sábado, 2 de enero de 2021

EL 2021 DEBE SER DE UNIDAD Y LUCHA

 Por Fortune Modeste Valerio 

Al recibir el Año Nuevo siempre clamo por la unidad de los revolucionarios. El que se fue nos deja un panorama trágico, agravado por la incapacidad e irresponsabilidad de nuestros gobernantes. En esta ocasión reitero ese llamado, con más fe y entusiasmo que antes.

El gran problema de los revolucionarios dominicanos es la escasa y limitada visión de futuro. Al no manejar correctamente el presente y sus movimientos, se les nublan los ojos para poder distinguir los fenómenos. Discapacidad intelectual que ha hecho mucho daño al movimiento revolucionario. 

No se dan cuenta de que fruto del desgaste y descrédito de los partidos políticos tradicionales, en el momento existe un espacio a ocupar por una fuerza política nueva, que sea la antítesis de la pudrición ética y moral a que es sometida la sociedad por políticos y entidades sinvergüenzas. 

Casi todos están desacreditados, solo queda una que no ha gobernado todavía. Y para ponerse esos zapatos deben de colocar los pies sobre la tierra; observar los fenómenos políticos, económicos y sociales en forma objetiva y multilateral. Descartando un dogmatismo rancio en el análisis de la sociedad y coyunturas que le impide mirar las oportunidades que le brinda la realidad. 

La derrota del PLD iba a provocar ese vacío existencial. Fue un golpe demoledor, acelerado por la lucha grupal, entre corruptos, a lo interno de ese partido. Ahora, el desafío es cómo ocupar ese espacio con nuevas fuerzas políticas que practiquen labuenapolítica, alejada de la corrupción y la mediocridad. 

Ese espacio deber ser llenado por fuerzas revolucionarias, progresistas y democráticas. Aglutinar a miles de hombres y mujeres en una alternativa política que garantice el establecimiento de una verdadera democracia.

Aprovechar el nuevo escenario, ambientación, para potencializar la capacidad de trabajo en la población; en los sectores motores de la dinámica de las actividades políticas, sindicales, campesina, estudiantiles, profesionales, barriales, etcéteras. Levantando sus reivindicaciones más sentidas y proyectando un liderazgo nacional y local, en el fragor de la lucha.

No es correcto permanecer aislados y en silencio ante las pretensiones del presidente Abinader de continuar con el proceso de despojo del Patrimonio Nacional para entregarlo al sector privado y a las inversiones extranjeras, imperialismo. Por ese camino, se escoge el más fácil, perjudicando a la presente y futuras generaciones. Un asunto es impulsar la economía con estímulos y libre competencia; y, otra muy distinta, es entregar los bienes estatales a los grupos económicos privilegiados.

La unidad de los revolucionarios es una necesidad nacional. Pero no aquellas que se realizan en las universidades, sindicatos, gremios de profesionales, clubes culturales y deportivos, etcéteras. Que se hacen única y exclusivamente para ganar elecciones y, después, quedan más divididos que una bandeja de dulce de coco. 

La unidad de ahora es en serio, teniendo como meta llenar ese espacio vacío, con un Proyecto de Nación que sea el resultado de una investigación objetiva de la realidad económica, política y social del momento, con proyecciones a mediano, corto y largo plazo. Que no vengan con disparates recetarios, muy alejados del presente. 

Esa unidad revolucionaria será la clave para impulsar un amplio movimiento progresistas y democráticos, que descanse en un programa de Gobierno Patriótico Nacional, con definidas políticas internacionales. Es preciso recordar, no vengan con inventos, que somos un país atrasado y dependiente, con características muy propias. 

Nos mueven intereses patrios para derribar los obstáculos que impiden disminuir los niveles de pobreza y miseria de la población, combatir la corrupción y la impunidad; y cambiar, de verdad, el modelo económico productivo de la nación. 

Nos esperan grandes jornadas de luchas, y solo con la unidad podemos salir airosos.