Por José Manuel Félix, dirigente de la ANED.
La coyuntura política actual lleva
el sello de la crisis de la partidocracia Dominicana que se manifiesta, sobre
todo, en el desgaste de la derecha conservadora, de la que forman parte, más no
exclusivamente, los partidos políticos que han alcanzado ser gobierno
desde la intervención norteamericana de 1965 hasta el día de hoy. Así vistos,
sin importar mucho la retórica discursiva que los acompaña, pero si los
hechos, muy concretamente las políticas públicas aplicadas y la
adopción del neoliberalismo como sustancia común del modelo económico y social,
por lo que son concebidos como un único partido de la derecha
al que llamaremos el Partido Neoliberal.
Pertenecen a este Partido Neoliberal, el PRSC, el PRD,
el PLD y su réplica la FP y por supuesto el actual partido de gobierno, el PRM,
con Luis Abinader a la cabeza de este.
Además de los partidos mencionados forman parte de la
derecha política los llamados poderes fácticos que lo componen la Oligarquía,
los medios de comunicación, la cúpula empresarial del CONEP, la cúpula
religiosa, tanto católica como protestante, los norteamericanos y todo el
andamiaje técnico e ideológico que les sirve.
Por lo común los partidos políticos
son cooptados, en mayor o menor medida, por estos poderes fácticos cuando llegan
al poder, y aun antes, haciendo que estos se alineen, tanto a sus intereses corporativos
inherentes, como a su visión estratégica en torno a la política y el
poder político, convenientes `a la acumulación de capital.
Esta crisis de los partidos políticos no es nueva, se ha
venido gestando desde mucho tiempo atrás, matizada por el
resquebrajamiento del partido reformista, posteriormente del PRD y más
recientemente con la división del PLD en 2019.
Así las cosas, las fuerzas de derecha representativas
de los poderes fácticos, que habían constituido hasta este momento el
poder invisible detrás del telón, se disponen a conformar un proyecto
político propio, sin la mediación de los conocidos políticos profesionales y
sus partidos, y logran colocar a Luis Abinader y al PRM en la preferencia del
electorado. El resto es conocido por todos.
De esta manera, junto con Abinader, accede al
gobierno la tecnoestructura oligárquica hasta posiciones estratégicas
del poder político, concretizando, por primera vez en mucho tiempo, la plena
conjunción de Gobierno y Poder fáctico.
Ahora bien, lo que parecía ser la más inteligente
estrategia política de la derecha, se ha revertido en catalizador
de las contradicciones sociales al punto de volver a poner en primer plano
la lucha de clases.
Esta estrategia de la derecha constituye un error que ya
cuenta con ejemplos fallidos en la región latinoamericana: Caso Piñera en Chile
y ahora con Lasso en Ecuador.
Con apenas un año y 8 meses, el gobierno del PRM, «el
gobierno del cambio» sufre una significativa caída en su posición dominante que
se refleja en el descenso de la popularidad del gobierno y de la figura
de Luis Abinader en concreto
Sin intentar profundizar en las razones de este declive,
mencionaremos solo algunas: las promesas incumplidas y su incapacidad en
aplacar la espiral inflacionaria. La puesta en marcha de una «agenda
oculta» basada en nuevos y sofisticados mecanismos de privatización de activos
públicos, amparados en marcos legales (leyes) construidos para tal efecto como
son las APP y los Fideicomisos. Un alineamiento palpable del gobierno con los
intereses norteamericanos, incrementando el carácter entreguista en
términos generales, pero sobre todo, en el área de los recursos naturales no
renovables.
En un país que ha sido invadido militarmente en dos
ocasiones por los gringos, la actitud del gobierno lacera el sentimiento
nacional.
Dicho de otra manera, los sectores oligárquicos en su
deseo de apoderarse directamente y desde el gobierno de los activos y los
servicios públicos claves, a través de instrumentos novedosos, propios de un
neoliberalismo 2.0, asaltan la institucionalidad, y en lugar de encontrar un
camino despejado para el logro de sus objetivos, se tropiezan de frente con la
reacción popular y la resistencia de amplios sectores de la sociedad al cambio
prometido y trastocado.
De aquí que la derecha política y su estrategia fallida,
hayan provocado sin proponérselo, la aparición de un espacio político
electoral para el desarrollo de un polo progresista alternativo al polo
conservador de derecha que ha monopolizado el escenario político desde la
intervención norteamericana de 1965,
Por primera vez en varias
décadas, en la sociedad dominicana, la coyuntura social y política
brinda las condiciones ¨objetivas y subjetivas¨ para conformar una ruta
que permitirá poner fin a la larga noche neoliberal en que ha estado
sumido el pueblo dominicano y será con la unidad de las
fuerzas populares, de los partidos progresistas y de los movimientos sociales
de frente a una derecha conservadora que ya tiene muy poco que ofrecer, a no
ser más y más neoliberalismo.
Fuente: Un error de la derecha (eldia.com.do)
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