sábado, 31 de diciembre de 2022

Odio el Año Nuevo

Por: Antonio Gramsci 

Cada mañana, cuando me despierto otra vez bajo el manto del cielo, siento que es para mí año nuevo. De ahí que odie esos Años Nuevos de fecha fija que convierten la vida y el espíritu humano en un asunto comercial con sus consumos y su balance y previsión de gastos e ingresos de la vieja y nueva gestión. Estos balances hacen perder el sentido de continuidad de la vida y del espíritu. Se acaba creyendo que de verdad entre un año y otro hay una solución de continuidad y que empieza una nueva historia, y se hacen buenos propósitos y se lamentan los despropósitos, etc., etc. Es un mal propio de las fechas.

Dicen que la cronología es la osamenta de la historia; puede ser. Pero también conviene reconocer que son cuatro o cinco las fechas fundamentales, que toda persona tiene bien presente en su cerebro, que han representado malas pasadas. También están los Años Nuevos. El año nuevo de la historia romana, o el de la Edad Media, o el de la Edad Moderna. Y se han vuelto tan presentes que a veces nos sorprendemos a nosotros mismos pensando que la vida en Italia empezó en el año 752, y que 1192 y 1490 son como unas montañas que la humanidad superó de repente para encontrarse en un Nuevo Mundo, para entrar en una nueva vida. Así la fecha se convierte en una molestia, un parapeto que impide ver que la historia sigue desarrollándose siguiendo una misma línea fundamental, sin bruscas paradas, como cuando en el cinematógrafo se rompe la película y se da un intervalo de luz cegadora. Por eso odio el Año Nuevo. 

Quiero que cada mañana sea para mí Año Nuevo. Cada día quiero echar cuentas conmigo mismo, y renovarme cada día. Ningún día previamente establecido para el descanso. Las paradas las escojo yo mismo, cuando me sienta borracho de vida intensa y quiera sumergirme en la animalidad para regresar con más vigor. Ningún disfraz espiritual. Cada hora de mi vida quisiera que fuera nueva, aunque ligada a las pasadas.

Ningún día de jolgorio en verso obligado, colectivo, a compartir con extraños que no me interesan. Porque han festejado los nombres de nuestros abuelos, etc., ¿deberíamos también nosotros querer festejar? Todo esto da náuseas.

El 1 de enero de 1916 se publicó el siguiente artículo “Odio il Capodanno” en la columna “Sotto La mole” del periódico socialista italiano Avanti! .

Antonio Gramsci

Cuestiones de política y democracia (VI)

 Por Manuel Salazar

En el país hubo un momento de inflexión política en 1978

Se produjo la salida del gobierno de los doce años con el triunfo electoral del Partido Revolucionario Dominicano, PRD, de entonces. Se abrió un espacio de tolerancia política que perdura hasta hoy. Se derogaron las leyes anticomunistas, se liberaron los presos y se permitió el regreso de los exiliados políticos. Se concretó la conquista de ciertas libertades públicas y derechos democráticos.

Las circunstancias políticas conquistadas con años de lucha popular, la hacían propicia para reclamar reformas políticas avanzadas. No era un momento de ruptura, de salto revolucionario, sino de acumulación de fuerzas.

Se esperaba del PRD un programa de reformas políticas y de integración al gobierno de los sectores populares, dada su condición de partido que se reivindicaba socialdemócrata. En el liderazgo y los mandos medios de ese partido,  había mucha gente partidaria de cambios políticos institucionales. La modernización económica y política en el marco de un régimen burgués liberal era la expectativa central del país político a partir de la salida del gobierno conservador de Balaguer.

Pero no asumió un programa de reformas políticas.

La izquierda y los sectores populares en general aprovecharon la apertura política para reclamar demandas inmediatas, aumento de salarios y otras reivindicaciones de los barrios populares; pero nunca reclamó una reforma política que en algo abriera grietas al Estado por donde se filtraran propósitos políticos.

Bajo gobiernos posteriores, el Estado, si bien se ha mantenido el espacio de tolerancia política abierto en 1978, ha seguido siendo en esencia centralizado, determinado por el presidencialismo al servicio de una propiedad económica concentrada en unas cuantas familias, cual es una de sus cualidades principales desde los tiempos de la dictadura de Trujillo.

La crisis electoral de 1994, generada por un fraude del balaguerismo   contra la candidatura presidencial del Dr. Peña Gómez, condujo a unas reformas importantes, las del Pacto por la Democracia, a iniciativa de este último, que separaron en el tiempo las elecciones presidenciales de las municipales; prohibieron la reelección consecutiva de un presidente, y contribuyeron a mejorar el sistema electoral.  Importantes. Pero no cuestionaron la esencia centralizada del régimen.

Como tampoco lo hicieron las reformas que condujeron a la constitución actual, la aprobada en el 2010.

Entre el 2004 y el reciente 2020, bajo los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, PLD; tendría lugar un manejo del Estado, casi lilisiano.   Como Ulises Hereaux, Lilís con el Partido Azul y Gregorio Luperón, tanto Leonel Fernández como Danilo Medina desconocieron los principios originales de su partido y líder fundador, el PLD y el profesor Juan Bosch; pervirtieron las instituciones para garantizar su continuismo en el poder; más que una república, gobernaron un régimen en el que desde la presidencia  se sobrepusieron, o sometieron a sus intereses los demás poderes del Estado, sin derogar la constitución;  impusieron el personalismo por encima de las instituciones; hicieron arreglos a los estamentos de la justicia para protegerse así mismos y a sus allegados, y  alentaron la corrupción y la impunidad respecto a los recursos públicos; hicieron una fusión entre el partido, el Estado y muchas organizaciones sociales.  Como en Lilís, el  autoritarismo y  el abuso de poder fue un sesgo singular,  particularmente de  Danilo Medina y sus seguidores.

