sábado, 28 de marzo de 2020

LA PANDEMIA DEL CORONAVIRUS DESNUDA EL CAPITALISMO

Por: Fortune Modeste Valerio

La pandemia ha estado presente en el nacimiento y desarrollo de la humanidad; desde entonces, cada sociedad la ha enfrentado con los medios, de la época, que tienen en las manos, sin importar de dónde viene. Lo significativo era reducir los impactos devastadores en la población.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que todas coinciden en la reclusión voluntaria u obligatoria de la población en sus casas, para evitar hacer contactos con el agente perturbador y contagiar a otras personas. Lo novedoso de ahora es que la ciencia conoce la estructura y movimiento del virus; como se mueve, a quién afecta y su duración de vida.

El coronavirus pertenece a la familia Coronaviridae , no es un agente extraño, es muy conocido por las grandes potencias económicas y militar del mundo. Un virus diabólico, de laboratorio, para ser utilizada como arma mortifica, biológica, en la nueva modalidad de guerra que se libra en los actuales momentos. El sistema capitalista y el socialismo, la enfrentan en formas diferentes. Y sus resultados están a luz y vista de todos.

Millones de seres humanos se ven acorralados por la agresividad de un virus creado para asesinar a los más vulnerables, sin importar condiciones económicas ni sociales. No importa quién eres para penetrar en tu cuerpo y producir un daño irreversible, si tienes enfermedades crónicas pre establecidas. El mundo se encuentra en pánico.

El sistema capitalista en su afán para dominar y explotar al mundo, ha experimentado toda clase de armas para someter a los pueblos; la bacteriológicas, químicas y biológicas, son las que se utilizan en estos momento; sin olvidar las convencionales. No cesan en la creación de potentes bombas, extraordinarios aviones de guerras, tanques invencibles, equipos elites de asaltos para mostrar superioridad y su supuesto espíritu de invencibilidad.

El mundo vive en un constante riesgo de una conflagración mundial; debido a los planes del imperialismo norteamericano para controlar y someter a los pueblos. El deterioro del cambio climático y el saqueo de las riquezas naturales; los rendimientos insaciables en las transacciones financieras y la carrera loca armamentística, acelera esa contienda global.

El coronavirus hizo su aparición en la ciudad china Wuhan, precisamente donde se encuentra su principal laboratorio de investigación y un super laboratorio para estudiar enfermedades contagiosas y peligrosas, a finales del mes de diciembre del 2019, según la Organización Mundial de Salud (OMS). Como si cayera del cielo. Se inventaron miles de conjeturas desde el mercado de mariscos y pescados hasta el murciélago aquel. Todas acompañada de una sofisticada maquinaria propagandística, campaña mediática anti China, alrededor del mundo que te pinta una mentira como una gran verdad, muy bien maquillada.

Los Estados Unidos de Norteamericana en sus planes de conquistas y saqueos en el mundo, acostumbran utilizar armas de destrucción masivas cuando se le imposibilita detener o vencer al enemigo. Los imperios los han usado siempre. Los ejemplos sobran, con pésimos resultados para la población; pero los interventores han mordido el polvo de la derrota.

La historia de los gringos en materia de expandir armas bacteriológicas es patológica. Su misma población nativa fue diezmada para robarle sus tierras; sin mencionar los pueblos que han resistido con valentía la creación de sus bichos raros y justificar lo injustificable. En esta, se le peló el billete. El capitalismo ha mostrado incapacidad, falta de voluntad política, para enfrentar la pandemia del corona virus, a pesar de tener los recursos para controlarla y vencerla.

Los países socialistas con la solidaridad y la cooperación; y la intervención del Estado para proteger el bien común, han enfrentado con éxitos el coronavirus Made In USA. El capitalismo encharcado en su propia madeja de muerte, queriéndose llevar por delante a todo lo impida materializar sus planes maléficos, han sucumbido frente al mundo. Y es que el mundo no es unipolar, tampoco bipolar; es multipolar. De cualquier yagua vieja te puede salir un tremendo alacrán.