sábado, 19 de marzo de 2022

CUESTIONES QUE DEBEN IMPORTAR EN LA UNIDAD ELECTORAL PROGRESISTA Y DE IZQUIERDA

Por: Manuel Salazar

Tenemos una oportunidad para la participación electoral unitaria progresista y de izquierda en el 2024. Porque se mantiene, y algo ha crecido el voto alternativo, que en ocasiones se ha expresado en el voto directo por alguna opción de ese signo, como en el MIUCA capitaleño en el 1990, y en los últimos años, en buena parte por Guillermo Moreno y ALPAIS. Pero también se ha movido, por ejemplo, en 1990 hacia el profesor Bosch, y en 1994 al Dr. Peña Gómez.

 Porque hay un voto alternativo flotante, que se expresa en función de las urgencias políticas que observe en cada coyuntura.

Ahora, además, hay una desafección de esos votantes que, en el 2020, apoyaron al actual presidente Luis Abinader, y es más pronunciada respecto al PLD y el PRD.

Y hay una nueva ola en América Latina, la cuarta desde los años de 1950, de avances democráticos, que es una ambientación política importante, para trabajarla en el país.

Hay que trabajarla bien. Con cuidado, y recurriendo a las experiencias pasadas.

En antes ya hubo unidad electoral de izquierda, y la participación no fue trascendente; más bien generó frustraciones y divisiones. Ahora no es la primera vez que esta unidad se plantea.

La síntesis y asimilación positiva de las experiencias, puede ser un buen aliado para la necesaria construcción de una opción progresista y de izquierda que se presente al pueblo con significativas posibilidades de ser poder político.

No basta la unidad de las siglas, ni de llevar candidatos que a su vez hayan estado al frente de gremios, organizaciones y luchas populares; ni de que estos sean conocidos, o tengan una dilatada y frecuente presencia en los medios de comunicación.

En el 2006, participamos juntas tres boletas de izquierda; y fueron candidatos todos los pesos pesados y pesadas de todas las tendencias, sin excepción. No logramos conquistar votos, y quisimos salvar la honra alegando un fraude electoral en contra nuestra.

Salvamos milagrosamente los tres registros, porque en La Vega, la profesora María Teresa Cabrera obtuvo una media de 28 votos por cada mesa, y la JCE aceptó que conquistó votos suficientes para una Diputación, y aunque no la certificó como Diputada electa, si reconoció la proyección de votos necesarios para ganarla.

Así, salvamos el registro las tres boletas de izquierda participantes en unidad y con sus principales líderes nacionales y locales más relevantes como candidatos.

Más luchador popular y conocido, que el siempre querido y respetado Ramón Almanzar, no hemos tenido de candidato presidencial desde el año 2000 hasta acá; y su candidatura en dos ocasiones no logró ganar votos que pudiera considerarse que tuvo una participación mínimamente exitosa.

Hay que poner en relieve una experiencia: en la cuestión electoral, la unidad de siglas, candidaturas de conocidos y vinculados a la lucha popular y revolucionaria, resultan buenas y necesarias; pero insuficientes para trascender con una votación importante.

Hay un pensamiento presente en el movimiento, que, de la victoria obtenida, o del protagonismo, en gremios y organizaciones populares, derivan posibilidades de triunfo en el espacio de la República; aún y cuando esas victorias y protagonismos en la instancia social, resultaron de apoyos de las militancias de los partidos del sistema, mismos que nos proponemos destronar del poder político.

La electoral, es una forma de la lucha política; se produce en la esfera de la República Y como tal, tiene una lógica, y una psicología específica.

Es importante hacer estas reflexiones. Porque hay perspectivas halagadoras para la unidad electoral progresista y de izquierda, la que hay que trabajar por encima de diferencias y consecuencias.

Pero ya se siente el reduccionismo a la sobre actuación y a la sublimidad de la voluntad corporativa de las militancias.

En nuestra opinión, la unidad debe incluir a revolucionarios, pero también a demócratas, patriotas, progresistas, organizados o no en partidos y movimientos.

Lo importante es el programa que se asume, y los perfiles para quienes pueden ser parte y candidatos de la unidad.