En base al uso y abuso del poder del Estado, crearon nuevos ricos, su propio grupo económico; entrando en competencia a ¿Quién tiene más riqueza?  con los grupos económicos tradicionales, contribuyendo con esto a instalar un matiz preocupante en la gestión del Estado a partir de la llegada del PRM al gobierno (2020- 2024).

Sobre esto último, es de destacar que grupos burgueses, que antes se limitaron a financiar las campañas electorales de los partidos, y a sentirse representados por los mismos al frente del Estado, ahora reclaman representarse así mismos, ocupando cargos importantes en el gabinete, y alentando a los suyos para que en algún momento hagan de candidatos a la presidencia de la república.

Si tras la ruptura de la hegemonía con la caída de Trujillo y la posterior guerra de abril de 1965, Balaguer impuso un régimen bonapartista, gobernando para los intereses de la burguesía, pero sin integrarla al gobierno; ahora después de los resultados desastrosos para la institucionalidad del país de los   dieciseis años de gobierno del PLD, el presidente Luis Abinader la integra a ocupar cargos importantes en distintos niveles.

Este hecho, y la política de alianza público- privada, que es una espina dorsal de la política económica del gobierno, y procura darle una mayor dimensión a la acumulación de capital del sector privado, sobre la base de la plataforma y recursos públicos, determinan el rumbo esencial del gobierno, ante el cual corresponden las definiciones alternativas. Porque es el formato de la continuidad de un poder centralizado, que corresponde a una propiedad económica concentrada en pocas manos; cual es la cuestión fundamental en materia de lucha política. En esencia, lo que planteaba el programa de los gloriosos patriotas del 14- 20 de junio de 1959, que vinieron por Constanza, Maimón y Estero Hondo, a derrocar por vía de las armas la dictadura de Trujillo, y sustituirlo por un régimen democrático avanzado.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/cuestiones-de-politica-y-democracia-vi-9146567.html

Manuel Salazar


viernes, 30 de diciembre de 2022

Por más sometidos a la justicia en el 2023

 Por Jesús Díaz 

En el año 2023, la Procuraduría debe continuar con investigaciones y desmantelamientos de presuntos entramados de corrupción; produciendo apresamientos, allanamientos y sometimiento a la justicia.

La población y la opinión pública seguimos apostando a las ejecutorias de doña Miriam German y sus fiscales adjuntos.

Los esfuerzos del Ministerio Público por el combate a la corrupción administrativa, deben alcanzar la tan cacareada gestión de Iris Guaba al frente del Plan Social de la Presidencia, de igual forma al flamante Donald Guerrero, quien fuera Ministro de Hacienda de ‘’quien se ha dicho de todo y aún no se sabe nada’’.

Al mismo tiempo del ex presidente Danilo Medina, citado en varios expedientes también deben alcanzar a funcionarios y exfuncionarios del actual gobierno.

Entre ellos los casos de Neney Cabrera por las irregularidades en el programa “Pinta tu barrio” que ejecutó la Propeep, así como los casos de supuesta corrupción en el ministerio de educación encabezado por Roberto Fulcar y las denuncias de irregularidades en los concursos de oposición, las compras de butacas y los libros digitales.

Otros hechos son el de la ex ministra de la Juventud, Kimberly Taveras, quien había sido favorecida con contratos ilícitos producto del tráfico de influencia en empresas que posee, y la exministra de juventud Luz del Alba Jiménez, acusada de orquestar supuestos actos de corrupción al querer beneficiar en concursos a dos empresas.

Estos y otros casos siguen pendientes para el 2023 y deberán desfilar por la Procuraduría General de la República para ser sometidos o descartados de los actos que se le acusan; en tanto la ciudadanía y los sectores comprometidos con la lucha contra la corrupción y la impunidad deberán estar muy atentos.

Fuente: https://eldia.com.do/por-mas-sometimientos-a-la-justicia-en-el-2023/

Jesús Díaz

Cuestiones de política y democracia (V)

 Por Manuel Salazar 

Un pase de revista al tema de la República

Analizar de manera concreta la República, es decir, hacer el análisis concreto del Estado en cada momento histórico, es una condición para orientar bien el pensamiento y la acción políticas. Porque el Estado puede asumir formas diferentes de acuerdo con las circunstancias, de las que surge la necesidad de definir políticas específicas de ocasión, pero los comunistas y revolucionarios no debemos perder nunca de vista su esencia de clase.

Si se estudia con detenimiento la obra de Carlos Marx  El 18 Brumario de Luis Bonaparte, que es un  análisis del proceso político en Francia, entre 1848 y 1852, en el que Luis Napoleón Bonaparte toma el poder, en interés de cortar el proceso revolucionario de ese período; asume la función ejecutiva y se coloca por encima de todas las demás instituciones políticas, jurídicas y militares, incluso de la misma clase burguesa;  pero las coordina todas y pone en acción hacia el fin de garantizar la esencia del Estado como instrumento de dominación de esa clase.

La importancia de esta obra estriba en que Carlos Marx pone en relieve que, independientemente de que una persona asuma el control absoluto de todas las dimensiones del Estado, distinto al ideal del Estado liberal que concibe la independencia de tres poderes, aquel mantiene su esencia de instrumento de la dominación de clase.

Obviamente que en este modelo de dominio del Estado se generan contradicciones que pueden ir más allá de la contradicción burguesía- clase obrera, porque, alguna fracción burguesa no se sienta representada; y correspondería a los revolucionarios analizar la situación concreta y, para avanzar a la consecución de sus objetivos estratégicos, debería definir la política que le permita aprovechar cualquier grieta entre la clase dominante.  No debería ser la misma política a poner en práctica cuando predomina un Estado que, por ejemplo, prohíbe las elecciones burguesas de democracia representativa, como hizo Luis Bonaparte en Francia; que la que se defina bajo un Estado que abre alguna posibilidad mínima de participación en esos procesos.

