lunes, 31 de agosto de 2020

APROVECHAR EL MOMENTO PARA AVANZAR

 Por: Fortune Modeste Valerio

Los dirigentes revolucionarios deben «dar la cara» dejar su bajo perfil para buscar soluciones a los problemas nacionales y locales. Solo así podemos proyectar una nueva forma de hacer política y ganar el corazón de la gente. No hay que esperar el 2024.

¿Cómo aprovechar el momento? Con frecuencia recibo cuestionamiento en ese sentido. Lo primero que debemos hacer es afilar la puntería en el análisis económico, político y social de la sociedad, para tener una visión objetiva. Tomando en cuenta que éste se mueve constantemente; de lo contrario, podríamos observar el fenómeno en forma equivocada, como sino se moviera.

El movimiento de los fenómenos, es clave identificarlos, nos permite observarlo detenidamente, dar en el clavo, en el mismo centro y en el preciso momento. Acabamos de salir de un proceso electoral traumático y preñado de irregularidades, donde se identifico el blanco principal y común, para darle con contundencia y derrotarlo.

La derrota de Danilo y el PLD, fue obra y gracia a los deseos y voluntad del pueblo. Sabiamente interpretado por organizaciones y dirigentes políticos que articularon una maquinaria electoral para darle el tiro mortal, y, por el momento, salir de los corruptos morados. Con su desplazamiento se crea un nuevo escenario, estrenando un nuevo gobierno que llega con su programa debajo de los brazos.

Si no se admite que hay un momento nuevo, no se puede aprovecharlo; seguimos haciendo lo mismo de siempre. El país respira un aire fresco y con grandes expectativas. Negarlo es una necedad de miopes y de los que quieren vivir en el pasado y sus recuerdos. El gobierno de Abinader ha dado demostración de un cambio en la forma de gobernar, a pesar de los nublaos que aparecen de vez en cuando. ¡Maña fuera!

Los movimientos gubernamentales ejecutados se realizan dentro de una débil estructura capitalista que entra con una nueva visión de gobernanza, y con personajes encuadrados en una imberbe burguesía liberal; actúa con las manos atadas. La presencia determinante de los Estados Unidos de Norteamérica, atrofia y desnaturaliza su esencia de clase.

La tarea de los revolucionarios es profundizar el proceso de institucionalización democráticas, rechazando cualquier distorsión que obstaculice su viabilidad; su dependencia imperial es una de ellas. Y para eso, se requiere articular una maquinaria unitaria que descanse en formulaciones teóricas, claras y precisas, que describan el momento, y recojan las necesidades más sentidas de la población.

No es posible avanzar sin unidad. Seguir aislados y dispersos, es una aberración histórica imperdonable. Para esto, es indispensable definir el trayecto de la revolución: seguir directo al socialismo, un sentimiento emocional y desenfocado de la realidad. O, completar el proceso democrático que nos permita acumular fuerza, ganar espacio, consolidar un instrumento de vanguardia y dar un golpe demoledor a los sectores de clase que ostenta el poder. 

El Proyecto de Nación será la visión que se tiene para la construcción de un nuevo país: debe ser el resultado de una profunda investigación de la sociedad; de nuestras posibilidades, el nivel organizativo y la influencia en la población. Que el mismo no sea elaborado única y exclusivamente por los intelectuales organizados e independientes; tienes que bajar a las estructuras organizativas partidarias para su estudio y enriquecimiento. 

Mientras tantos, debemos caminar, andar de las manos, en el seno del pueblo, ganando su corazón y su confianza, para colocarnos en mejores condiciones y romper de frente, en forma radical, con una maldita división y un asilamiento que ha dejado serias secuelas de daños irreparables, por el momento, a los revolucionarios.