sábado, 10 de octubre de 2020

¿TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA?

Por Fortune Modeste Valerio

No he creído en, estos momentos, la cacareada transición democrática. Así, lo manifesté en varios escenarios: se puede producir un cambio de gobierno, no la transición. Para producirse deben existir las condiciones objetivas favorables y una clase social con conciencia de clase y política. Además, un partido político que de soporte a sus ejecutorias desde el poder.

La táctica política aplicada fue correcta. Había que salir del PLD, porque su grado de degeneración afectaba la estabilidad democrática, ética y moral de la sociedad. Eran insoportables en la vida nacional. La población se empoderó alrededor de una sola consigna, se van, para darle el golpe de gracia.

Luis Abinader, el PRM y la Coalición Democrática, eran las fuerzas políticas con capacidad de derrotarlos en el terreno electoral. Su programa de gobierno y sus promesas electorales, entusiasmaron a la población alrededor de un despegue esperado por décadas, que dinamizara la economía y profundizara la democracia.

La transición democrática es un proceso histórico dentro del capitalismo que da categoría de clase definida al mismo. Generalmente, es dirigida por una rama de la burguesía y conducida por su partido. Se caracteriza por el respeto al Constitución de la República, leyes y reglamentos aprobados; por una justicia independiente al poder ejecutivo, legislativo, al sector privado y otros; castigar los actos de corrupción; impulsa la economía sobre la base del desarrollo de sus fuerzas productivas y proteger los bienes del Estado.

Lo que se ha producido es un cambio de gobierno, es positivo. Lo que llegan tienen que demostrar en la práctica que actuarán apegados a las leyes, reglamentos y normas constitucionales. La mentira y el engaño sirven para desvelar sus reales intenciones.

Las entidades revolucionarias y progresistas estaban incapacitadas para enfrentar con éxitos al PLD corrupto. Se batieron, en su dispersión y división, en inventos de camino y confundir al enemigo principal. Un sector supo, con tiempo, aprecia la magnitud del momento y sumar fuerzas a la Coalición que derrotaría a Danilo y al PLD, con su candidato presidencial Gonzalo Castillo.

Con la derrota del PLD se crea una nueva ambientación para avanzar, con un proyecto claramente definido, sin inventos. Se avecinan significativos enfrentamientos de clase con el nuevo gobierno que ha integrado su gabinete con importantes dirigentes del empresariado nacional. Y por supuestos, con integrantes de esa pequeña burguesía trepadora, que no pierde tiempo.

¿Qué se puede esperar de un empresariado que niega los más elementales derechos a los trabajadores? Sus grandes “negocios”, en sus mayorías, los realizan con el gobierno de turno: van en coche.

El presidente Abinader y el PRM, no son santos de mi devoción. Estoy consciente que pueden desempeñar un valioso papel en esta etapa de la revolución. Su esencia de clase y falta de conciencia, podrían atropellar el proceso de cambio. La unidad y acción de los revolucionarios y progresistas, es el único frente que puede servir de muro de contención ante las distorsiones, el gobierno acaba de rectificar algunas, que se observan antes de cumplir los cien días.

Los revolucionarios deben aprovechar el cambio de gobierno, nuevo escenario, para intensificar el trabajo en los diferentes frentes de masas, clarificar el pensamiento que permita comprender el momento y reagrupar las fuerzas. La verdadera transición democrática se logra, en países como el nuestro, con la participación de todos los sectores económicos, políticos y sociales, incluyendo los revolucionarios.



EL PRESIDENTE ESCUCHA Y RESPONDE ¡VAMOS POR MÁS!

 Por Manuel Salazar

Es una premisa positiva que el presidente Luis Abinader escuche y responda las opiniones del pueblo y de la oposición, tal y como lo dijo de manera reiterada en su alocución al país, ayer, 8 de octubre.
Es una negación rotunda, necesaria, al "soy ciego, sordo y mudo", que fue conducta del presidente anterior frente a reclamos de distintos órdenes que se le hacían.
Esa actitud del presidente Luis Abinader es una premisa, democrática, importante para el debate por los cambios dentro del Cambio y para la lucha popular por estos.
Porque desde hace añales, en el país se impuso una singular manera de garantizar los derechos y libertades públicos, limitándonos a poder hacer reclamos, pero sin que el gobierno ni otros poderes públicos nos hicieran caso.
Se hicieron paros cívicos, llamamientos, huelgas, que por el amplio apoyo popular que tuvieron, fueron verdaderos plebiscitos de reclamos; pero los gobiernos y otras instancias a los que se le formularon las demandas, simplemente los dejaron pasar. No hicieron ningún caso.
Por eso es un avance, minimo, pero un avance, la disposición puesta en práctica por el presidente Luis Abinader de escuchar y responder las protestas del pueblo.
Abre un marco importante para ir por más. Al debate público y la lucha democrática por cambios politicos y sociales significativos.
En su discurso el presidente declaró que no habrá nuevos impuestos en el presupuesto para el próximo año. Es algo.
Y dejó abierta la posibilidad de una discusión para un Pacto Fiscal.
Esta es una oportunidad para el debate y la lucha por cambios, y el movimiento democrático y popular debe comenzarlo.
Un pacto fiscal implica responder a tres, preguntas esenciales en este caso, cuánto dinero deberá obtener el gobierno; de dónde lo va a obtener; y en qué lo va a gastar e invertir.
Es decir, se trata de algo más que una reforma tributaria, que sólo busca obtener dinero.
El presupuesto nacional es el principal instrumento de desarrollo. O debe serlo.
De tal manera que el Pacto Fiscal al que convoca el presidente Luis Abinader es una excelente oportunidad para debatir y luchar por tres cuestiones básicas del proceso democrático que protestamos, cuáles son:
1.- Crecimiento económico para sustentar el desarrollo. Superar el propósito del crecimiento como fin en si mismo. Porque en el país ha habido crecimiento durante 60 años consecutivos, pero con mucha pobreza, porque no ha habido política de desarrollo.
2. - Dar un giro al sistema tributario dominicano para que se obtengan más ingresos públicos a partir de los impuestos directos y se reduzcan por ejemplo, las tasas del ITBIS.
Reducir el carácter regresivo del sistema tributario, y hacerlo más progresivo. Que paguen más los que más tienen, y paguen menos los que tienen poco.
3.- Los impuestos deberían ser utilizados para redistribuir la riqueza y apuntar en el sentido del desarrollo, mejorando la salud, educación y seguridad social públicos. Y transformando las bases productivas del pais, de manera que se garantice la soberania autoalimentaria y el desarrollo de las fuerzas productivas nacionales.
El gobierno ganaría mucho apoyo popular, si como dijo el presidente en su discurso, recupera dineros que resultaron de la corrupción, y pone fin a la impunidad.