No vínculos con el narcotráfico. No vínculos con el crimen político. No vínculos con el robo de bienes públicos ni privados. No vínculo con feminicidios, racismo ni xenofobia

Pueden ser parte de esa unidad, quienes estén en disposición de asumir con consecuencia práctica un programa político alternativo al régimen político y económico actual, que niegue el modelo neoliberal, y tengan los perfiles señalados.

Hay cientos de miles de dominicanos y dominicanos con esas condiciones.

Manuel Salazar

¿ES COMPLEJA LA UNIDAD DE PROGRESISTAS Y LAS IZQUIERDAS?

Por Fortune Modeste Valerio 

La complejidad no es obstáculo para materializar la unidad electoral entre progresistas y las izquierdas. Tomando en consideración que son segmentos sociales y políticos que luchan por transformar la sociedad, para “construir una nueva”. Hasta aquí, parece sencillo, y no es así. El asunto es más complejo.

El progresismo y las izquierdas coinciden en aspectos coyunturales que pueden unir fuerzas para enfrentar al sector conservador y a los políticos corruptos. Por el momento, el método para llegar al poder, es la vía electoral. Lo complejo del asunto, saber manejar con inteligencia y creatividad, es que los progresistas solo llegan a mejorar el capitalismo; y la izquierda, a "mejorarlo" y sustituirlo por el socialismo. Y con esto, no hay problemas. 

En países como el nuestro, atrasado en lo económico, político y social, el establecimiento de la democracia capitalista es un proceso largo y tortuoso; y en ese tránsito podemos caminar, trabajar juntos. Es lo que han hecho los progresistas y la izquierda en América Latina y el Caribe. Lo vienen haciendo desde el siglo pasado, y es ahora que llega, efecto dominó, a su hermosa y elocuente máxima expresión: alcanzar el poder. 

No crean, no  ha sido nada fácil alcanzar tantos triunfos electorales en la región. Esos pueblos labraron el camino con intensas luchas escenificadas y participando en decenas de elecciones celebradas. Aquí, hasta no hace mucho, se satanizaban los comicios que se celebran cada cuatro años; y los grupos de izquierda que participan en los mismos, los acusaban de venderse a la derecha y de hacer el ridículo. Así que no se sorprendan con lo "chivo" que pueden estar, compañeros y camaradas, para dar el primer paso. 

Al no comprender el proceso histórico que transita la sociedad, se puede confundir el momento por desesperación y espontaneidad, caer en un capricho pasajero, por una necesidad urgente. Y una unidad que se construye así, no es duradera. La población exige esfuerzos conscientes y comunes en todos los frentes, incluyendo el electoral. 

Una unidad electoral que no tenga como fundamento, en esta etapa, un programa democrático de gobierno y una práctica común, no llega ni a la Duarte con París. Hay que tener mucho cuidado con los “inventos de camino”, no conducen a nada bueno. 

Hay que estar vigilante ante cualquier intento de imponer los intereses particulares de grupos, por el colectivo y consensuado; un vanguardismo pernicioso y sin sentido, en vez de una dirección colegiada y planificada, sobre la base de una programación conjunta. Las experiencias de otros países, y la nuestra, es que nada se realiza sin consultar, llegar a entendimiento, en forma sana, sin trucos de cámara, para elevar el nivel de confianza y de credibilidad. 

La complejidad de la unidad, en este caso, se debe a la escasa práctica unitaria del movimiento revolucionario. Creando un ambiente de incredulidad y desconfianza que, "manda madre", agrieta las relaciones. De la única manera de cortar o desatar el nudo gordiano y lo complicado de la unidad, es deponer el afán de imponer, muy bien disimulado, sus intereses particulares y despojarse de un vanguardismo trasnochado y enfermo.

Por fin, el progresismo ha logrado calar en las izquierdas y sectores democrático del país. A pura lucha, y no de un todo, se entiende que se puede aprovechar el momento para avanzar a mejores escenarios. Participando en el proceso electoral y, muy conveniente, disputándole el papel protagónico de los conservadores y políticos corruptos.

Los acuerdos y compromisos; y tomar calles, campos y ciudades, para sellar la unidad, es la clave para empezar a cosechar éxitos. Solo si no existe voluntad política y despojarse de las miserias aquellas, será imposible articular una amplia coalición electoral, social y popular, de cara al 2024.

Fortune Modeste V.