jueves, 8 de septiembre de 2022

Parece que ahora nos vamos a unir, y debemos unirnos

Por Francis Santana 

El mayor anhelo que por muchas décadas han estado acariciando los mejores  hombres y mujeres de la nación dominicana y del movimiento revolucionario, es que la izquierda se una para luchar y trabajar para poder situarse en condiciones reales de alcanzar la liberación definitiva de la nación e iniciar la construcción de una nueva sociedad, basada en la democracia plena, en la justicia social verdadera, el respeto total a los derechos humanos, la igualdad de género, el respeto y protección  consciente a nuestros recursos naturales y en la que nuestro pueblo alcance los mayores estadios de bienestar material y espiritual.

Pero concretizar la unidad entre las organizaciones democráticas y de izquierda en nuestro país ha sido difícil en extremo. Y cuando se ha logrado algún nivel al respecto, por lo general esta ha sido efímera, insuficiente, intrascendente y la misma no ha suscitado mayor entusiasmo, ni expectativas.

Durante largos años, no nos unimos porque teníamos visiones distintas en relación al carácter de la revolución, otras veces por diferencias al enfocar la situación internacional, y en más de una ocasión, porque unos entendían que participar en los procesos electorales constituía una traición a la revolución, y que lo que se correspondía en un momento dado era prepararnos para iniciar la lucha armada.

Y no solo fuimos incapaces de unirnos como izquierda, sino que, además, cada organización se fragmentó en su interior recurrentemente, contribuyendo al debilitamiento de nuestras precarias fuerzas y a crear desaliento y alejamiento de mucha gente honesta y revolucionaria que de manera consecuente siempre ha estado al lado del pueblo y de sus luchas.

En muchas de esas divisiones ha estado presente con ímpetu arrollador y pernicioso la ideología y la práctica pequeño burguesas, marcadas por el individualismo, la carencia de un dominio a fondo de la teoría revolucionaria y por el afán de ascender socialmente a partir de ostentar elevadas jerarquías partidarias, situando en primeros planos los intereses y las aspiraciones personales, y manejando con torpeza las diferencias, que bien conducidas, no necesariamente tienen que concluir con divisiones, que dan surgimiento a más organizaciones, pero mucho más débiles, y a su vez, al surgimiento de más “jefes” de la revolución.

Nunca he podido olvidar una reunión que sostuvimos cinco organizaciones de nuestra izquierda en la que tres de estas provenían de la misma matriz; pero se habían fragmentado y ahora tenían tres “jefes”, tres comités centrales y tres comités políticos, no obstante reivindicarse las tres como firmes abanderadas del socialismo y del comunismo.

Pero siendo responsables y justos, tenemos que reconocer en honor a la verdad histórica, que determinadas divisiones en la izquierda tuvieron sus orígenes en la penetración en su seno de agentes enemigos de la revolución.

Ha sido tan prolífera nuestra izquierda para dividirse, que en la actualidad existen decenas de organizaciones de esta naturaleza en nuestro país, llegando un importante dirigente de este sector a decir que existen unos 97 grupos de izquierda en la República Dominicana. Afirmación que entiendo exagerada.

Esas interminables divisiones internas, unidas a la incapacidad para unirnos, constituyen dos elementos causales fundamentales (no los únicos) por los que nuestra izquierda no ha sido capaz de ganarse las simpatías de amplios sectores de la sociedad para sus filas y proyectos políticos. Porque hay que ser razonable; nadie se va a montar con confianza en un barco cuya tripulación y pasajeros se están dividiendo permanentemente, sin garantía alguna de llegar a puerto seguro.

Esa panorámica antes y brevemente descrita, ha contribuido poderosamente a que hoy nuestra izquierda revolucionaria y otras fuerzas democráticas carezcamos de la suficiente influencia política en la clase obrera, el campesinado, la clase media, la intelectualidad avanzada y que la participación de la juventud y de las mujeres en la izquierda sea prácticamente ínfima y excepcional.

Pero ahora es altamente probable que podamos unirnos

A diferencia de coyunturas anteriores, en las que los grupos de izquierda marchamos cada uno por nuestro lado, compitiendo y muchas veces desgarrándonos entre sí; ahora se observan reales posibilidades de que podamos marchar unidos. Esto es altamente alentador y debe desafiarnos a trabajar por esta unidad desde lo interno de cada una de nuestras organizaciones, en los sectores y territorios en los que actuamos, en la diáspora y en todos los espacios en los que hacemos vida social.

Cuando afirmamos que la unidad del campo democrático y de izquierda tiene en estos momentos una gran oportunidad para convertirse en   realidad, nos apoyamos en los siguientes elementos:

Las principales organizaciones, movimientos y partidos progresistas, democráticos y de izquierda hemos definido el actual gobierno del PRM como oligárquico, como nuestro blanco principal del momento, al tiempo de coincidir en que hay que hacer todos los esfuerzos para impedir que el relevo de este gobierno pudiera ser el PLD en cualesquiera de sus dos versiones: PLD o Fuerza del Pueblo (FP).

Coincidimos en que el método para avanzar tras el poder en la presente situación es la participación electoral unitariamente, ligada estrechamente con la lucha popular, la que debe ser estimulada y acompañada de manera permanente.

Que la unidad debe incluir a partidos de izquierda y progresistas; pero también a sectores sociales que postulan cambios democráticos y a personas que sin estar integradas a partido alguno, siempre han acompañado al pueblo en cada una de sus luchas.

Los enfoques de la inmensa mayoría del campo popular y revolucionario son tan similares en el momento actual, que sus propuestas programáticas son prácticamente las mismas y con un contenido de reformas y transformaciones de avanzada, que apuntan de manera frontal contra el modelo neoliberal, de sus defensores y beneficiarios nativos y extranjeros.

Y con relación a un tema que en pasadas coyunturas electorales creó bastantes dificultes, como el de la selección de las candidaturas, ahora existe un amplio consenso en el sentido de que las mismas (incluyendo la candidatura presidencial de la unidad) sean definidas mediante el uso de métodos democráticos y transparentes, y quienes resultaren ser favorecidos/as por el voto mayoritario, serán las candidaturas que nos representen a los distintos cargos electivos.

Se ha ido creando un ambiente tan favorable hacia la vertebración de una gran unidad político-social de las fuerzas más democráticas de la nación, que incluso aquellos grupos que no están de acuerdo con participar en el proceso electoral sí son partidarios de practicar la unidad de acción con los que concurriremos a las elecciones del año 2024; y esa unidad, ha ganado bastante terreno y esto debemos continuar cultivándolo esmeradamente.  

Existe, además, una coincidencia plena, en el sentido de que en el proyecto unitario que estamos construyendo, no caben quienes TENGAN DEUDAS DE SANGRE CON EL PUEBLO, NARCOTRAFICANTES, FEMINICIDAS, ECOCIDAS, XENÓFOBOS, CORRUPTOS, NI TRAIDORES A LA PATRIA.

Entonces, podemos asegurar que AHORA EXISTEN LAS CONDICIONES NECESARIAS PARA UNIR A LO MEJOR DE LA NACION Y PRESENTARLE AL PAIS UNA PROPUESTA PODEROSA DE UNIDAD CON VERDADERAS POSIBILIDADES DE PODER.

 Y DEBEMOS HACERLO, Y HACERLO AHORA; PORQUE SOLO UNIDOS Y A TIEMPO, NOS PUEDE IR BIEN. 

Francis Santana