En estas circunstancias, la cuestión no es valorar en general que el Estado es burgués y como tal es una máquina de opresión contra la clase obrera y trabajadora, y lo que corresponde es echarla al suelo.  Esa formulación es correcta desde el punto de vista teórico, y hasta histórico, en tanto ya hay experiencias en que esa dominación ha sido superada y se ha podido generalizar un planteamiento de afirmación teórica sobre la posibilidad del derrocamiento burgués. Ejemplo de esto último es la de los soviets en Rusia tras el triunfo de la revolución socialista de 1917.  La cuestión es, cuáles son las posibilidades prácticas, es decir, políticas, de hacerlo, en un momento determinado a la luz de la situación de auge, o no, del movimiento revolucionario.

Matices en la dirección del Estado dominicano desde 1966.

Valga decir que, en República Dominicana, tras la guerra de abril de 1965 se impuso un régimen similar al Bonapartista, encabezado por Joaquín Balaguer (1966-78), que impulsó un proceso contra revolucionario y desarrollista, dirigido a recomponer la hegemonía política, y social, de las clases dominantes, que había sido rota con la caída de la dictadura de Trujillo en 1961, lo cual generó una crisis política, con sus conflictos de clase, entre los mismos sectores de la burguesía por una parte; y de otra,  la constitución de la movilización de los trabajadores y demás sectores populares reclamando derechos y libertades públicas, y una redistribución democrática de la riqueza.

Ese régimen tenía la responsabilidad, devenida de la necesidad de las clases dominantes de recomponer la hegemonía; borrar las posibilidades de una nueva revuelta popular; crear la estabilidad política y social mínima requerida para la penetración del capital norteamericano y la acumulación capitalista en general.

De ahí la represión contra el movimiento revolucionario, democrático y sindical en general y su política desarrollista, que en el período 1966- 1978 abrió compuertas al desarrollo industrial, de sustitución de importaciones, mediante la ley 299, promulgada en 1968 que a su vez prohijó las zonas francas; al capital financiero; a crear una clase media, y entre otras cosas, a generar una migración del campo a la ciudad que en poco tiempo hizo mayoritaria la población urbana.

La restricción salarial y a otras demandas sociales, fueron componentes fundamentales de ese período.

De ahí que, la negación a las libertades públicas y estas restricciones sociales, confluyeron para generar un clima de tensiones y movilizaciones sociales.

Visto desde la perspectiva de los intereses populares y del movimiento revolucionario, la conquista de las libertades públicas y los derechos democráticos, debió ser, la cuestión principal; como de hecho fue para la mayoría de los partidos y grupos de izquierda. Cualquier lucha por reforma política y social en ese momento era un contrasentido. Porque la lucha por reformas tiene un componente de educación política para los trabajadores y las masas populares en general; y la movilización de calles y en plazas, es el escenario principal para disputarla.

Y, en el régimen de los doce años no había condiciones mínimas para la propaganda, vital para la educación política, ni para la reunión y asociación libres, vitales para la manifestación pública. La lucha por reformas carecía de las condiciones mínimas para ser librada.

Se pudo hacer el primer festival internacional de la nueva canción denominado “7 días con el pueblo, entre finales de noviembre y principios de diciembre de 1974, la gran manifestación artística, y política a través del canto y la música, porque integró a artistas de reconocimiento nacional e internacional, y se hizo mediante un recurso sutil, aunque contundente por lo que moviliza y penetra, como es el arte; y por quien fue la convocante, la Central General de los Trabajadores, CGT; que también gozaba de las mismas calidades de los artistas.  Fue, por todo eso, una manifestación internacional, que se expresó en la capital y otras ciudades de la República Dominicana.  Por los vínculos de la solidaridad internacional que la difundieron de múltiples maneras en muchos países, “Siete días con el pueblo” fue una genialidad política a través del arte que alcanzó carácter internacional. 

Desde el partidismo y propósitos abiertamente políticos, era imposible en aquellas condiciones hacer una manifestación tan intensa y extensa como esa, y se hizo por demandas mundialmente sensibles como es la libertad para los presos y el regreso a su país de los exiliados políticos, que resumían la necesidad política más inmediata de los dominicanos: libertades públicas y derechos democráticos.

Quienes en esas condiciones pusieron en el centro de su táctica la lucha por las reformas, cual fuera, y la participación electoral, come.tieron un error político.  No fue un error ético, ni moral. Fue un error político.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/cuestiones-de-politica-y-democracia-v-9146564.html

Manuel Salazar



jueves, 29 de diciembre de 2022

Cuestiones de política y democracia (lV)

Por Manuel Salazar 


Marxismo leninismo y democracia

Desde el punto de vista teórico general, e histórico, para el marxismo leninismo la democracia es el socialismo, en tanto este expresa el dominio de la mayoría de la sociedad, de la clase obrera y trabajadora, sobre la burguesía.  Es un estado de situación de la lucha de clases, en el que, la clase antes oprimida, ha conquistado el poder político mediante el derrocamiento de la clase antes opresora, y ha impuesto su régimen político, de democracia para la mayoría y dictadura para una minoría.

Exactamente lo contrario a la situación anterior antes de que la burguesía y sus aliados fueran derrotados, y ejercían la democracia para una minoría burguesa, e imponían la dictadura burguesa a la mayoría de la clase obrera y trabajadora.

El régimen político y social de la clase obrera en el poder, resultaría en absoluto, contrario al burgués.

