viernes, 21 de julio de 2023

Las alianzas puntuales

Por Rafael Chaljub Mejía

Se acercan las elecciones y el tema de las alianzas pasa, como siempre, al primer plano. El de las alianzas, los acuerdos y los compromisos políticos ha de ser visto, en sentido general, como un asunto concerniente a la táctica.

No me refiero al negocio político ni a los acuerdos regidos por la moral de la mera conveniencia material, sino a ese sentido de la oportunidad y la maniobra que toda fuerza política de avanzada debe tener siempre en sus haberes y que debe estar dispuesta a practicar en determinadas circunstancias.

El problema reside en no sacrificar los objetivos fundamentales de largo alcance ni los principios en aras de las conveniencias y las necesidades del momento.

Hacer eso es caer en el oportunismo y cualquier acuerdo o compromiso que implique hacer alguna concesión y sacrificio en esos aspectos esenciales, resulta inamisible.

Dentro de ese concepto, el movimiento popular y progresista de nuestro país tiene la posibilidad y la necesidad también, de buscar puntos de avenencia con otras fuerzas, incluso de diversos signos ideológicos y doctrinarios y concertar alianzas puntuales.

Se llaman alianzas puntuales a aquellos acuerdos territoriales, en una demarcación geográfica o circunscripción electoral específica y en torno a un candidato específico, que reúna las condiciones y los pormenores que lo hagan digno del apoyo de una fuerza de avanzada y del voto de los electores.

Quienes no tienen responsabilidad con una militancia ni sus electores, y no tienen que rendirle cuentas a nadie, salvo a ellos mismos, pueden desentenderse y hasta criticar las alianzas puntuales y maldecir a quienes las practican como parte de sus tareas políticas. Es lo más cómodo.

Pero, como la lucha política y la realidad misma, son mucho más complejas que los prejuicios y los esquemas, hay que salirse del gueto y sin apartarse de los fundamentos ni perder de vista los objetivos finales, actuar con audacia y allí, donde haya una buena propuesta electoral, con las correspondientes condiciones morales y las cualidades que garanticen un buen desempeño en favor de los electores, buscar los acuerdos que hagan posible la conquista de posiciones congresuales y municipales desde las cuales demostrar con resultados concretos en cuáles fuerzas se deben depositar la confianza y las mejores esperanzas de cambio y transformación.

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Rafael Chaljub Mejía


Cumbre Celac-UE, buche y pluma no más

Por Julio Disla


La reciente cumbre CELAC-UE realizada entre lunes y martes en Bruselas no llenó la expectativa creada entre los países participantes, tras analizar los resultados de la III Cumbre Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños, foro convertido en buche y plumas no más.

En este cónclave se dieron cita la mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno de los bloques de ambos lados del Atlántico, en un contexto marcado por la guerra entre Rusia y Ucrania y el empeño de occidente en sumar al mundo en su cruzada contra el país eslavo, en vez de buscar una salida negociada lo antes posible.

A la UE solo le interesaba abordar la guerra, en su propósito de formar una alianza global, denunció en la víspera el presidente de Colombia Gustavo Petro, uno de los mandatarios participantes. El tema del conflicto en Ucrania quedó reflejado en la declaración final del encuentro, texto solo rechazado por Nicaragua, aunque sin la sustancia y la agresividad que pretendían los europeos.

En ese sentido, reflejó “profunda preocupación” por el sufrimiento humano y las dificultades que implica para la economía mundial, situación frente a la que llamó a una paz justa y duradera.  La guerra eclipsó en el orden mediático el verdadero centro de la III Cumbre UE-CELAC, que al decir del politólogo francés estudioso de Latinoamérica Salim Lamrani, no era otro que construir unos lazos birregionales basados en la igualdad soberana, la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos.

Hay grandes posibilidades de cooperación de mutuo interés para ambos continentes y ello debe ser la prioridad de estas cumbres, precisó en declaraciones el experto en política internacional.

El académico y ensayista insistió en que la era de la relación neocolonial, la imposición, la fuerza, la amenaza y la coacción ha terminado, para dar espacio al dialogo, el respeto y la comprensión.

En la III Cumbre, evento que regreso tras ocho años de ausencia, voces del Sur abogaron por vínculos provechosos, dado la potencia de los 60 países concernidos, en representación de mil millones de habitantes del planeta.

“Creo firmemente que podemos y debemos construir mejores relaciones: más justa, equilibradas, solidarias y cooperativas para mejorar la vida de nuestros pueblos”, afirmo en la plenaria de jefes de Estados y de Gobierno el presidente de Cuba Miguel Diaz-Canel.

En su participación, señaló como sectores importantes de la cooperación, entre ellos el financiamiento al desarrollo, las transferencias de tecnologías, las energías renovables, la transformación digital, la investigación científica y la innovación, el comercio y la inversión.

Por su parte el líder brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, pidió no esgrimir las inquietudes ambientales para justificar el proteccionismo comercial.

Por otro lado, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseveró en la conferencia de prensa que cerró la reunión que la UE aspira a darle un nuevo ímpetu a las relaciones birregionales.

“Tenemos muchos en común, queremos apoyar el acercamiento al multilateralismo y a un orden internacional basado en normas”, dijo.

A unos pocos kilómetros, en la Universidad Libre de Bruselas, otra Cumbre, la de los pueblos, fue categórica al exigir relaciones de iguales y alertar sobre el peligro del auge de la extrema derecha y de la ofensiva imperial para dividir al mundo en bloques.

Las organizaciones y movimientos sociales, políticos, sindicales, feministas, ecológicas y populares protagonizaron un llamado a la paz, el respeto y la reciprocidad, así como a la movilización permanente en la lucha por un mundo mejor.

Julio Disla