viernes, 22 de mayo de 2020

DE MANUEL SALAZAR: CARTA ABIERTA A MODESTE FORTUNE

Mi querido camarada Modeste Fortune
Al reiterarte mi cariño y respeto, te felicito por tu entrega a la tarea de unir la izquierda y el progresismo. Esta es una tarea tan noble como necesaria.
Es inconcebible pensar la revolución dominicana, sin un proceso de unidad de las izquierdas. Por eso, tu empeño es noble.
La cuestión hoy, no es discutir sobre la necesidad de la unidad; sino cómo trabajarla para que tenga frutos. Esta es la cuestión.
Yo, tu amigo, te aconsejaría una reflexión detenida para buscar caminos nuevos; y para eso, hay que reflexionar las causas de por qué a pesar de tantos esfuerzos serios, y no pocas prédicas, en favor de la unidad, esta no se ha podido. Al menos de manera trascendente.
No olvides las palabras de Einstein:
"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo". A él se le atribuye haber dicho algo que no dijo, pero que es bueno recordar al propósito de lo que quiero señalarte que no hagas: "Locura es hacer una y otra vez lo mismo, esperando obtener resultados distintos".
Porque ahora hay varios polos unitarios. Pero sin mucha relevancia política.
Han habido esfuerzos importantes y por lo mismo, impactantes. El Frente de Izquierda Dominicana, el Bloque Socialista, la Unidad Caamañista Revolucionaria, la Unidad del Pueblo, la misma Fuerza de la Revolución originaria; y otros, fueron significativos.
Y se disolvieron. Y peor, de ahí, resultaron más divisiones, querellas y previsiones.
¿Por qué camarada?
Esto hay que reflexionarlo seriamente.
Te doy un detalle: la gente que más ha dividido la izquierda, es la que más habla de unidad.
Te digo todo esto, porque creo en la unidad de la izquierda. Y lo planteado es solo para reivindicar la necesidad de buscar otras vías y formas para construirla.
Te voy a entregar el plan estratégico para la Unidad de Izquierda que concibió el PCT hace 25 años, y que comenzó a poner en práctica con mucha dedicación y desprendimiento. Pero sin resultados que se correspondan con lo mucho entregado. ¡25 años en eso!
El PCT ha aportado mucho para la unidad. Su unidad interna, estabilidad, las plataformas que ha construido, y sus modestos recursos, han estado siempre al servicio de muchos sectores. Grupos colapsados encontaron siempre la mano amiga que les proporcionó la unidad y esta estabilidad internas del PCT.
Y los resultados son pocos. Algunos hasta lamentables.
No se puede construir la unidad con los mismos que han dividido la izquierda. Que siempre dividen hasta lo que ellos mismos construyen. En el escenario por la unidad están los mismos que se pelearon en sus partidos y se dividieron, o distanciaron. No hay nada nuevo que no sea las siglas creadas como resultado de esas divisiones y mal querencias. Los militantes son los mismos de siempre.
Hay que buscar formas y rumbos nuevos.
Yo que tú, haría más caso a esa juventud que comienza a protagonizar la actividad politica en el país. Ahí está el presente y futuro de la revolución dominicana. Y por supuesto, de la unidad.
Yo, que tengo 25 años sin descanso, instando al PCT a que practique la unidad, de la única manera en que se puede hacer unidad: haciendo concesiones; más allá de lo creible; dando sin recibir nada; hoy tengo mis previsiones que van más lejos de lo que habitualmente tomamos en cuenta en estas cuestiones políticas.
Seguiré en esas con más determinación, cuando pase el ruido de la coyuntura electoral, y las tácticas en consecuencia tengan que ser redefinidas.
Siempre valoramos la cuestión social, de clase, de la gente con la que nos involucramos.
Pero poco, o ningún caso, hacemos a la cuestión humana, a la pasta humana, de esa gente con la que trabajamos la unidad. El don de gente, le dicen algunos. Esa es una deriva que debe ser apreciada.
Buena parte de los problemas que tiene la izquierda, deviene de la pasta humana de sus dirigentes. En suma. Hay graves problemas de humanidad. Hay un humanismo burgués, y hay un humanismo revolucionario. Los revolucionarios debemos proponernos fortalecer cada vez nuestro humanismo.