Difícilmente se encuentre en los clásicos del marxismo leninismo un tema específico que aborde en particular el tema de la democracia. Este ideal del régimen democrático, valga repetirlo, en el socialismo, se encuentra en fragmentos, entre otras obras, como El Manifiesto Comunista, La Ideología Alemana, Crítica al Programa de Gotha, todos de Carlos Marx y Federico Engels; La Guerra Civil en Francia, El 18 Brumario de Luis Bonaparte, ambos de Carlos Marx; El Origen de la Familia, la Propiedad privada y el Estado, de Federico Engels. El Estado y la Revolución, Tesis de Abril e Informe sobre la Democracia Burguesa y la Dictadura del Proletariado y Acerca del Estado, de V.I. Lenin. Hay otras, incluso de otros autores, como José Stalin y Antonio Gramsci.

El planteamiento general, teórico de los marxistas leninistas es que, en anteposición a las ideas del predominio del mercado libre, de la democracia liberal burguesa; la democracia socialista propone la planificación central de los principales ejes de la economía.  A la separación de los tres poderes del Estado y la condición de representantes del pueblo, electos cada cuatro años, en la democracia representativa; la democracia socialista antepone la unidad de gobierno y legislativa en un solo cuerpo, integrado por mandatarios seleccionados de manera directa por el pueblo, revocables en cualquier momento, si se apartaran de los compromisos éticos, morales, sociales y políticos, para los cuales fueron designados. La Comuna de París (1871) fue un embrión modelo de este poder.

Este régimen resulta cuando la clase obrera y trabajadora ha triunfado políticamente y han impuesto su poder. Para Carlos Marx, Federico Engels y V.I Lenin, el Estado, e incluso el gobierno democrático, es inviable en una sociedad capitalista mientras no se destruyan las bases económicas, las relaciones sociales de propiedad privada que la sustentan.

Para el marxismo leninismo, el punto de partida teórico, de abordaje al tema de la democracia, relaciona las condiciones materiales de la sociedad con las instituciones jurídico- políticas que corresponden a dichas condiciones. Es la relación infraestructura- supraestructura que se ha popularizado en manuales y textos con fines educativos.

Abordando esta relación, en el curso de la historia que conduce al establecimiento de las relaciones capitalistas de producción, y su consiguiente expresión en el poder político; en el Manifiesto Comunista, Carlos Marx y Federico Engels, dejan plantada esa postura; dicen:“Cada etapa en la evolución recorrida por la burguesía ha estado acompañada de un progreso político correspondiente”.

En tiempos del feudalismo, fue oprimida, pero en lucha, contra el despotismo feudal. Se constituyó en poder armado en algunos municipios en donde logró superar las condiciones económicas de aquel régimen y la correlación de fuerzas le favoreció, para imponer su orden político. Y hasta se convirtió en un estado subordinado y contribuyente del poder de la monarquía,allí donde sus fuerzas le permitieron configurar un embrión del proyecto de sociedad que consideraba expresaba sus intereses.

Se apodera del poder total, impone su Estado, y por consiguiente su democracia, cuando la gran industria y el mercado se hacen universales; es decir, cuando se imponen, de manera dominante las relaciones capitalistas de producción.  La burguesía derrota a otras clases, las subordina en el terreno económico y político, y entonces instaura el Estado capitalista. A este, Marx y Engels le denominan en el Manifiesto Comunista como el “Comité administrativo de los negocios de la clase burguesa”.

Ese hecho histórico fue resultado de la sustitución de las viejas relaciones de producción y de dominación política feudales, y la imposición de las capitalistas, que tienen en el Estado, o el régimen de democracia representativa, su más actual, conocida y general forma de expresión.

También echó abajo los valores que antes resultaban dominantes. Para imponer su papel total, la burguesía hubo también de imponer sus propios valores. Hasta la dignidad personal, dicen Marx y Engels, la hubo de someter a un solo valor, cual es, el del valor de cambio; el de la mercancía. Todas las libertades antes conocidas, sometidas a una sola libertad, cual es, la del comercio. Todo se supeditó a sus intereses.

En Lenin se confirman estas ideas generales sobre el carácter de clase de la democracia. En sus tesis e informe presentado en 1919 al primer congreso de la III Internacional, justo cuando ya había triunfado la revolución de octubre de 1917, y en muchos países estaba en desarrollo un movimiento revolucionario con perspectivas de ganar el poder.  A los bolcheviques le estaba planteado instaurar el poder de la clase obrera, y grupos oportunistas que se distanciaban del socialismo revolucionario, asumían el reformismo como estrategia, y cuestionaban a los comunistas triunfantes las ideas y esfuerzos de imponer un régimen proletario, de democracia para la clase obrera y sus aliados, y de coerción para la burguesía y sus aliados derrocados.

Estos oportunistas reivindicaban una “democracia pura”, “democracia en general”, al margen de la lucha de clases. Sus planteamientos no hacían las preguntas ¿Cuál democracia? ¿Para quién la democracia?.

En un momento de ruptura por la vía revolucionaria de las condiciones políticas establecidas, ya realizada la revolución democrática que había echado abajo al régimen zarista en Rusia, y en lo adelante el proceso asumía la perspectiva socialista, Vladimir Ilich- Lenin- defendió la tesis marxista de democracia para la clase obrera y trabajadoras, e imposición de dictadura para las clases dominantes derrotadas.

Antonio Gramsci postula la esencia de este planteamiento. En su concepto de hegemonía, que es su aporte esencial a la cuestión del Estado, y de la democracia; desarrolla la idea de que la clase dominante, sea la burguesía en su momento de dominación, o la clase obrera en alianza con otros sectores oprimidos ejerciendo el poder, además de dominar en la economía y la política, y ejercitar los instrumentos coercitivos, necesitan hacerlo en la dimensión cultural e ideológica para imponer su régimen. No bastan las leyes y decretos; la fuerza del ejército y la policía; los tribunales y las cárceles; también les será necesario imponer su visión del mundo a través de la escuela, los medios de comunicación y las distintas manifestaciones artísticas. Necesitan imponer sus valores. “Los valores dominantes en una sociedad son los de las clases dominantes”,dirían Carlos Marx y Federico Engels en su libro La Ideología Alemana.

