Por: Manuel Salazar
Tenemos una oportunidad para la participación electoral unitaria progresista y de izquierda en el 2024. Porque se mantiene, y algo ha crecido el voto alternativo, que en ocasiones se ha expresado en el voto directo por alguna opción de ese signo, como en el MIUCA capitaleño en el 1990, y en los últimos años, en buena parte por Guillermo Moreno y ALPAIS. Pero también se ha movido, por ejemplo, en 1990 hacia el profesor Bosch, y en 1994 al Dr. Peña Gómez.
Porque hay un voto alternativo flotante, que se expresa en función de las urgencias políticas que observe en cada coyuntura.
Ahora, además, hay una desafección de esos votantes que, en el 2020, apoyaron al actual presidente Luis Abinader, y es más pronunciada respecto al PLD y el PRD.
Y hay una nueva ola en América Latina, la cuarta desde los años de 1950, de avances democráticos, que es una ambientación política importante, para trabajarla en el país.
Hay que trabajarla bien. Con cuidado, y recurriendo a las experiencias pasadas.
En antes ya hubo unidad electoral de izquierda, y la participación no fue trascendente; más bien generó frustraciones y divisiones. Ahora no es la primera vez que esta unidad se plantea.
La síntesis y asimilación positiva de las experiencias, puede ser un buen aliado para la necesaria construcción de una opción progresista y de izquierda que se presente al pueblo con significativas posibilidades de ser poder político.
No basta la unidad de las siglas, ni de llevar candidatos que a su vez hayan estado al frente de gremios, organizaciones y luchas populares; ni de que estos sean conocidos, o tengan una dilatada y frecuente presencia en los medios de comunicación.
En el 2006, participamos juntas tres boletas de izquierda; y fueron candidatos todos los pesos pesados y pesadas de todas las tendencias, sin excepción. No logramos conquistar votos, y quisimos salvar la honra alegando un fraude electoral en contra nuestra.
Salvamos milagrosamente los tres registros, porque en La Vega, la profesora María Teresa Cabrera obtuvo una media de 28 votos por cada mesa, y la JCE aceptó que conquistó votos suficientes para una Diputación, y aunque no la certificó como Diputada electa, si reconoció la proyección de votos necesarios para ganarla.
Así, salvamos el registro las tres boletas de izquierda participantes en unidad y con sus principales líderes nacionales y locales más relevantes como candidatos.
Más luchador popular y conocido, que el siempre querido y respetado Ramón Almanzar, no hemos tenido de candidato presidencial desde el año 2000 hasta acá; y su candidatura en dos ocasiones no logró ganar votos que pudiera considerarse que tuvo una participación mínimamente exitosa.
Hay que poner en relieve una experiencia: en la cuestión electoral, la unidad de siglas, candidaturas de conocidos y vinculados a la lucha popular y revolucionaria, resultan buenas y necesarias; pero insuficientes para trascender con una votación importante.
Hay un pensamiento presente en el movimiento, que, de la victoria obtenida, o del protagonismo, en gremios y organizaciones populares, derivan posibilidades de triunfo en el espacio de la República; aún y cuando esas victorias y protagonismos en la instancia social, resultaron de apoyos de las militancias de los partidos del sistema, mismos que nos proponemos destronar del poder político.
La electoral, es una forma de la lucha política; se produce en la esfera de la República Y como tal, tiene una lógica, y una psicología específica.
Es importante hacer estas reflexiones. Porque hay perspectivas halagadoras para la unidad electoral progresista y de izquierda, la que hay que trabajar por encima de diferencias y consecuencias.
Pero ya se siente el reduccionismo a la sobre actuación y a la sublimidad de la voluntad corporativa de las militancias.
En nuestra opinión, la unidad debe incluir a revolucionarios, pero también a demócratas, patriotas, progresistas, organizados o no en partidos y movimientos.
Lo importante es el programa que se asume, y los perfiles para quienes pueden ser parte y candidatos de la unidad.
No vínculos con el narcotráfico. No vínculos con el crimen político. No vínculos con el robo de bienes públicos ni privados. No vínculo con feminicidios, racismo ni xenofobia
Pueden ser parte de esa unidad, quienes estén en disposición de asumir con consecuencia práctica un programa político alternativo al régimen político y económico actual, que niegue el modelo neoliberal, y tengan los perfiles señalados.
Hay cientos de miles de dominicanos y dominicanos con esas condiciones.
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