No se puede ser revolucionario consecuente sin este humanismo en nuestra esencia. Podemos luchar contra los imperialistas y la opresión, pero no ser esencialmente revolucionarios. Por eso, han degenerado en opresores muchos líderes una vez llegaron al poder.
En medio de las competencias burdas, irracionalidades, escarceos y consecuencias negativas de todo esto, uno tiene que ser positivo siempre y procurar destacar el más elemental rayito de luz que aparezca.
Tras 25 años de práctica unitaria, valorando la dimensión humana, tengo entre mis mejores recuerdos y en un respeto casi sublime a Ramón Almanzar, a pesar de que tuvimos pocas coincidencias y muchas diferencias; estoy muy conforme aun con lo poco logrado en el CODEIM y sus integrantes; me siento honrado de la amistad lograda con Secundino Palacio y su familia; con Iván Rodríguez y su compañera doña Miriam; de Fidel Santana distingo su trato delicado, respetuoso, aunque difiera de él en muchos asuntos de la práctica politica. Igual con Juan Gómez. Sigo teniendo trato de hermano con Fernando Peña, por encima del va y viene de nuestras diferencias y coincidencias. Tengo un respeto callado por Peguero, por su sobriedad, aunque a lo mejor no estemos nunca juntos. Discrepo en mucho de JS, pero lo asumo como uno de los militantes más completos del movimiento, por su formación teórica, voluntad de trabajo y otras cualidades.
En atención a la importancia que doy a lo humano, sigo teniendo admiración, cariño y respeto por Fidelio Despradel, a pesar de sus circunstancias, que de hecho, expresan una de las dos más amargas experiencias que he sufrido en materia de procesos unitarios. Y con más diferencias conceptuales que coincidencias, tengo entre mis grandes cariños al Gordo Oviedo, al Dr. Angel Pichardo y Francisco Luciano.
Fafa Taveras sigue siendo uno de mis íconos principales.
Bien conoces que Narciso Isa Conde probablemente sea el dirigente de izquierda del cual estoy políticamente más distante; pero valoro y lo inculco en el PCT, supremamente, su voluntad, y empeño por elaborar teóricamente sus políticas. Algo encomiable en un ambiente donde predomina la práctica de "hacer política de oido".
Asumo las diferencias como algo natural, y como punto de partida del desarrollo. Pero pongo distancia cuando observo afecciones humanas en nombre de la política y hasta de la revolución.
Camarada Fortune, como marxistas leninistas que nos asumimos, tomamos esta ciencia como la guía de nuestras líneas y pasos políticos. Esto es correcto y fundamental.
En este aspecto es importante que hagas un esfuerzo para dilucidar temas de tanto interés como son la táctica y la estrategia; el ámbito de cada una y su relación. Porque en nuestro pais, la táctica, que es pasajera, suele dividir, aunque haya coincidencias en la estrategia, que es permanente, al menos durante una etapa de la revolución.
Entre parentesis. El PCT ha participado en doce (12) procesos electorales, de los cuales en nueve (9) ha promovido la, y participado, en unidad progresista y de izquierda( 1990, 1994, 2000, 2002, 2004, 2006, 2008, 2010, 2012); en uno ( 1996) apoyó sin acuerdo y de manera pública al Dr. Peña Gómez, mientras otros de izquierda, lo hicieron a ocultas. Algunos de los críticos a la táctica actual del PCT apoyaron ese año al PLD y Leonel Fernández.
Sólo en 2016 y 2020, hemos alentado acuerdos a nivel presidencial con el PRM, sobre la base de un análisis racional, objetivo, de la coyuntura nacional.
En el 2006 hicimos "acuerdos puntuales" en tres provincias, con el PRD de entonces, y en las restantes provincias pusimos nuestra boleta a disposición de la izquierda y el progresismo.
¡Esos "acuerdos puntuales", que se asumen buenos o malos dependiendo d quién los asuma!
En nueve (9) de doce (12) elecciones, promovimos la participación unitaria de la izquierda y el progresismo. Entonces, la izquierda diletante criticó esa política. Esa misma izquierda se atreve a decir que el PCT es bisagra del PRM. Palo si boga, y palo si no boga. Cierra el paréntesis.