El de la burguesía, es un poder económico, político e ideológico. Es clase dominante, porque domina esas tres dimensiones.  Su Estado burgués, es una amplia madeja de instituciones políticas (Poder ejecutivo, congreso nacional, ayuntamientos, partidos, junta central y tribunal electoral); jurídicas (altas cortes, tribunales, cárceles); militares (cuerpos de las fuerzas armadas y de la policía nacional) e ideológicas (iglesias, universidades, escuelas, prensa, televisión, radio) que tienen el propósito de garantizar la estabilidad y desarrollo de los intereses de la burguesía.

A ese fin, explota a la clase obrera y trabajadora en general; elabora e impone leyes para aplicárselas a sus contrarios. También destruye valores y costumbres tradicionales; o se apropia de las mismas, las deforma e incluye en su arsenal de recursos para imponer en la colectividad social la creencia de que el “status quo” es de la sociedad en general, de todos y todas; eterno e inviolable.

En resumen, desde el punto de vista teórico, e histórico, no puede hablarse de democracia en general, sino de cuál democracia, del régimen de cuál clase. El concepto democracia está ceñido a la lucha de clases, a su nivel de desarrollo en un momento histórico; o su solución mediante el triunfo político de una clase sobre otra.

En la teoría general marxista no hay lugar para el postulado liberal según el cual el Estado representa a la comunidad total y es expresión de lo público; del interés general.

Y así, debemos tener claro que cuando los comunistas y los revolucionarios hacemos una defensa de lo público, de espacios, escuelas, universidades y hospitales públicos, estamos reclamando concesiones a la burguesía; nos movemos en la esfera de las reformas.  Estos reclamos al gobierno burgués, y conquistas cuando se logran; son pasos de avance dentro del proceso de lucha general por la emancipación revolucionaria.  No son un fin en si mismos. Porque, en general, el Estado inserta áreas públicas en su proyecto estratégico como necesidad de su dominio global. Construye carreteras, barrios, urbanizaciones, avenidas y calles, principalmente para el flujo de mercancías, y revalorar territorios, para hacer negocios con estos. Modela, además, a la sociedad, como quiere modelarla.

La ciudad y sus transformaciones, están directamente relacionadas con los cambios en el modo de producción y los consiguientes cambios en la esfera de las ideas. Así, puede decirse, que hay una ciudad que resulta inmediata de la primera revolución industrial (1760- 1840); que acerca a las personas de las regiones rurales a los centros donde operan las industrias, como necesidad del capital de tener disponible mano de obra cercana; las concentra en barrios, en los que también aparecen escuelas, centros de diversión y de abastos.

Y puede decirse que existe una ciudad que desarrolla como resultado de la globalización neoliberal, que destruye centros históricos de pobladores; integra corredores y puentes a desnivel; instala plazas comerciales que, además de ser lugares para la realización del valor en la distribución y venta de las mercancías, se pretenden los espacios públicos para la socialización de las personas que ya no cuentan con los parques tradicionales; además de ser expulsadas a los “barrios dormitorios” distantes del centro de las ciudades; destruye áreas del territorio con vocación para la producción agropecuaria y allí construye  urbanizaciones para estratos sociales de diferentes ingresos económicos.

Así, la ciudad es también es un espacio para la lucha de clases. Qué tipo de ciudad corresponde al interés de la burguesía, y cuál al de las clases trabajadoras, es un tema relacionado con la lucha por el poder político.

Todo hasta aquí, refiere a un planteamiento teórico, un marco general, que procura poner en relieve el ideal general de sociedad que se proponen construir los comunistas.  Una formulación que entra en la esfera de los principios esenciales; si se quiere, del programa máximo de los comunistas.

https://acento.com.do/opinion/cuestiones-de-politica-y-democracia-iv-9146379.html

Manuel Salazar



miércoles, 28 de diciembre de 2022

Cuestiones de política y democracia (III)

Por Manuel Salazar 

 La democracia práctica y la especulativa en la Grecia antigua.

Democracia, del griegodémokratia, quiere decir, poder del pueblo. En la antigüedad, eso significaba participación directa del pueblo en el gobierno, que tenía varias magistraturas, algunas jurídicas; y el pueblo hacía parte de las mismas.  Muy diferente a la democracia representativa de hoy, en la que el pueblo elige a representantes y, al tener poder de elegir, constitucionalmente se le considera la expresión de la soberanía popular, sostén del poder.

En la démokratiagriega el pueblo era el gobierno, no elegía al gobierno, sino que lo ejercía de manera directa. Aquí hay una diferencia sustancial con la democracia liberal de hoy, y que, descontadas las diferencias de circunstancias históricas, por ejemplo, en el tamaño de la población de aquel tiempo y la de hoy, es preciso tomarla en cuenta para el debate de hoy en torno al reclamo de democracia participativa.

Entre paréntesis.El régimen político de Cuba, con su sistema electoral en el que el pueblo postula desde su sector territorial o social a las candidaturas para decidir  las asambleas provinciales del poder popular, y  lo mismo,  para la asamblea nacional que, a su vez, escoge al presidente y cuerpo de gobierno, es un salto dialéctico de aquel esbozo de régimen democrático iniciado en la ciudad de Atenas por los griegos, en unas condiciones históricas en que la población es inmensamente más grande que aquella y, además, ha tenido lugar una revolución popular que le ha dado verdadera soberanía al pueblo. Cierra el paréntesis.

El tema de la libertad, al igual que la igualdad, fueron centrales en la democracia original griega.  La primera se consideró el principio rector de la democracia, y se la entendía como el derecho a gobernarse así mismo, a ser parte del gobierno; y la segunda como que todos los del pueblo tuvieran las mismas oportunidades y posibilidades de ser gobierno.

