Por: Lilliam Oviedo
El país que describe Luis Abinader es aquel cuya economía ha crecido en más del doce y medio por ciento, espera grandes inversiones en sectores como energía y turismo y ha logrado avances en salud, educación y cobertura de servicios sociales. Muy distinto a aquel país donde la tasa de desocupación superó el ocho por ciento el año pasado, el empleo informal y el de zonas francas pagan bajos salarios, los precios de los alimentos suben cada día, los servicios básicos siguen siendo precarios y el gobierno reprime para acallar el descontento popular que la manipulación del poder mediático no logra ocultar.
No es Luis Abinader el primer presidente dominicano que en un discurso protocolar de rendición de cuentas ante la Asamblea Nacional describe el país que figura en los registros de Héctor Valdez Albizu, gobernador del Banco Central con un sueldo de más de millón y medio de pesos y a quien banqueros, asesores globales y politiqueros nacionales reconocen como inamovible (ocupó el puesto entre 1994 y 2000 y lo ocupa ahora desde el año 2004).
Las frases con las cuales Abinader intenta imprimir dinamismo a su exposición del 27 de febrero recuerdan las de su antecesor inmediato, Danilo Medina, quien realizaba anuncios altisonantes para decir que cumplía su promesa de “hacer lo que nunca se ha hecho”.
Entre la demagogia y el descaro, Abinader evadió la descripción del país en el cual las mayorías cargan con la deuda externa y la pagan al transportarse, al adquirir alimentos y hasta al demandar servicios hospitalarios.
Protagonizó un espectáculo precedido por el elogioso y vacuo discurso del presidente del Senado, Eduardo Estrella, y por el coro (contratado y movilizado para la ocasión) que a su llegada a la sede del Congreso pedía la reelección vociferando “¡Cuatro más, cuatro más!”
Si en diciembre pasado posó vestido de militar para exhibir su apego al autoritarismo, el 27 de febrero dejó ver por encima del traje de gala ese mismo apego y la pretensión de presentar al pueblo una realidad edulcorada mientras negocia con la clase dominante la continuidad del abuso y el saqueo.
Reiteró su compromiso contra la corrupción y utilizó como bandera la meta de un Ministerio Público independiente, pero la promesa de justicia pierde impacto.
Sucede que muchas deudas con esta sociedad no están siendo cobradas. ¿Qué decir de las “alcancías” humanas de Leonel Fernández, de muchos de los allegados a Hipólito Mejía y de los mismos dos expresidentes? ¿Acaso no son responsables de muchos actos de saqueo? ¿Y acaso perimieron los actos de corrupción de figuras ligadas al balaguerismo que siguen financiando campañas y apadrinando proyectos politiqueros? ¿Por qué no han tenido que responder pregunta alguna el propio Danilo Medina y Margarita Cedeño?
Con o sin las leyes que entrarían a formar parte de la definición del sistema judicial, el sistema político sigue siendo preservado mediante la impunidad.
CUENTAS QUE OLVIDÓ RENDIR
No solo su fortuna personal superior a los 4 mil millones de pesos y su vinculación con empresas offshore para multiplicar el dinero en paraísos fiscales quedaron fuera de su rendición de cuentas, también su compromiso con el atraso político y la sumisión colonialista.
¿Por qué la Cancillería emitió hace unos días un ridículo comunicado poniéndose del lado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, y de los intereses de Estados Unidos? ¿Por qué se ha prestado a colaborar en manejos imperialistas contra Venezuela y contra Cuba? Esa pregunta no fue respondida.
A un pueblo que conoce la brutalidad policial y sabe que las ejecuciones extrajudiciales son parte de una política de Estado, le habla de reforma policial y le presenta la contratación de un policía globalista como el español Pepe Vila y la colaboración de la mercenaria y exterminadora Policía de Colombia como puntos de importancia en esa reforma. Esto, claro, con la dirección de Estados Unidos.
Edulcorar ese discurso para presentarlo como promesa ha requerido la compra de muchas voces y plumas.
En cuanto a la verja perimetral en la frontera, un infame muro cuyo costo se estima en mil setecientos cincuenta millones de pesos y en cuyo diseño han participado capitales israelitas ligados al Mossad (con anuencia de los estrategas yanquis), dijo que es una obra necesaria para blindar la frontera.
“Garantizar la seguridad de nuestro país es fundamental para este gobierno. Y lo estamos haciendo. Y es por ello por lo que hemos dispuesto todas las medidas para salvaguardar nuestras fronteras, la soberanía nacional y garantizar la paz”, apuntó.
Y ganó con ello el aplauso del sector ultranacionalista y fascista que tiene entre sus voceros principales a los allegados a Vincho Castillo, cobijados en la Fuerza Nacional Progresista (FNP).
El aplauso del Consejo Nacional de la Empresa Privada, CONEP, lo obtuvo al presentar como señal de progreso el reconocimiento de la alianza público-privada en cuyo marco se pasa al control del sector privado una parte importante del patrimonio del Estado. La manifestación mas grotesca ha sido el reciente uso de la figura del fideicomiso para poner en esta situación la central termoeléctrica Punta Catalina.
El pacto de clase y la aplicación del esquema privatizador pasan a una etapa superior.
El muro y la alianza son para dar continuidad al despojo a las mayorías. No hay que interpretar lo que es evidente.
ALIANZA DE OBEDIENTES
La enorme inversión en propaganda logró que fuera tema efímero y de escasa relevancia en los medios nacionales el gran abuso contra parturientas haitianas (sacadas de los hospitales en forma violenta).
Y el mismo presidente que ordena el condenable hecho, otorga distinciones oficiales a saqueadores como Felipe González, quien recibió la nacionalidad dominicana en condición privilegiada.
El expresidente cuya alianza con los corruptos y contubernio con la Agencia Central de Inteligencia, CIA, y el Mossad israelí abrieron las puertas de la Moncloa a derechistas descartados, recibió esa distinción de quien se presenta como defensor de la dignidad nacional… ¡Cuánto retorcimiento!
En el año 2014 Juan Manuel Santos le otorgó la nacionalidad colombiana.
La derecha latinoamericana debe y paga a uno de los creadores de los Grupos Antiterroristas de Liberación, GAL, terroristas y torturadores de oficio en España (y particularmente en el País Vasco).
En octubre pasado recibió la nacionalidad dominicana José Bono, quien fuera ministro de Defensa y aliado de Felipe de González en muchas de sus fechorías.
La alianza de clase tiene varios rostros, todos horripilantes.
Y se hace larga la lista de las cuentas no rendidas por Abinader, a quien es preciso definir como un politiquero millonario y sucio de todo…
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