sábado, 27 de enero de 2024

Leonel, Hipólito, Danilo y Luis Abinader

Por Fortune Modeste Valerio

Estos cuatro Jinetes del Apocalipsis han cabalgado por las últimas décadas conduciendo la etapa democrática del capitalismo. Anteriormente, la dictadura de Trujillo protagonizó una época caracterizada de sangre, sudor y lágrimas, como se imponen las inclemencias del capital. Con el profesor Juan Bosch se frustró el intento verdaderamente democrático sustentado en la Constitución del 1963. 

En países pobres y dependiente la etapa democrática juega un extraordinario papel para el despegue en la producción de bienes y servicios de la nación. Históricamente, han sido conducidos por regímenes dictatoriales o en una débil  democracia capitalista. América Latina y el Caribe han experimentado con ambas conducencias y el barco no ha naufragado. 

La democracia contraria a la dictadura garantiza pleno ejercicio de las libertades públicas y respeto a los derechos humanos. La sociedad respira un aire fresco, sin cortapisas de la opresión autoritaria del gobernante, de clase social y grupo en el poder. En el capitalismo, la democracia les “da vida y salud”. La fuerza brutal e irracional, impuesta, construye un país acorralado por el miedo.

En la región hemos transitado periodos difíciles de intolerancia y transigencia.  En lo que corresponde a nosotros, los albores de una nueva época se inician en la Era de Trujillo y el gobierno de Juan Bosch. Simbolizan la entrada con bríos a la etapa democrática, sin olvidar los pasos iniciales ejecutados por los gobiernos de Ulises Heureaux, Buenaventura Báez y Horacio Vázquez.

Estos cuatro personajes históricos de nuestro país han dejado sus huellas privatizadoras en la conducción del Estado. La lucha de clases y el desarrollo de las relaciones de producción edifican un capitalismo muy característico de la región latinoamericana y caribeña. Anómalos por su origen, cuando su mayor fuente de riqueza y creación de capital son la expropiación y robo descarados y muy bien disimulados de los bienes y servicios estatales.

Es innegable que han contribuido en la creación de una superestructura física del Estado en el país, garantizando la funcionalidad y comunicación de las instituciones públicas y privadas y de todos los ciudadanos. Es una práctica muy frecuente que los políticos en el poder hagan su "agosto" con los concursos fraudulentos y las sobre-valuaciones de las obras del Gobierno. Ahora, con la Alianza Pública-Privada, el empresariado ligado al Palacio aprovecha su turno al bate para incursionar en las actividades comerciales, financieras y en todo donde puede obtener beneficios sin riesgos.

¿Dónde están las diferencias entre los gobernantes citados en sus pasos por el poder? El limitado y desigual desarrollo y crecimiento económico, contribuyen a que la clase social gobernante brille por su ausencia, imponiéndose un grupo económico, político, militar, empresarial y religioso que les dan sustento a la fuerza del Estado y facilitando el ascenso al gobierno de los partidos políticos que garanticen sus intereses clase burguesa y oligárquica.

Los sectores económicos y financieros que desde hace cincuenta años respaldan y se benefician de las sinvergüencerías contra los trabajadores y el Estado, son los mismos que ahora forman partes del gobierno de Abinader y participan de manera privilegiada en la Alianza Público-Privada y en todo lo que signifique ganancias para el sector privado. 

Leonel Fernández Reyna y Danilo Medina Sánchez, ambos con vastas experiencias de Estado en la conducción de la administración pública, son señalados como las máximas insignias de la corrupción administrativa estatal y de la instalación de mecanismos de corrupción y de impunidad. Para que no se le toque ni con el pétalo de una rosa. Hipólito Mejía Domínguez no pudo destruir el país y hubo que quitárselo, perdiendo su único intento de reelección presidencial. 

Luis Abinader Corona, actual presidente Constitucional, es el encargado de representar a su clase social, en alianza con sectores oligárquicos, para terminar con despojar, arruinar el aparato productivo de la nación, todo lo público del Estado y declarar a la República Dominicana: ¡El paraíso del sector privado insaciable y rapaz!

Y, en consecuencia, coronado como "El Zar Privatizador de lo Público".

Fortune Modeste V.