El sistema electoral que rige las elecciones nacionales y municipales forma partes del entramado desigual, privilegiado y discriminatorio de la Constitución de la República del 2010. Un ordenamiento jurídico para favorecer la alternancia en el poder de los mal llamados partidos mayoritarios y garantizar los intereses del grupo social dominante. Pero no solo eso, sino que son los receptores de miles y miles de millones de pesos del Presupuesto General del Estado para cubrir sus actividades políticas y electorales.
Es un gran negocio conseguir y mantener el nivel de partido mayoritario, recibiendo recursos públicos con una ley injusta y diseñada con mala intención, a la medida de los beneficiarios. Sin olvidar la colita millonaria que les corresponden a las demás instituciones políticas. No solo eso, sino que también hay relaciones, contribuciones económicas, con los traficantes de drogas. Se han creado maneras de ocultar el delito. Todos observan y escuchan el uso y abuso de los bienes estatales como algo común y corriente, sin las consecuencias correspondientes.
Los partidos mayoritarios que han cruzado por el poder han utilizado recursos del narcotráfico. Han tenido sus «narcos preferidos». Al llegar al gobierno se hacen los locos. Y otros son más osados que siguen en sus andanzas delincuenciales. Las autoridades estadunidenses están al tanto de todas las diabluras de los políticos del patio. Con sus informaciones mantienen bajo control, de rodillas, a los que se alternan el Palacio Nacional.
No
ha sido suficiente invertir, poner en manos de los políticos, cuantiosos recursos públicos y «privados» para entusiasmar
a los votantes para ir a votar. El gran dilema: ir a votar o quedarse en la casa.
Hasta ahora no existen alternativas políticas y electorales saludables para
impedir que los corruptos vuelvan al poder y detener la incompetencia
gubernamental, y la carrera loca de enajenar lo poco que queda del Estado.
Hay
muchas personas que no están de acuerdo con los políticos tradicionales y partidos mayoritarios, muchos en declives. Sus
pasos por el poder los han descalificado ético y moralmente. Su carnaval transcurre en el descrédito. Oportunidad indicada para desarrollar políticas muy bien definidas y
diferenciadas para atraer ese segmento de la población. Claro, es un período coyuntural.
Por otro lado, la presente coyuntura electoral refleja lo que siempre han indicado las investigaciones técnicas y mercadológicas sobre la intención de los votantes y sus inconformidades. La abstención, aunque es frecuente en elecciones municipales, significó una decepción imprevista para los opositores, preocupando a los gobiernistas por más alardes que hagan.
Las coyunturas son para ser aprovechadas, es lo que hace el gobierno de Luis Abinader y el PRM, pero no la izquierda y el progresismo. Por el contrario, los ayudan a perpetuarse en el poder, desaprovechando la oportunidad para colocarse donde el capitán lo vea, sin ningún tipo de contaminación corrupta y complicidades con la ejecución gubernamental.
Por lo visto, confundieron el escenario, porque el capitán logró verlos y capturarlos.
¿Qué busca un sector de la izquierda y el progresismo detrás de los partidos mayoritarios?
La izquierda y el progresismo tienen grandes indefiniciones: aislamiento y ambigüedades en conocer la sociedad y cómo aprovechar sin contaminarse la etapa democrática del capitalismo. Extraviar el camino ha sido su desgracia. El riesgo aumenta cuando el espíritu de grupo se impone. Los propósitos individuales guían el accionar y ver por ahora la revolución como un imposible. Esto último obliga a cualquier mortal a agarrarse hasta de un hierro caliente.
Siempre impulsé, y lo hago ahora, la unidad de izquierda y progresista, sobre la base de un programa democrático de avanzada y con la intención de crear una alternativa política y electoral para enfrentar a los responsables de conducir, sus desaciertos, el aparato del Estado. Es justo reconocer que la tarea es dura y muy difícil frente al avasallamiento de los que están en el poder y las ansias desenfrenadas de algunos por ocupar cargos públicos y disfrutar los privilegios palaciegos.
En este caso, seguiré creyendo en
ella. Avanzar en lo posible, pero avanzar. Los proyectos colectivos deben
sobresalir ante lo individual, aunque pinten de colores las buenas intenciones.
Si se carece de un instrumento unitario, político y electoral independiente, lo
veremos «muertos de risas» entre corruptos.
Esta coyuntura es distinta y diferente a la anterior. Pero desviarse del camino real por el matorral y el atajo, en «búsqueda», es un error imperdonable.
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