lunes, 15 de febrero de 2021

¿IZQUIERDA BINARIA E IZQUIERDA LIQUIDA?

Por Yesid Areteta Dávila

El destino de la izquierda no puede ser el de despellejarse a sí misma. Hay motivos para que la izquierda, en todas sus variantes, celebre el resultado de las elecciones del 7F en Ecuador. Empero hay quienes escarban entre las inmundicias hasta dar con un pequeño frasco que contiene un asqueroso pedo. El propósito es el de abrir el frasco en medio de la fiesta. Sabotearla. Sembrar el desconcierto. Restregar las heridas que la izquierda se hace entre sí. Las izquierdas latinoamericanas transitan por un original, complejo y contradictorio camino en el que es necesario establecer puentes y alianzas. No es el momento de dinamitar los puentes y patear la mesa en que hay que dialogar.

A la izquierda binaria hay que abonarle su perseverancia, su resistencia, su capacidad de rehacerse desde los escombros y no dar ninguna lucha por perdida.    

Lo ocurrido en la mitad del mundo el pasado 7F no tiene antecedentes en Latinoamérica. Los votantes ecuatorianos han optado mayoritariamente por dos propuestas que han confrontado al mal Gobierno de Lenin Moreno: Unes y Pachakutik. Todavía está por definirse si será Yaku Perez quien enfrente a Andrés Arauz en el balotaje del próximo 11 de abril. La quintaesencia del neoliberalismo, cuya metáfora es el banquero Guillermo Lasso, ha sido cuestionada por la mayoría de ecuatorianos. Un panadero self made llamado Xavier Hervas se alzó con una votación sorprendente. El candidato Juan Fernando Velasco, ex ministro de Lenin Moreno, no llegó siquiera al 1% de los sufragios. 

Latinoamérica transita hacia un progresismo protagonizado por dos vertientes de la izquierda: una que que llamaría binaria y otra que denomino líquida, solo por rendir un tributo al fallecido Zygmunt Bauman. La binaria mira la realidad con ojo daltónico. No acepta matices. Ellos allá y nosotros acá. Sigue a rajatabla un libreto, viste el mismo traje y no cambia las formas. Hay asuntos que no quiere entender, los asume a regañadientes o los distorsiona como ocurrió con las feministas colombianas que han plantado cara al machismo y pedido explicaciones a los maltratadores. A la izquierda binaria hay que abonarle su perseverancia, su resistencia, su capacidad de rehacerse desde los escombros y no dar ninguna lucha por perdida.    

La izquierda líquida corresponde más al siglo veintiuno. Un tiempo que transcurre a velocidades cinematográficas. Una realidad que no acaba por solidificarse. Es una izquierda más identitaria que clasista. Algunos de sus componentes ponen más énfasis en lo estético que en la lucha misma. El indigenismo, la eclosión negra, el apostolado ambientalista o la rebelión feminista son algunas de las causas que bien podrían considerarse como parte de esa izquierda líquida. Se trata de pueblos y personas explotadas, devaluadas y marginadas por un modelo económico, político y cultural: el neoliberalismo. 

El Gobierno de Correa estimuló la integración y la soberanía latinoamericana con respecto a las grandes potencias. Pero hubo yerros en el segundo tramo de su Gobierno. Alimentó las discrepancias con el indigenismo. Se equivocó con Lenin Moreno. Fue sordo a otras voces. Antes de superar las discrepancias lo que hizo fue alimentarlas.

En México, por ejemplo, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que se hace llamar progresista tiene un diferendo con los pueblos indígenas y ambientalistas de la península de Yucatán a raíz del Tren Maya, el megaproyecto que atraviesa por cinco Estados del sureste del país. El acuerdo migratorio pactado entre AMLO y Trump es una pesadilla para millares de familias centroamericanas obligadas a cubrir una tortuosa ruta para conseguir el pan. El Tren Maya y el acuerdo migratorio hacen colisionar a las dos izquierdas. La izquierda binaria opta por el desarrollismo y el pragmatismo, mientras que la líquida pone énfasis en el daño ambiental, la defensa del territorio indígena y los derechos de los migrantes. 

