Por: Francis Santana
En honor a los mártires, a los héroes y heroínas de abril del '65: unamos las fuerzas revolucionarias y patrióticas de la nación, para llevar a feliz término sus elevados anhelos de ver a nuestra patria libre, soberana e independiente y a nuestro pueblo plenamente feliz.
Este debe ser nuestro mayor homenaje a su memoria y a su ejemplo. Seamos dignos continuadores de su infinita grandeza.
Mañana, más temprano o más tarde, saldremos victoriosos de nuestra lucha contra la pandemia del coronavirus; pero las fuerzas revolucionarias no podemos continuar fragmentadas, compitiendo entre si en vez de complementarnos.
No es honesto, ni es responsable, que sigamos indiferentes al clamor desesperado de un pueblo que nos exige que nos unamos, como única garantía para poder ser una verdadera opción de poder.
Dividir las organizaciones revolucionarias de manera recurrente, dividir los espacios para la unidad de acción, dividir las organizaciones de masas y dividir todos los proyectos de fusión que hemos tenido; no tiene, ni tendrá nunca, nada de revolucionario y mucho menos cuando las rupturas se hacen por competencias mezquinas y enanas entre liderazgos.
La unidad de los revolucionarios ha sido históricamente la política que mayores éxitos y victorias sustentables ha aportado a los pueblos y en sus luchas.
Ahí tenemos el ejemplo de Vietnam donde los revolucionarios se fusionaron en un solo partido comunista en 1930 y posterior a esto derrotaron al imperio francés que los oprimió por más de un siglo y después derrotaron humillantemente al imperialismo norteamericana en una guerra en extremo desigual durante una década.
Muy cerca de nosotros tenemos el ejemplo de los revolucionarios cubanos que se unieron para enfrentar la dictadura pro-yanqui de Batista, la derrotaron y después de estar en el poder, fundaron el Partido Comunista de Cuba unificando a mayor profundidad a los revolucionarios y al heroico pueblo cubano. Y ahí está incólume su revolución después de 60 años.
Miremonos en el reciente ejemplo de los revolucionarios venezolanos que han sido capaces de fusionarse en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y de forjar una solida unidad civico-militar para mantenerse en el poder sirviéndole a su pueblo y desafiando todas las amenazas y crímenes del imperialismo.
Y hay cientos de ejemplos naciones y en otras latitudes, que demuestran que la unidad es el camino más seguro para avanzar y coronar victoriosa la revolución.
La revolución popular y patriótica de abril de 1965 fue un ejemplo demostrativo de que la unidad de las fuerzas revolucionarias, es el camino más seguro y correcto hacia la victoria y por eso esta no pudo ser aplastada por la potencia política y militar más poderosa de la época: el imperialismo norteamericano.
Permítanme terminar estas simples y breves ideas recordando al Coronel Caamaño en su discurso en la entrega del mandato presidencial el 3 de septiembre de 1965 cuando terminó diciendo:
"Juramos luchar por la unión de todos los sectores patrióticos para hacer a nuestra nación plenamente libre, plenamente soberana, plenamente democratica".
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