miércoles, 12 de abril de 2023

Superemos el triángulo de la ignorancia

Por: Francis Santana

En estos tiempos, estamos contestes de que la información y el conocimiento, construyen indispensables fuentes de poder.

Es más que evidente que sin el conocimiento a fondo de una determinada realidad, es absurdo pretender transformarla.

Pero una realidad específica, con sus distintos componentes, causas y particularidades, solo podemos llegar a entenderla a través de un serio esfuerzo de estudio e investigación.

De lo contrario estaremos navegando eternamente sobre la superficialidad de las cosas, sin ser capaces de desentrañar sus esencias para construir una visión crítica, objetiva y superadora de la misma.

El activismo empírico, el luchismo inmediatista y el desprecio por el dominio de la ciencia y en particular de la teoría revolucionaria, conspiran cotidianamente con este propósito.

Y hoy, muy lamentablemente, en nuestra sociedad y en las filas del movimiento de izquierda (con muy escasas excepciones) existe un desprecio y una apatía generalizada respecto a la lectura, la investigación y la elaboración de teoría revolucionaria.

Más grave aún, es el desprecio hacia la escritura, a la producción teórica, a plasmar en manifiestos, artículos y libros, nuestras políticas, concepciones ideológicas y propuestas. 

¿Cuántos revolucionarios de todas las organizaciones y matices de nuestras izquierdas, escriben y defienden lo que creen y postulan?

¿Se nos olvidó que la lucha de clases se manifiesta en los planos: político, económico y teórico? 

Esa actitud irresponsable y marcadamente holgazana, en relación a la lectura, la investigación y la escritura, es lo que he llamado: EL TRIANGULO DE LA IGNORANCIA.

Triángulo que obstruye nuestro avance en todos los sentidos y que nos sitúa en una posición de incompetencia teórica y cultural frente a nuestros adversarios.

Porque las clases dominantes viven formando permanentemente sus mejores cuadros y convirtiéndolos en especialistas con maestrías y doctorados en las distintas universidades del mundo, para luego ponerlos al frente del Estado.

A esos intelectuales defensores y beneficiarios del orden vigente, es que tenemos que enfrentarnos teóricamente, para derrotar la visión en que se sustenta su sistema excluyente y anti humanidad.

 ¿Y cómo puede ser posible derrotarlos teóricamente y en los demás ámbitos de la lucha de clases, si nuestras izquierdas y también el movimiento social, están integrados principalmente simples agitadores y activistas de una formación cultural y política elemental, superficial y carente de la suficiente competencia teórica crítica y propositiva?

Durante muchos años hemos estado dedicando nuestras mejores energías al activismo político y social, desdeñando el estudio y conocimiento de la realidad local y global.

Lustros, décadas y la mayor parte de nuestras vidas, las dedicamos a la lucha reivindicativa, a organizar paros, huelgas, movilizaciones, recuperaciones de tierra, a la defensa de los recursos naturales, a luchar por los derechos de la mujer, por la soberanía nacional, a la solidaridad internacional y a otras tantas jornadas de justa resistencia.

¿Y qué tiempo, qué esfuerzos y qué recursos hemos dedicado a formar y capacitar a los mejores hombres y mujeres de nuestras filas para enfrentar a nuestros adversarios nativos y extranjeros y así poder situarnos en condiciones reales de alcanzar el poder político y gobernar la nación de manera competente, honesta, democrática y patriótica?

Pero aún tenemos tiempo para reflexionar y actuar en una dirección superadora de esa práctica que nos ha ido convirtiendo en un movimiento de simples e intrascendentes activistas, motivados muchas veces por el  voluntarismo político; pero carente de la necesaria capacidad integral para ganarnos el respeto y la simpatía de las mayorías, cuestión determinante para situarnos en capacidad de derrotar las políticas y concepciones sobre las que se erige el actual sistema de explotación y dominio neocolonial.

Para iniciar la superación radical de todos estos lastres señalados, tenemos que asignarle a su abordaje, el esfuerzo, dedicación y el lugar privilegiado que requieren; no una simple preocupación, no una esporádica crítica circunstancial.

Atrevámonos a vencer con audacia y determinación, la apatía y el desprecio que existe en nuestra sociedad y en las filas revolucionarias en particular, respecto a la lectura, la investigación y a la producción teórica, practica ajena a nuestros elevados propósitos y que se ha constituido en un embrutecedor TRIANGULO DE LA IGNORANCIA.

Porque debemos estar suficientemente convencidos de que; ignorantes, desinformados y sin una sólida formación política y cultural, nunca seremos capaces en ningún tiempo, de alcanzar, ni de conducir acertadamente el proceso transformador y sustentable al que aspiramos.

Francis Santana