Las derivaciones orgánicas, y en la personalidad/ temperamentos de la izquierda y el izquierdismo en nuestro país, es casi para la literatura. Hace dos años dejé de contar en 72 la cantidad de grupos que se reivindican la izquierda, no de izquierda, sino la izquierda, en el país. Y parejo a esta deriva, se cuentan 500 Comandantes de la revolución de abril de 1965. Y así 500 más derivas lamentables.
Por todo, afirmate en el Marxismo leninismo para analizar y definir perspectivas. Pero no descarte apelar a las enseñanzas de los filósofos clásicos de la antigüedad, que "sintetizan lo más avanzado que logró el pensamiento humano hasta el siglo XIX", los cuales fueron valorados por Marx y Engels. Allí hay muchas enseñanzas acumuladas.
Séneca, en sus Cartas Morales a Lucilio, te podría ser de gran ayuda. Hay en esos escritos mucha enseñanza de humanidad; que te insisto, debe ser tomada en cuenta. Porque, aunque la clase y la posición de clase son las importantes; a principio y fin de cuentas, trabajamos con seres humanos insertos en un contexto social e histórico, donde predominan unas tradiciones y valores que también disputamos.
En lo que muchos ven "problemas de la izquierda dominicana", yo he comenzado a ver un importante componente de afección de humanidad, principalmente en los dirigentes.
¿Cómo llevar la lucha ideológica en este plano? Es cuestión que no tengo claro.
Y, aunque te parezca extraño, el Quijote de la Mancha, ayuda algo. En esa obra, hay muchas enseñanzas de vida. Ahi encontrarás caracterizada, por ejemplo, la personalidad "contrahecha", muy presente en el izquierdismo del patio, que no en la Izquierda dominicana.
Un abrazo,
Manuel Salazar

Mayo, 2020



¿QUÉ CLASE DE GENTE SOMOS?

Por: Manuel Salazar
Es una pregunta que a lo mejor no tenga respuesta, pero cabe, así sea para llamar la atención sobre el peligro objetivo de que «la dictadura del PLD – Gobierno» se mantenga más allá del 2020, a causa de la falta de unidad de la oposición, aún y cuando en el pueblo hay enormes potencialidades para lograr el cambio.
Si. ¿Qué clase de gente somos? Que gritamos voz en cuello «sufrimos una dictadura de partido único»; que inscribimos en una plataforma que «para derrotar al PLD hay que unir y movilizar política y socialmente a todos los sectores de la oposición»; que decimos «no hay posibilidades de cambios democráticos mientras el PLD sea gobierno» y que a este «nadie le gana solo». Pero no hacemos nada significativo, o hacemos lo contrario, al sentido de unir las fuerzas políticas y sociales para corresponder, en los hechos, a todas esas conclusiones dichas de manera reiterada en palabras habladas y escritas.
Mientras en casi todos los países la historia está llena de experiencias de coaliciones y concertaciones entre grupos políticos diferentes y hasta tradicionalmente impugnados entre si, que se unieron para lograr un objetivo común, en nuestro país en cambio no pasamos de las prédicas unitarias.
Hace apenas días, Pedro Sánchez al frente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), ganó las elecciones; pero dado que el congreso es quien decide, no obtuvo las diputaciones suficientes para hacer gobierno y se ha visto así en la necesidad de hacer acuerdos para obtener la cantidad necesaria y poder ser investido como presidente. Era previsible desde antes de las elecciones que no lograría la mayoría calificada, y a fin de crear condiciones para pactar acuerdos con el partido Podemos, por ejemplo, hubo de bajar el perfil a sus cuestionamientos al gobierno del presidente Nicolás Maduro de Venezuela, además de asumir unas determinadas propuestas de políticas públicas.
La cuestión es que Pedro Sánchez, necesita entre otros, de los votos de Podemos en el Congreso y le hace concesiones a este para lograr acuerdos; y este propone políticas a ese mismo propósito, y llegarían a unos entendidos que facilitarían la instalación de un gobierno de compromiso. El que ganó la mayoría, pero no lo suficiente, gana el derecho de tomar la iniciativa de buscar los apoyos que le faltan para poder ser gobierno, y los que ganaron menos, aceptan ese principio democrático de la mayoría, y asumen la concertación de políticas públicas y hasta de cargos en el gobierno, como condición para sumar sus votos.