El Gobierno presidido por Rafael Correa relanzó a Ecuador. Llevó desarrollo e infraestructura en donde no la había, cientos de jóvenes fueron becados para adelantar posgrados en el exterior y apoyó el retorno al país de las familias ecuatorianas que llevaron la peor parte durante la crisis económica que sobrevino en Europa. El Gobierno de Correa estimuló la integración y la soberanía latinoamericana con respecto a las grandes potencias. Pero hubo yerros en el segundo tramo de su Gobierno. Alimentó las discrepancias con el indigenismo. Se equivocó con Lenin Moreno. Fue sordo a otras voces. Antes de superar las discrepancias lo que hizo fue alimentarlas. En esto le faltó y le sigue faltando tacto. Correa se preocupó porque los jóvenes recibieran una buena educación dentro y fuera del territorio y no fueran borregos u ovejas de un rebaño. ¡Y vaya que lo logró! Muchos de estos jóvenes tienen preocupaciones que van más allá de la izquierda binaria. Son parte de esa izquierda líquida que surgió también en países como Bolivia. Es la misma generación que puso en jaque al millonario Sebastián Piñera en Chile, desarmó la patraña politiquera en el Perú o tomó las calles de Bogotá para protestar contra incompetencia del gobierno de Duque.  

A veces, la izquierda binaria no sabe diferenciar entre gobierno y poder. En un territorio se puede tener poder sin estar en el gobierno. Y viceversa.   Alimentar desde el otro lado del Atlántico las contradicciones entre las izquierdas latinoamericanas para volverlas antagónicas es una insensatez.

Jair Bolsonaro no es un ángel caído que regresa del infierno. Es la consecuencia de un periodo de inmovilismo político, burocratismo y corrupción que afeó al Partido de los Trabajadores (PT). Los correctivos llegaron demasiado tarde. El agua putrefacta fue contenida por un muro de autocomplacencia. La presa reventó y se llevó por delante todo lo bueno que el PT hizo por la clase trabajadora y por los millones de marginales de Brasil. La reputación fue manchada. No está mal decir esto. No está mal que una nueva generación que se mueve dentro de la izquierda líquida junte esfuerzos con la gente honesta del PT. Lo que está mal es alimentar el choque entre las izquierdas con razonamientos simplistas. El neoliberalismo sigue allí, cortado el bacalao, fabricando Bolsonaros.

En Ecuador hubo elecciones para cambiar un gobierno. A veces, la izquierda binaria no sabe diferenciar entre gobierno y poder. En un territorio se puede tener poder sin estar en el gobierno. Y viceversa.  Alimentar desde el otro lado del Atlántico las contradicciones entre las izquierdas latinoamericanas para volverlas antagónicas es una insensatez. La chismografía no es argumento. La realidad latinoamericana no puede encasillarse en la lógica del pensamiento europeo o norteamericano o colgándole el letrero de la CIA. Hay líderes que fueron elegidos por la mano izquierda y gobernaron con la derecha. Y viceversa. Unas veces nos hemos sentido reivindicados y en otras estafados. Los votantes de la izquierda binaria no son mejores que los de la izquierda líquida. Y viceversa. 

El próximo 11 de abril es día clave para Latinoamérica. En Ecuador se llevará a cabo la segunda vuelta para elegir presidente. Habrá elecciones en Perú y el mismo día se elegirán en Chile los delegatarios que redactarán la nueva Constitución. El calendario electoral recorrerá a Latinoamérica hasta llegar a Colombia en el primer semestre de 2022.

Pienso, Comején, que las dos izquierdas son necesarias. Se necesitan. No deben excluirse ni dañarse entre sí. Hay que moderar las formas de hacer política de manera que el autoritarismo, la arrogancia y el menosprecio no tengan recorrido en ninguna de las izquierdas. En Colombia las izquierdas empiezan a acoplarse. Los senadores Gustavo Petro e Ivan Cepeda junto con valientes líderes y lideresas políticas, sociales, ambientalistas, indigenistas, afrodescendientes, feministas, animalistas, progresistas, liberales, demócratas, exguerrilleros y un largo etcétera, han sentado las bases de un pacto histórico para hacer frente al neoliberalismo que ha gobernado a Colombia. El post-neoliberalismo debe ser superado mediante una alternativa productiva que no dependa del extractivismo. 