Luego estas prácticas de democracia en Atenas serían teorizadas principalmente por Platón y Aristóteles, como ya se ha dicho, sus respectivas obras La República y La Política condensan sus opiniones al respecto.

De su parte, Platón ( Años 427- 347 antes de Cristo) sería un crítico a la democracia del pueblo ateniense; le cuestiona que no estuviera sujeta a principios guías y se despreocupara de los estudios que debían seguir los hombres para llegar a la política, y en cambio fuera tolerante con alguien por solo considerarse amigo, o parte del pueblo.

El proyecto de ciudad democrática concebido en la República estaría integrado por tres clases en condiciones cada una de satisfacer sus particulares necesidades, y en cada una, personas con la “naturaleza” y educación que mejor las habilitara para cumplir las funciones que cada clase debía asumir. Los encargados de producir, es decir, de la economía; los guerreros, responsables de la seguridad y defensa militar; y los sabios, a cargo del gobierno. Los sabios gobiernan; los guerreros vigilan y combaten, y los otros producen.

Hay en Platón una concepción elitista de la democracia; en su propuesta deben gobernar los sabios.

Un aspecto a poner en resalto en la propuesta de Platón, es que la posición que ocuparía cada hombre en ese esquema, estaría determinada “por su naturaleza”.  Las clases estarían determinadas no por su lugar en la producción material, sino por la función que ocupe en la ciudad, en la república valga decir.

Pero esas funciones, a su vez, estarían determinadas por el deseo intrínseco de cada persona. En Platón, las características del alma de cada persona resultan determinantes en sus deseos, sus necesidades, y, por tanto, se inscribirían a cumplir la función con la cual puedan satisfacerlas.  Así, sería que las personas con deseos de riqueza, se harían empresarios y cumplirían esa función en la democracia; las que tienen necesidad de honor, serían militares; y los que les motiva el saber, el conocimiento, serían sabios y ejercerían el gobierno. Estos últimos serían los únicos capaces de comprender y practicar lo que es bueno para ellos mismos y para los demás, y harían la dirección política ideal para la mejor ciudad.

Es un pensador idealista al servicio de la oligarquía, y esta condición le lleva a proponer un modelo de régimen que se corresponda con los intereses y la visión de la vida de ese sector.

Las ideas liberales de hoy, recurren de manera obligada a las fuentes primigenias del pensamiento de Platón.  En su libro El fin de la historia y el último hombre, en la que de manera apresurada declara la victoria definitiva, por siempre, del liberalismo político, sustentado en términos materiales por el libre mercado; Francis Fukuyama se apoya en Hegel en muchas de sus conclusiones; pero busca muchas de las teorizaciones de este en las especulaciones filosóficas de Platón.

De hecho, la teoría del marginalismo, conocida en el pensamiento económico como neoclásica, surgida en la mitad del siglo XIX para contrarrestar principalmente la teoría del valor de Carlos Marx, tiene en su visión del valor subjetivo,  mucho del supuesto de Platón de que la psicología y el alma importan  en la decisión de las personas a qué y cuánto consumir en un determinado momento. Refieren al “Homo economicus”.

Según esta corriente, los seres humanos son por “naturaleza” racionales y egoístas,  y desde esa condición toman las decisiones para demandar, o consumir determinado bien.

De esa manera, y aunque parezca vulgarizar el tratamiento del tema, si una persona va al mercado y compra coditos, en vez de lasaña, o camarones, no es en general porque no disponen de dinero suficiente en sus bolsillos, sino porque en su alma existe una predisposición a escoger el primero y no los otros.

El premio nobel de economía del año 2002, fue concedido a los especialistas en psicología social, el israelí- norteamericano Daniel Kahneman y el norteamericano Vernon Smith, “por aportar ideas desde la investigación psicológica en la ciencia económica, sobre el juicio humano en un mercado de incertidumbres”.

La libertad, por supuesto, es un tema central en Platón. Pero la observa a partir también de su visión sobre el papel del alma. Para él, la libertad es una expresión del deseo del alma de vivir como se quiere. Mientras la democracia práctica distinguía la libertad en la esfera pública, como el derecho a participar en el gobierno; y la libertad en la esfera privada, como el derecho a llevar su vida particular como se quiera; Platón no concibe esa diferencia y asume la libertad en cualquier ámbito, como el derecho a vivir como cada quien quiera.  Por eso, concibe la posibilidad de varios regímenes políticos en una misma democracia. Porque el derecho a vivir como se quiera en la vida privada también debe expresarse en la esfera pública.

Esta es la fuente antigua de la reducción del papel del Estado a un simple marco regulador que postula el liberalismo primero, y el neoliberalismo en otras condiciones históricas.

La libertad, que es un tema central en la cuestión democrática, está desconectada, tanto en Platón como en la filosofía hegeliana y en la filosofía política y económica de los liberales modernos, de las condiciones materiales, del desarrollo de los intereses y las luchas de clases. Aquella, se ha dicho, refiere a una cualidad del alma de las personas, a un deseo, el de ser libre. El Estado, que surge en unas condiciones materiales e históricas, es, en esa filosofía, una realización orgánica de esos deseos del alma, y no puede bajo ninguna circunstancia contravenirlos. En la concepción hegeliana, las leyes del Estado, como expresión de lo universal, deben armonizar con lo particular, que serían los deseos de libertad de las personas. Las leyes del Estado no deben imponerse a los deseos individuales.

Las relaciones sociales de producción, la economía, el capitalismo en las condiciones actuales, que son la causa del Estado; en Platón y sus continuadores filosóficos en circunstancias posteriores, es una realización del espíritu.