Ambos, PSOE y Podemos, tienen de común, además, que quieren cerrarle el paso a la posibilidad de que la derecha rancia y la ultraderecha ganen el poder, y echan a un lado sus reconocidas diferencias para golpear juntos al enemigo principal. Hacen los deberes de la política.
Hablo adrede de Podemos, porque entre los que rehúsan la línea de la concertación, los hay que lo asumen como modelo para convertirse en el país en lo que esa fuerza es en España. Pero no valoran como lo hace este partido, que en la lucha política, institucional, y hasta en la subversiva, la concertación es un instrumento habitual, entre fuerzas diferentes, que en algún momento coinciden en un objetivo inmediato y encuentran puntos programáticos comunes para actuar juntos.
Así ha sido y es en casi todos los países. En Brasil, Chile, España, Indonesia, Ghana, para abrir puertas a una transición democrática desde dictaduras militares, fue necesidad, y por tanto tarea de primer orden, armar una coalición política y social entre partidos, movimientos y líderes de ideologías y orientaciones políticas diferentes, y enfrentadas unas a otras durante mucho tiempo.
En México, que es un caso parecido al actual nuestro, la concertación entre diferentes fue también un requerimiento; para dar paso a una transición democrática desde un régimen dominado por un partido único que se constituyó en «dictadura perfecta», sustentada en una constitución, en leyes, un congreso, y la celebración de elecciones regulares cuyos resultados de antemano se sabían favorecerían al partido en el gobierno.
Si Manuel López Obrador (AMLO) es hoy presidente de México, fue porque antes ocurrieron unos cambios democráticos mínimos en ese país, que quitaron la hegemonía sempiterna al Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Hoy, algunos ven el triunfo de AMLO como el ejemplo de que ellos pueden. Y es cierto que pueden. ¿Pero cuándo?
Olvidan o desconocen que el triunfo de AMLO es resultado de cambios políticos e institucionales que se dieron años atrás; cambios que resultaron de concertaciones y de la presión popular y social y que comenzaron a airearse en 1988 por las maneras en que el PRI, con Salinas de Gortari como candidato presidencial, se impuso en las elecciones de ese año; y que, por demás, necesitaron del escándalo político que constituyó el asesinato de Donaldo Colosio, un líder- candidato presidencial del PRI que apostaba por las reformas.
AMLO es resultado. Y, ahora, puede ser punto de partida de un proceso democratizador más amplio y profundo.
Lo que sea que somos la clase política dominicana del progresismo y de la izquierda, nos ha llevado muchas veces, trágicas unas, cómicas otras, a hacer lecturas limitadas de procesos extranjeros que hemos querido injertar en el país.
Aquí la concertación política es poco menos que un descaro para gran parte de los sectores que debieran ser los más interesados en sacar al PLD del gobierno, y abrir así las compuertas a cambios democráticos y a la posibilidad de que, puestos a la lucha institucional para alcanzar el gobierno, esta se haga ulteriormente más fácil a las candidaturas y partidos emergentes.
Es abc, y si se quiere, aeiou, de la política, que cuando la correlación de fuerzas no te favorece, o más claro: cuando tus fuerzas no te alcanzan para lanzarte a la búsqueda de tus objetivos, debes hacer alianzas que te permitan acumular fuerzas y avanzar algo en el sentido de lo que buscas.
¿Qué clase de gente somos, que no podemos, o no queremos, entender esto?
Reconforta saber que el pueblo si entiende estas cosas; las ha entendido cada vez que en el país se ha presentado la posibilidad o la necesidad de una inflexión política; en 1962, 1978, 1990, 1994- 1996.
Plataformas como la Coalición Democrática y el Congreso Cívico debieran asimilar estas experiencias y dedicar más energías y tiempo a unir y movilizar las reservas de cambio que hay en el pueblo, y hacer menos esfuerzos con los líderes de los partidos, sobre los cuales tiene lugar la pregunta ¿Qué clase de gente somos; cómo se nos puede calificar?