viernes, 28 de febrero de 2020

EL PROCESO DE LA INDEPENDENCIA DOMINICANA (1808-1873)

Por: Filiberto Cruz Sánchez
(“Tengo la idea de que la independencia germinó en Santo Domingo desde principios del siglo XIX; pero no se hizo clara y perfecta para el pueblo hasta 1873". Carta de Pedro Henríquez Ureña, desde México, a Federico García Godoy , de fecha 5 de mayo de 1909. Publicada en la revista Cuna de América, año III, número 127, del 6 de junio de ese año).
El objetivo del presente ensayo es demostrar que la idea de la independencia dominicana no cristalizó definitivamente en las efemérides patrias a cuya celebración nos convoca cada año la historia oficial, sino que la misma fue el resultado de un largo proceso germinado en los albores del siglo 19 y que "se hizo clara y perfecta para el pueblo" a finales de 1873, con la derrota del gobierno anexionista de Buenaventura Báez.
La historiografía tradicional ha logrado arraigar en la creencia de los dominicanos que los sucesos del 27 de febrero de 1844 representan el punto de partida de nuestra efectiva independencia nacional y que los combates militares iniciados el 16 de agosto de 1863 significaron la derrota definitiva del ideal anexionista encarnado en la figura del general Pedro Santana.
Ese principio y fin de nuestra idea de independencia tiende a ignorar otras realidades vividas por los dominicanos antes y después de ambas efemérides. En el presente ensayo encontraremos que desde 1801 surgieron en Santo Domingo las primeras manifestaciones de un sentimiento independentista que tomó fuerza en las refriegas contra los remanentes de la invasión francesa iniciada en 1802 y más adelante, contra el moribundo colonialismo español.
No me refiero al proyecto político de José Núñez de Cáceres, sino a la serie de movimientos ocurridos desde septiembre de 1803, que dieron cuenta de un creciente despertar de la conciencia de los dominicanos en pos de su propia identidad y autodeterminación. Más tarde, la asamblea nacional reunida en la comunidad de Bondillo en diciembre de 1808 y las rebeliones armadas ocurridas en 1810, 1812 y 1813 fueron otras indicaciones de ese despertar. El más importante de estos hitos históricos, el encabezado por Ciriaco Ramírez, provino de un sector de clase media vinculado a las actividades mercantiles de la época.
Ese despertar de la conciencia nacionalista de los dominicanos se vio estimulado por los acontecimientos acarreados por la revolución francesa en su colonia de Saint Domingue y la invasión napoleónica a España en marzo de 1808. Sabemos que la gran revolución francesa impactó a sus vecinos ibéricos y que su onda expansiva trastornó también la vida de su rica y próspera colonia caribeña, provocando unos acontecimientos que afectaron el ritmo pausado de la parte española de la Isla de Santo Domingo. Además, eran frecuentes en los primeros años del siglo las incursiones de agentes suramericanos que visitaron algunas ciudades costeras dominicanas, incitando a sus habitantes a rebelarse contra la dominación colonial española. Se vivía pues, en aquellos años, un entorno internacional que estimulaba a los dominicanos a luchar por su emancipación política.
Más adelante, cuando las colonias hispanoamericanas culminaron sus luchas independentistas contra el imperio español, ocurría en Santo Domingo un golpe militar encabezado por José Núñez de Cáceres contra las autoridades españolas. Este acontecimiento, llamado con cierto eufemismo "independencia efímera", ha sido muy relegado por la historia oficial y sus gestores, tal vez porque sus cabecillas, miembros de la élite criolla, pusieron fin a la dominación colonial española, o porque la misma produjo un vacío de poder que sería aprovechado por el gobierno haitiano, que 70 días después anunció la ocupación militar de Santo Domingo.
Núñez de Cáceres publicó, el 1 de diciembre de 1821, una extensa Declaratoria de Independencia del Pueblo Dominicano, un Acta Constitutiva del Gobierno Provisional del Estado Independiente de la Parte Española de Haití, con 39 artículos, un gabinete de siete miembros y un secretario; un Manifiesto donde trató "los hechos y consecuencias del cambio político efectuado" en la ocasión; un Acta de la Sesión del 4 de Diciembre de 1821 de la Junta Provisional de Gobierno del Estado Independiente de Haytí Español, entre otros documentos históricos, reveladores de las luchas realizadas por este sector social esclavista que buscó asociar su suerte política a la recién creada confederación bolivariana.
Casi siempre, cuando se celebra la efemérides del 27 de febrero, se destacan en primer plano el tema de la ocupación haitiana y sus efectos en Santo Domingo. La tradición aconseja enfatizar sobre un largo rosario de agravios ocasionados por los ocupantes a los habitantes de la parte oriental de la isla, agravios que dieron origen a un prolongado sentimiento anti-haitiano en la sociedad dominicana. En realidad, lo que representa la noche heroica del 27 de febrero es el inicio de la separación definitiva del pueblo dominicano de la República de Haití. El único sector político que proclamó y luchó por la independencia, sin éxito inmediato, fue el trinitario o duartista, cuyo movimiento sería derrotado y desarticulado para siempre por el sector retrógrado y anexionista encabezado por Pedro Santana, continuador de la cultura política del caudillo Juan Sánchez Ramírez, primer gobernador dominicano al servicio de España.
