sábado, 25 de junio de 2022

Proceso democrático y el camino independiente

 Por Fortune Modeste Valerio 

La euforia por los triunfos electorales, del progresismo y la izquierda en América Latina y el Caribe, durará muy poco en nuestro país, emular sus experiencias, está por verse. Sin embargo, existen las condiciones favorables para emprender un proyecto electoral y unitario de cara al 2024. Se dice que hay conversaciones al respecto, pero no terminan de cuajar.

La realidad es muy diversa y diferente, en cada uno de nuestros países. El curso histórico tienen matices que los diferencian en lo cultural, étnico, social, económico, políticos y hasta en la idiosincrasia. Los triunfos electorales progresistas y de izquierda, poseen aspectos muy particulares que solo ellos pueden manejar con independencia y creatividad, de acuerdo con sus necesidades latentes y coyunturales. 

No fue casual la elección de la vicepresidenta electa de Colombia, Francia Márquez, en el triunfo electoral de la coalición progresista y de izquierda, denominado Pacto Histórico. Una jugada política que surgió de las mismas entrañas, elegida en forma mayoritaria en unas primarias, del pueblo colombiano. La creatividad siempre va de las manos con la realidad, es la mejor manera de ir acorde con la coyuntura en desarrollo. 

En nuestro país los proyectos políticos que pudieron convertirse en maquinarias electorales, para llegar al poder, se desperdiciaron. Desde el Movimiento Revolucionarios 14 de Junio hasta la Unión Patriótica UPA, todas con diversas razones, no lograron comprender el tránsito democrático. El transcurrir ha sido doloroso. Las divisiones y el aislamiento, parte el alma. Pero no hay mal que dure cien años...

Se ha vivido de espalda al proceso democrático, sin aprovecharlo adecuadamente, avanzando de manera independiente. La identidad revolucionaria se ha resquebrajado en lo general, se conserva en lo individual y particular, No se le da importancia a los escenarios que brinda la democracia capitalista para emprender un camino propio, con marcada diferenciación.

La izquierda dominicana tiene suficiente arraigo histórico que no ha permitido desaparecer su sentimiento y su presencia en el corazón de la población. Su existencia, con todas las debilidades y deficiencias, se debe al trabajo de lo que han cargado en sus hombros el pensamiento y la actuación de los revolucionarios. 

Hay que estrechar lazos de amistad, acercamiento y unidad entre progresistas, democráticos, y la misma izquierda, si queremos avanzar. Trazar la línea de Pizarro con los conservadores y corruptos. De manera tal, que se pueda notar diferenciación en todos los aspectos, para tener identidad propia ante la población. 

Esa izquierda, que se observa oronda y productiva, en América Latina y el Caribe, es el resultado de trillar un camino independiente, involucrarse en la brega del pueblo, y unirse para poder insertarse con éxitos en el proceso democrático. Lecciones que no deben olvidarse, si se quiere acompañar la Ola progresista y democrática que continúa su agitado curso.

Fortune Modeste V


Gustavo Petro y sus circunstancias

 Por Rafael Chaljub Mejía

Celebro el resonante triunfo de Gustavo Petro en las elecciones de Colombia, pero comprendo las limitaciones que le imponen las circunstancias en que asciende al poder.

No estamos ante el caso histórico de Cuba. Allí se alcanzó el poder por vía de una revolución armada que destruyó la ensangrentada maquinaria que sostuvo la dictadura batistiana, dos años después y con el pueblo en armas fue derrotada la contrarrevolución armada en Playa Girón y Bahía Cochinos y en el mismo abril de 1961, mediante numerosas expropiaciones, se destruyó casi por completo la base económica de la vieja oligarquía y los monopolios norteamericanos.

Petro llega al poder por la vía electoral, con el antecedente de una hermosa jornada de resistencia e insubordinación civil que ganó las calles de las principales ciudades de Colombia, pero que no podía tomar otro cauce que el electoral. Mucho menos cuando la principal guerrilla se había visto forzada a transarse ante la imposibilidad de llegar al poder después de más de cincuenta años de lucha.

De todos modos, se trata de un triunfo de gran importancia. Porque golpea severamente la cadena de dominación imperialista en uno de sus más importantes eslabones en Latinoamérica.

