Por Julio Disla
El sueño americano es una ilusión, un ideal que
promueve la posibilidad de prosperidad y éxito a través del trabajo arduo y la
determinación en los Estados Unidos. Se centra en la idea de que cualquier
persona, independientemente de su origen o situación social, puede lograr
éxito, “la movilidad social y una mejor calidad de vida”.
En los Estados Unidos antes era común ver
reportajes en los medios de comunicación destacando a persona que pusieron sus
proyectos personales sobre cualquier cosa y “triunfaron” en la vida y vivían felices.
Para los años 1980, las clases medias blancas,
como grupo social, representaban en los Estados Unidos el 65% del electorado.
Lo cual se traducía en unas altas cuotas de representación en la Cámara de
Representantes y en el Senado. Hoy, los lectores pertenecientes a esas clases
medias son menos del 35% y su representatividad política se ha desfondado. En
términos de opulencias y patrimonios, su derrumbe es también brutal: en 1970,
la renta de las clases medias alcanzaba el 61% de la totalidad de la renta
nacional. Hoy, no llega al 43%. Sin embargo, en contraste con eso, la renta de
las clases superiores; es decir, el 1% de la población, se disparó, pasando del
29% al 49%.
¿Cómo se explica semejante empobrecimiento
colectivo de la workingclass White (clase trabajadora blanca)? Hay que recordar
que la Gran Depresión de los años (1929-1939) le siguió el “nuevo trato” (New
Deal) y, después de la Segunda Guerra Mundial, el “consenso Keynesiano”, que
consistía en: una revolución del capitalismo en la que el Estado corregía los
excesos del laissez faire liberal,” dejen hacer, dejen pasar”. Para los
apologistas burgueses, el keynesianismo se tradujo en treinta años gloriosos de
crecimientos ininterrumpido (1945-1973).
Pero cuando se agotó esa teoría, se instaló una
superinflación, que para los teóricos economistas significa una combinación de
estancamiento económico y de elevada inflación, entonces surgieron, para
solucionarla, en 1980, Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan para
los Estados Unidos, con su “revolución conservadora” y su “pensamiento único”,
(ver Ignacio Ramonet, pensamiento, Le Monde diplomatique, Paris,1995).
Ese “decálogo del neoliberalismo formulado en
Washington, cuyos principales mandamientos consistía en: reducción de la talla
del Estado, desregulaciones, rebajas de impuestos, monetarismo,
privatizaciones, deslocalizaciones, globalización y, en fin, el poder total
entregado a los mercados financieros por encima de casi todas las cosas”. (ver
el país.com /economía/2021-04-18/Joe Biden-quiere enterrar 40 años de hegemonía
neoliberal).
Ese proceso de globalización neoliberal, así
como la deslocalización de manufacturas hacia el extranjero en busca de mano de
obra barata, sin dejar de mencionar la perdida de influencia de los sindicatos,
produjo el aceleramiento de la desmantelezacion del Estado de bienestar y la
desindustrialización. Esto provocó la destrucción o desaparición de millones de
buenos empleos bien pagados. Todo ello agravado, a partir de 2007-2008, por la
nueva gran depresión ocasionada por la crisis de las hipotecas y las suprimes.
Muchos ciudadanos pertenecientes a las clases
medias blancas vivieron los feroces traumatismos de esa época con el
sentimiento de que algunas certidumbres, consideradas como permanentes o
inamovibles, de repente se tambalearan y se derrumbaran.
De repente, se vieron inmensos en una situación
caótica en la que los grandes relatos hegemónicos que daban sentido al
funcionamiento del mundo (de su mundo) ya no servían. Y esos ciudadanos no
alcanzaban de entender cuál era la nueva lógica que determinaba lo que estaba
pasando. Identificaban piezas aisladas del rompecabezas, pero no distinguían el
nuevo paisaje en su conjunto.
En tanto, que, al imponerse como consecuencia del pensamiento neoliberal, una política de austeridad y de recortes, se redujeron incluso las plantillas de funcionarios y de empleados públicos, a la vez que disminuían drásticamente las ayudas sociales. Mientras tanto, con la informatización de la sociedad y la mutilación tecnológica, se multiplicaban los empleos basura, se extendió el sector de servicios sin calificación, los trabajos precarios, los contratos temporales, la “uberización”, la “amazonizacion”. En paralelo con ello, y en el seno de las familias, se duplican los divorcios, el alcoholismo, el consumo de drogas y de tranquilizantes, la violencia machista, los suicidios.
El sueño americano se ha ido transformando en
espanto y pesadilla, se ha diluido la posibilidad de alcanzarlo. Para los blancos
gringos empobrecidos, el futuro se desvaneció.
sin calificación, los trabajos precarios, los
contratos temporales, la “uberización”, la “amazonizacion”. En paralelo con ello,
y en el seno de las familias, se duplican los divorcios, el alcoholismo, el
consumo de drogas y de tranquilizantes, la violencia machista, los suicidios.
El sueño americano se ha ido transformando en
espanto y pesadilla, se ha diluido la posibilidad de alcanzarlo. Para los blancos
gringos empobrecidos, el futuro se desvaneció.
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