Bajo la influencia política y militar del general Santana se convocó y sesionó la primera Constituyente, se votó la Constitución de San Cristóbal y se formalizó la existencia del Estado dominicano. El sector dominante, integrado por terratenientes, antiguos funcionarios del gobierno haitiano e intelectuales hispanistas, controlaron la vida pública durante los primeros años de la república. Su visión no era mantener la existencia de un Estado libre, democrático e independiente, sino esperar las circunstancias favorables para entregar el país a una de las grandes potencias extranjeras de la época a través de un protectorado o por medio de la anexión.
A pesar de varios intentos, la idea del protectorado jamás prosperó durante los años de la Primera República, período durante el cual hubo que enfrentar y derrotar nuevas invasiones militares haitianas que buscaban dejar sin efecto la acción separatista del 27 de febrero.
Un año después de la última invasión haitiana, estalló la primera guerra civil entre los dominicanos, provocada por los fraudes monetarios del segundo gobierno de Buenaventura Báez que afectaron a los productores y comerciantes del tabaco cibaeño. En 1857 los líderes políticos y militares del norte proclamaron un gobierno paralelo en Santiago de los Caballeros y en febrero del año siguiente votaron la primera Constitución democrática de la historia dominicana, la cual sería desconocida por Santana tras regresar al país en medio de los combates por expulsar a Báez del poder.
Ambos personajes se habían separados para siempre en 1853, tras concluir el primer gobierno del caudillo sureño. Las pugnas entre ellos concluyeron con la vuelta al poder del caudillo seibano en julio de 1858. Ambos caudillos conservadores jamás asimilaron la idea de la independencia nacional. En sus últimos gobiernos, uno se decantó por la anexión del país a España y el otro por la anexión a favor de los Estados Unidos de América.
Tras la primera anexión, consumada por Santana en marzo de 1861, vinieron las protestas y las rebeliones armadas de los dominicanos. La resistencia contra los invasores españoles fue larga y persistente, con sus altas y sus bajas, y gracias a que el movimiento contó con el apoyo de la población campesina, que era la inmensa mayoría, los líderes políticos y militares de la revolución pudieron derrotar al poderoso y bien disciplinado ejército español.
En medio de los fragores de la guerra se produjo la muerte repentina del general Santana, principal autor de la anexión. Se pensó que con su partida y la derrota humillante de los invasores se había extinguido el ideal anexionista en la sociedad dominicana de entonces. Sin embargo, el triunfo de los restauradores en julio de 1865 no representó el fin de la lucha por mantener en pie la república ideada y fundada por Juan Pablo Duarte y sus discípulos. Aún seguía con vida y divagando por playas extranjeras el otro gran paladín del anexionismo decimonónico. Aprovechando las nuevas rivalidades políticas surgidas entre los líderes restauradores, Báez retornó al poder una y otra vez y en mayo de 1868, cuando todavía no se habían enfriado del todo los cañones que hicieron posible la derrota de la última invasión hispana en Santo Domingo, instauró su cuarto gobierno, el de mayor duración de los cinco que encabezó.
En el presente ensayo se demuestra que el norte principal del "Gobierno de los seis años" fue revivir y hacer realidad el viejo ideal anexionista, ahora a favor de los Estados Unidos de América, un país que experimentó un enorme desarrollo capitalista después de 1865, cuando culminó su guerra civil. Báez instauró una dictadura cívico-militar y jamás cesó en su empeño de vender parte o todo el territorio dominicano a los estadounidenses, provocando que los líderes restauradores echaran a un lado sus diferencias para encabezar otra contienda larga y complicada llamada "Guerra de los seis años". Se trató, en esencia, de una guerra civil y una guerra patriótica, de reafirmación del ideal independentista "que se hizo claro y perfecto para el pueblo" a finales de 1873, cuando sectores del baecismo se vieron forzados aliarse con la triunfante resistencia patriótica para poder derrocar al gobierno del ex Mariscal de Campo del ejército español.
Sin embargo, la derrota definitiva del morbo anexionista, simbolizado en las figuras de Báez y Santana, no significó que los grupos oligárquicos del país y sus intelectuales, de reconocida tendencia conservadora y entreguista, continuaran acariciando y propiciando la idea del amparo o la ayuda de potencias extranjeras para seguir disfrutando los privilegios que siempre ha otorgado el uso y abuso del poder en República Dominicana.
(Posdata: Amigos de Facebook, esa es la Introducción de mi ensayo histórico impreso en septiembre de 2019 y que será presentado al público en marzo venidero en un acto que organizará la Escuela de Historia y Antropología de la UASD)

FUENTE: https://www.facebook.com/filiberto.cruzsanchez/posts/3123472457685181