El próximo 11 de abril es día clave para Latinoamérica. En Ecuador se llevará a cabo la segunda vuelta para elegir presidente. Habrá elecciones en Perú y el mismo día se elegirán en Chile los delegatarios que redactarán la nueva Constitución. El calendario electoral recorrerá a Latinoamérica hasta llegar a Colombia en el primer semestre de 2022. ¿Cómo cultivar y recoger electoralmente el descontento de la calle? ¿Colisionando a las izquierdas? La colisión entre las izquierdas, Comején, puede llevar a Latinoamérica a un nihilismo autodestructivo, tal como lo explica Diego en este texto.

Fuente: ¿Izquierda binaria e izquierda líquida? - El Comején (elcomejen.com)  



LA MUERTE DE ORLANDO MAZARA Y LA AUSENCIA DE UNA AUTOCRÍTICA

Por Fidel Soto

En recuerdo y conmemoración de la caída de Orlando Mazara en febrero del 1967

Desde el pedestal de una tumba del Cementerio Nacional de la Máximo Gómez, el Secretario General del Movimiento Revolucionario 14 de Junio Fidelio Despradel, pronuncia el panegírico ante el féretro del gran combatiente revolucionario, Orlando Mazara. En sus palabras condena el vil asesinato de ese extraordinario dirigente sobreviviente de la insurrección de noviembre del 63, y de la revolución de abril del 65. 

El héroe fue detectado y ubicado en Monte Arabia, San José de Ocoa el 11 de febrero del 1967, mientras actuaba en preparación en esa zona de las condiciones para la lucha armada, línea política oficial del MR-1J4.

Su discurso es un desafío al poder oligárquico y al imperialismo cuando señala que esos sectores le temen al "Campesinado dominicano que es un Gigante dormido que despierta".

Llegar al cementerio para darle sepultura a Orlando mazara fue una hazaña. En desafío de una cruel represión, desatada desde el mismo lugar del velatorio. Frente al parque de San Carlos, en una casa de dos plantas, desde un pequeño balcón, la hermana del Dr. Manuel Aurelio Tavárez  Justo, Emma Tavárez, con voz firme y entrecortada por el dolor ante la pérdida de nuestro compañero, dejó claro que las ideas de Orlando Mazara se mantendrían más firmes que nunca y que era un deber de todos los miembros de la organización redoblar nuestros esfuerzos para seguir el camino  de la guerra popular, del campo a la ciudad.

Nos movilizábamos por los alrededores del parquecito de San Carlos, lanzando eslogan. Ni una piedra, ni un neumático encendido. Sólo dolor compungido en rostros y lágrimas en los ojos, donde la indignación se dejaba sentir como una atmósfera de espanto, rabia y venganza; pero con el comedimiento de no crear acciones provocadoras que facilitaran la incursión represiva de los aparatos del poder criminal.

Sin embargo, de nada sirvió esa ecuánime actitud. En el lado este del parque de San Carlos se presentó el teniente Isaías Ortiz, con tres agentes y dispararon sobre un grupo de jóvenes que nos encontrábamos en ese lugar. Cayó muerto en el acto el joven de 17 años, Bienvenido Gómez Cuello, simpatizante de nuestro partido.

Al partir hacia el camposanto todo el trayecto se hizo bajo la represión intimidatoria y los disparos de la policía nacional, dirigido por un coronel de apellido Polanco. Ya en la calle Abreu, frente al cine San Carlos, el Coronel Polanco ordena a sus agentes detener el cortejo con ráfagas de ametralladoras. Nos lanzamos al suelo y es herido el compañero Homero Bello Suriñah, en una pierna. La militancia no se deja amedrentar y prosigue a pie hasta el lugar donde se deposita el cadáver del  héroe nacional.

Una semana antes del asesinato de Orlando Mazara el presidente Joaquín Balaguer denunció tener en poder de los organismos de inteligencias documentos con los planes de una guerrilla.

El Secretario General, desde el pedestal donde pronuncia el discurso, afina la idea: Le tienen miedo al "gigante dormido que despierta". Gran equivocación que condujo durante décadas a un rotundo fracaso que culmina en febrero del 1973.

El Gigante no estaba dormido. Los dormidos o durmientes, éramos nosotros que nunca entendimos la necesidad del repliegue táctico que se imponía ante la derrota sufrida por las fuerzas que impidieron el triunfo de una revolución Democrática.

Dos meses después caían en Nagua Luis Parrish y Reyes Saldaña y en la capital Carlos Castillo.

13-02-21.-