Para los marxistas leninistas, la libertad no es más que la actuación, cualquiera que sea la forma de esa actuación; a partir del conocimiento de los procesos de vida, naturales, económicos, políticos y culturales en general que ocurren; es actuar con conocimiento de causa, del por qué, y hacia qué, de las cosas y los fenómenos naturales y sociales. La libertad es un resultado de la lucha de clases.  Hay, o habrá, tanta libertad para los trabajadores y el pueblo en un régimen determinado, cuanto más conscientes sean de su situación en el mismo; y más, cuantos procesos de lucha lleven a cabo para conquistarla.

La lucha por la democracia, la conquista de la libertad, está ceñida a unas condiciones políticas y sociales que, en principio no dependen de la voluntad de los seres humanos, sino que la condicionan; y posteriormente, esta influye y hasta con su actuación las cambia.

El voluntarismo, muy presente en el movimiento revolucionario y en el progresismo dominicano, es una manifestación política de las ideas de Platón y de los idealistas en general, en tanto confunden sus deseos con la realidad, y asumen consignas e intentos de luchas que en la forma parecen radicales, pero inviables al menos por el momento; porque no concuerdan con la realidad de ese mismo momento.

En cuanto a Aristóteles (Años 384- 322, antes de Cristo) refiere, hay en su pensamiento elementos de confluencia con Platón en el desprecio a la democracia participativa, en la que el pueblo en tiempos de Pericles se gobernaba así mismo. A lo que llama “caprichos populistas de una asamblea popular”.  Lo singular en Aristóteles es la “Politeia”, que sería el poder de una constitución en la cual la oligarquía domina y permite espacios de participación al pueblo, “para bien de toda la comunidad”.  El elemento “bien común” es importante en la concepción aristotélica de la democracia. ¿Se gobierna para una clase o para el bien de la comunidad?  Es una pregunta central en Aristóteles. Y, por supuesto, responde que lo importante “es el bien de la comunidad”. Pero domina la oligarquía.

La democracia representativa de hoy sería una derivación desarrollada en las circunstancias del capitalismo, de ese régimen que Aristóteles denominó “Politeia”.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/cuestiones-de-politica-y-democracia-iii-9146013.html

Manuel Salazar



martes, 27 de diciembre de 2022

Cuestiones de política y democracia (ll)

Por Manuel Salazar 

Algo más sobre la democracia

Además de las luchas de los de abajo, Atenas, vivió la circunstancia de tener que librar las guerras médicas contra el imperio persa, y las del Peloponeso, contra Esparta y necesitó del pueblo como ejército.

El pueblo no era entonces todo el cuerpo social de la ciudad, sino solo las personas que no pertenecían a la aristocracia. En Grecia existía una casta aristocrática, por decir, los ricos. Y todos los que no pertenecían a esa casta de ricos, eran del pueblo. Por ahí podría estar que la necesidad de contar con masas para las guerras condujera a esta aristocracia a darle participación directa en el gobierno a ese pueblo. Era una necesidad de las condiciones políticas y sociales. Una cuestión práctica.

A Pericles (Años 495- 429 antes de Cristo), la historia le atribuye el haber aprovechado un acto de homenaje a los caídos en el primer año (421 AC) de la guerra del Peloponeso para exaltar los valores de democracia que caracterizaban la ciudad, y mediante ese recurso animar al pueblo a combatir. Su idea fue, si Atenas es una ciudad democrática, en la que el pueblo mismo gobierna, entonces vale la pena combatir y hasta morir por ella en una guerra dura y larga como aquella.

Un aspecto de singular importancia en la exaltación a la ciudad democrática que hace Pericles, es el lugar que da a la educación en la misma. La educación ateniense se dirigía a formar un hombre integral (Hoy corresponde decir, un ser humano integral, hombre y mujer, MS), con formación en cualquier ámbito del saber, pero también en valores y virtudes, lo que los griegos de la antigüedad consideraban un hombre excelente.

Asocia la educación a la ciudad democrática; al régimen democrático, y este a la participación directa en el gobierno. La libertad, como un valor de la democracia la asocia a la educación y la participación democrática. La democracia sería tal, si garantiza educación y participación cimentadas en la libertad.

Han pasado siglos desde ese discurso de Pericles, y es de destacar en el mismo la importancia que da a la educación en el propósito de formar seres humanos(hombres decía en aquel tiempo)con competencias prácticas para cualquier ámbito de la vida, pero también dotados de valores del humanismo como la amistad, el sacrificio, la libertad entre otros.

Precisamente, la ofensiva neoliberal en el área de la educación ha sido dirigida a desmontar del currículo la enseñanza de la humanística para dejarlo en la formación de seres humanos centrados en el empleo para el mercado.

La educación en la Atenas antigua era una necesidad de la democracia, de la libertad y del espíritu de combate del pueblo, de su disposición a morir en defensa de su ciudad democrática.

Aquí hay un atisbo, naturalmente en las circunstancias sociales y políticas de la antigüedad, del concepto de libertad; entendido este, hoy en la filosofía marxista, como conocimiento de causa de los fenómenos que ocurren, que cimenta la actuación libre, que no en libertinaje, de los seres humanos en los procesos políticos y sociales. Sería como decir, que son libres y ejercen derechos con libertad, las personas con conocimiento de causa y efecto de los hechos que los impactan.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/cuestiones-de-politica-y-democracia-ii-9146011.html

Manuel Salazar



lunes, 26 de diciembre de 2022

2023: Un año para avanzar

Por Guillermo Moreno 

La debilidad congénita de la democracia dominicana es la ausencia de contrapeso político alternativo al interior de los poderes y órganos de poder que hubieran obligado a definir y ejecutar políticas públicas con un contenido más equilibrado de justicia social, de participación y de calidad de la representación ciudadana. 

La cruda realidad es que la derecha política y el conservadurismo tradicional han dominado por siempre los poderes públicos y órganos de poder y se han impuesto en la definición y ejecución de las políticas públicas. 