En Colombia, el Israel de Suramérica, plataforma de agresión de los yanquis contra otros países, escuela del paramilitarismo, el terrorismo y la represión contra las fuerzas populares, todo un narco Estado que ahora sufre un revés al ser derrotada su más clara expresión política, el uribismo. Todos esos elementos están golpeados pero no vencidos y van a venir por la revancha.

El nuevo presidente tendrá que lidiar con ellos y es mi esperanza que sepa hacerlo. Sin exigirle hazañas que las circunstancias no le permiten, pero que ponga a Colombia en ruta hacia nuevos horizontes.

Que le ponga cese al crimen impune y freno a los asesinatos de líderes políticos y sociales y a la rampante corrupción, que adecente a ese hermoso país, desmonte las estructuras de violencia y separe del Estado las influencias del narcotráfico y sus representantes.

Que reivindique a los trabajadores, al martirizado pueblo de Colombia, a “los nadies” y que, en manos del nuevo gobierno, Colombia vuelva a la paz interna con justicia y al plano de buena vecindad con los países hermanos.

El nuevo presidente tiene las suficientes luces y es de esperar que, desde el poder, no le falten el coraje y la habilidad de que hizo galas en la oposición. Otra vez: vamos, Petro.

Rafael Chaljub Mejía

Asimilemos creadoramente la victoria de Gustavo Petro de Colombia

Por Francis Santana

El domingo 19 de junio el pueblo de Colombia obtuvo una resonante e histórica victoria electoral en segunda vuelta, en la que las fuerzas progresistas, democráticas y de izquierda alcanzaron más del 50% para derrotar a la derecha política.

El discurso y la política que llevó a Gustavo Petro a la presidencia de Colombia, deben ser tomados muy en cuenta por las fuerzas del campo progresista en nuestro país, al momento de definir su programa en la presente coyuntura.

El Pacto Histórico, acuerdo político que incluye a los más amplios y diversos sectores democráticos colombianos, interpretó fielmente las urgentes aspiraciones e intereses de las mayorías de esa nación azotada durante largas décadas por la guerra y el saqueo de sus riquezas por parte de potencias extranjeras en estrecha alianza con una oligarquía local guerrerista y narcotraficante.

EL Pacto Histórico, se comprometió a implementar un Programa de Gobiernopriorizando la paz, en un país desangrado por una guerra que ya se prolonga por casi tres cuartos de siglo.

Ofertó garantizar desde el poder del Estado una verdadera justicia social, en una de las sociedades más desiguales y discriminatorias de nuestra América.

Levantó muy en alto la defensa de los recursos naturales, la igual de géneros, el respeto a las preferencias sexuales, la defensa de la producción agrícola, la creación de oportunidades de estudio y empleos para la juventud, seguridad social universal y verdadera, la industrialización del país y trabajar por una real unidad e integración de los países de América Latina y El Caribe.

Fue con esa política democrática y diversa en amplitud, que fueron capaces de construir un poderoso torrente político-social en el que se integraron con entusiasmo y profunda vocación de poder, sectores de izquierda, progresistas, feministas, ambientalistas, juveniles, obreros, campesinos, intelectuales, trabajadores de la cultura, productores nacionales, patriotas y religiosos de avanzada, entre otros.

Y fue esa contundente unidad la que pudo hacer posible que este 19 de junio, Gustavo Petro y Francia Márquez alcanzaran una resonante victoria en Colombia, derrotando a una oligarquía enemiga de la paz, del pueblo, de su propia nación y arrodillada servilmente al poder extranjero.

La victoria del pueblo colombiano es el resultado también, de una correcta combinación de la lucha en las calles, con la contienda electoral.

Aprendamos de esa aleccionadora experiencia colombiana; claro, sin hacer extrapolaciones arbitrarias, teniendo bien claro que nuestra causa transformadora tenemos que guiarla y asumirla a partir de nuestra realidad concreta, a lo dominicano, pues todo proceso tiene sus propias leyes particulares.

Celebremos con entusiasmo la victoria del combativo pueblo colombiano y saludemos con optimismo el poderoso tsunami progresista que victoriosamente recorre toda América Latina.

Cada día queda más en evidencia, que podemos vencer…Y que venceremos.

Francis Santana