entre ellos, de la mentira.
b) En la medida que una sociedad se deteriora, más vigencia tiene el que hace uso habitual de la mentira; los vicios sociales nacen y se desarrollan en ambientes donde la mediocridad sobresale, de ahí que en nuestro país los farsantes mentirosos abundan.
c) En la actualidad, como vicio social, la mentira está presente en todas las clases, capas y sectores de la sociedad; existe como algo sociocultural que ha infectado a todo el tejido social dominicano.
d) El mentiroso tiene sus iguales: es hermano gemelo del sinvergüenza, primo directo del traidor y sobrino del intrigante; esta familia tiene en común que se amamanta de la mentira y no sirve ninguno de sus miembros.
e) Hasta tanto la sociedad no se libere de la epidemia de la mentira y su más fiel intérprete que es el mentiroso, los sufrimientos en los seres humanos siempre serán una posibilidad latente, porque nadie está fuera del alcance de quien acecha al que sirve para causarle sinsabores y pesares.
f) La mentira es tan dañina que lesiona al que la dice, al que la escucha y a quien la difunde; y su efecto dañoso se extiende a todos aquellos que ingenuamente dan crédito a la mentira propagada que contamina a los crédulos.
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