Luego de la decapitación de la dictadura, apenas cinco años después pasamos de nuevo a una versión de democracia autoritaria que restituyó muchos métodos y personajes del régimen trujillista. La llamada apertura democrática a partir de 1978 derivó en una versión de democracia meramente electoral, plagada de fraudes, y que progresivamente se hizo cada vez más clientelar, asistencialista y corrupta. 

En todas estas décadas, el pueblo dominicano no dejó de luchar por un país de justicia social y por una verdadera democracia en cuyos órganos de poder estén representados los intereses de las grandes mayorías. Pero ha resultado que cada vez que el pueblo confió en partidos de tradición liberal y democrática fue traicionado, pues éstos arriaron sus banderas y terminaron sometiéndose a los intereses de la minoría oligárquica y asumiendo las banderas del conservadurismo político. Es eso lo que pasó en mayor o menor medida con los gobiernos del perredé que abandonó su programa socialdemócrata, con el peledé y la liberación nacional y ahora con el pereeme convertido en abanderado del modelo neoliberal. 

Pero hay más: muchas organizaciones democráticas y de tradición revolucionaria y de izquierda han estado aliadas a estos partidos en el ejercicio del poder, incluyendo connotados dirigentes de estas organizaciones políticas que fruto de estas alianzas obtuvieron representación como senadores y diputados y ocuparon ministerios y, cuando revisamos su paso por esos órganos de poder, comprobamos que no hicieron la diferencia, más bien renunciaron a sus propuestas políticas originarias y tuvieron desempeños mediocres, sin ignorar los que usaron el cargo para enriquecerse ilícitamente y ascender económica y socialmente. 

Esta ausencia de contrapeso político-ideológico alternativo en los poderes del Estado se debe también a que durante muchas décadas la izquierda dominicana por línea general se ausentó de los procesos electorales o intervenía al final de forma testimonial, todo lo cual contribuyó a que no se arraigara en ella una cultura de participación electoral, ni se construyeran candidaturas ni se crearan maquinarias electorales para la defensa del voto. En esas condiciones, a pesar de existir amplios sectores que tienen un sentimiento e identidad democrático, progresista y de izquierda, se mantienen dispersos por ausencia de una direccionalidad que los articule en la disputa del poder y les permita alcanzar representación en la dirección del Estado. 

Es realmente digno de estudio que a pesar de ser una fuerza política que ha estado en la primera fila en todos los eventos, luchas y crisis de las últimas siete décadas, la izquierda y los sectores progresistas, no han tenido, bajo su propia identidad político-ideológica, una representación significativa y sostenida en los órganos de poder del Estado, que la hubiera convertido, por lo menos, en uno de los ejes fundamentales para el ejercicio del poder político en el país. 

Esta es la perspectiva que es necesario cambiar y ciertamente el 2023 brinda la posibilidad de avanzar en esa dirección. 

Lo primero a destacar es que la salida del peledé del poder ha permitido que frente al gobierno del pereeme hayan quedado deslindadas la oposición del retroceso, representada por el peledé y la fupu y sus aliados, y la oposición alternativa que la expresan los sectores democráticos, progresistas y de izquierda. 

Precisamente, desde hace varios meses, por diferentes vías se empujan en el país iniciativas para desarrollar una política de coalición que articule diversos sectores políticos y sociales para participar en el proceso electoral en curso con una propuesta política alternativa, con candidatos propios, que les de identidad y la diferencie del resto de las opciones políticas tradicionales. 

El hecho de que, en este momento, cinco partidos que se ubican en el ámbito progresista cuenten con registro electoral significa un cambio de actitud respeto de la búsqueda de la representación política en los órganos de poder del Estado por la vía electoral.

Hay que añadir que no deja de ser una influencia estimulante las experiencias triunfantes que se vienen sucediendo en América Latina en donde, en las últimas décadas, en más de una docena de oportunidades los sectores progresistas y de izquierda han ganado el poder y amplias representaciones en el gobierno local y el congreso, en muchos casos en condiciones más adversas que las que se presentan en nuestro país. 

El 2023 puede representar pues una real oportunidad para avanzar en esta perspectiva si se es capaz de actuar para vencer los obstáculos presentes, tomando muy en cuenta que tan solo faltan 13 meses para las elecciones municipales de febrero de 2024 y 15 meses para las presidenciales y congresuales. 

Tres cuestiones deben concentrar en un primer momento la atención: i) concretar las que serán las candidaturas nacionales de la coalición y aquellas candidaturas locales que sea posible definir ahora; ii) elaborar un programa de gobierno que exprese los mínimos indispensables de la propuesta alternativa; iii) definir la coalición de forma estructurante que permita la integración en el proceso de organizaciones políticas, sociales, personas independientes que asuman las candidaturas y el programa de gobierno. 

Es decir, para convertir el 2023 en un año de avances significativos, lo ideal es que en los próximos dos meses ya esté actuando la Coalición Político Electoral Alternativa, con candidatura presidencial identificada; las candidaturas locales que sea posible definir; participando en el debate nacional y local con identidad y propuestas y discurso propios diferenciándose de las propuestas del partido de gobierno y de la oposición del retroceso.

Si se fuera capaz de armar la coalición y echarla a andar en los primeros meses del 2023 y desplegar por el territorio y con los diversos sectores las candidaturas nacionales y locales, y posicionar con tiempo frente al electorado las propuestas alternativas, es seguro que el 2023 se convertirá en un año de avance en el logro de los objetivos de la coalición: entrar en la disputa del poder político desde una identidad alternativa propia y convertirse en el necesario contrapeso político en el escenario electoral y alcanzar una representación significativa en los órganos de poder del Estado y abrir las puertas a un nuevo orden democrático de justicia social.

Fuente: https://www.diariolibre.com/opinion/en-directo/2022/12/25/2023-un-ano-para-la-izquierda-dominicana-avanzar/2179648

Guillermo Moreno