sábado, 27 de febrero de 2021

¿REVOLUCIÓN SOCIALISTA O ETAPA DEMOCRÁTICA BURGUESA? (y2)

Por Fortune Modeste Valerio 

Sería un grave error pensar que la lucha por la democracia es capaz de apartar al proletariado de la revolución socialista o entorpecerla, llevarla a un segundo plano, etc. Al contrario, de la misma manera que el socialismo triunfante es imposible sin haber implantado la democracia completa, no puede prepararse para el triunfo sobre la burguesía el proletariado que no mantiene una lucha en todos los sentidos, consecuente y revolucionaria, por la democracia.” V. L. Lenin.

Etapa democrática burguesa 

La etapa democrática burguesa es un proceso, dentro del capitalismo, que garantiza el establecimiento de un régimen que permita los derechos democráticos y libertades. La economía descansa en los principios del capital; permitiendo la libre competencia, frenando los monopolios e impulsando la industrialización. 

Es importante que pongan atención en derechos democráticos y libertades, porque es el aspecto a destacar por los revolucionarios, ya que facilita crear reformas al Estado para ejercer los derechos civiles y políticas; rechazar improcedentes medidas gubernamentales; a los ciudadanos, organizarse; a la población, reclamar reivindicaciones económicas y sociales. En fin, libertad para presionar en la cancha entera cuando se intenta vulnerar las conquistas adquiridas.

Este tramo de la carrera transitoria le corresponde al presidente Luis Abinader y al PRM, apoyado por una Coalición de organizaciones políticas y sociales, y personalidades independientes. Fundamentaron su respaldo alrededor de un programa de gobierno que incluye modificar la Constitución de la República, institucionalizar las instituciones públicas, justicia independiente, lucha en contra la corrupción, cambio del modelo económico que priorice la dinamización de la producción nacional, etcétera. 

Este tránsito histórico es inevitable, hay que saberla manejar con capacidad y habilidad de maniobra, siempre apegado al Marxismo Leninismo. El mismo es dirigido por la burguesía, y en la mayoría de los casos ligados a sectores oligárquicos. No podemos confiar ciegamente, abandonando la lucha y la organización de la población, de los trabajadores, es una clase mentirosa, corrupta y entregada al poder extranjero. 

No olvidemos que es una democracia burguesa, no pierde el punto de vista capitalista. Cuando ve sus intereses en peligro aprieta la muñeca, porque “es una clase social de doble cara, y camina en dos direcciones a la vez”. Mantiene a los trabajadores con la soga corta, ya que es su antípoda. Además, decide siempre en favor de los ricos y poderoso, sector dominante. 

El primer mandatario es un burgués, con apariencias liberales, de los pies a la cabeza y actúa en consecuencia. Su gabinete no se corresponde con la concepción, liberal, de clase del Presidente. Un tren administrativo integrado, en su línea central, por sectores oligárquicos burgueses más rapaces en las últimas décadas. 

Es un error esperar, sentado en sus casas, que el Presidente cumpla con los acuerdos en el programa de gobierno y, peor aún, permitir en silencio que se violen los compromisos para favorecer al sector privado y al poder extranjero. La transición es para contribuir a la consolidación de la democracia derivada en la protección de los bienes y servicios del Estado, cambio del modelo económico, garantizar derechos civiles y políticos, y el bienestar de la población. 

Le ha tocado dirigir, al sector oligárquico burgués, desde la caída de la Era de Trujillo. Y lo único que se ha visto en la vida nacional es el robo descarado de los bienes del Estado, enriquecimiento ilícitos y destrucción del aparato estatal. Con excepción de los siete meses de gobierno del profesor Juan Bosch, la clase dominante se han servido con la cuchara grande, con las dos manos. 

Si el presidente Abinader cumple con el compromiso, que incluye La Regeneración Nacional y un Nuevo Modelo Económico y Social, firmado con la Coalición Democrática, transitaremos por una transición provechosa para la sociedad, de lo contrario, sería una farsa más de una clase social que no termina de consolidarse, que solo aprovecha la confianza depositada, para burlarse de ella. 

Luchar para conquistar la democracia en el capitalismo no es una aberración ni transgresión. “La lucha por reformas es el medio; la revolución social, el fin”. Las fuerzas revolucionarias y comunistas están atrapada, en este tránsito, con un discurso y accionar confuso; no distinguen la importancia de insertase en el proceso democrático para ganar espacio y tiempo.



 

COLOMBIA: PETRO, URIBE Y EL MARRANO CONTRA SANTRICH

 Por Narciso Isa Conde

Jesús Santrich -el talentoso y valiente comandante “no vidente” de las FARC-EP y uno de los artífices de la reciente propuesta de paz traicionada por Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe Vélez, Iván Duque, el generalato corrupto y la oligarquía criminal de Colombia (con la torpe  ayuda de unos cuantos dirigente claudicantes de esa organización político-militar)- es un jodedor con mucha gracia y un guerrillero radical. Pero jamás un asesino, mucho menos un genocida.

Lo digo así porque  hay quienes – incluido entre ellos el ex Alcalde de Bogotá y ex-candidato presidencial de fuerzas políticas que se definen como progresistas, Gustavo Petro- se han atrevido a comparar a Santrich con los traidores de la paz, que a su vez cargan sobre sus espaldas un montón de falsos positivos (6,402 en total ¡!!!), masacres, fosas comunes, motosierras, torturas y complicidades con el paramilitarismo y las tenebrosas DAS, CÍA y MOSSAD.

La más recientes traición a la paz firmada en la Habana- precedida de otros intentos obstruidos y/o anulados por el Estado narco-terroristas colombiano- ha desatado nuevos genocidios, con centenares de asesinatos selectivos y masacres incluidas; todo esto a cargo del Gobierno de Iván Duque, amalgamado, como buen pupilo de Uribe, con el narco-paramilitarismo.

Que las  burdas jaurías neo-fascistas de Uribe y Duque, o las más perfumadas al servicio de Manuel Santos -llenas de miedo por las cuentas pendientes- calumnien a Santrich, no debería sorprender a nadie.

Su esencia es el delito, el crimen y la mentira.

Los asesinatos físicos y morales son puntos permanentes de sus agendas ensangrentadas.

¿A cuántos no han matado después de calumniarlos?

 Al comandante Simón Trinidad, cuya moral y valentía son inmensas, lo tiraron en una cárcel-tumba del imperio luego de acusarlo de narco-traficante y extraditarlo.

A Santrich quisieron hacerle lo mismo después de firmar la paz y a Iván Márquez y otros comandantes estuvieron a punto de exterminarlos en la mismísima zona de paz. Pero ambos fueron más inteligentes que sus brutales enemigos.

·  ¿POR QUÉ ENTONCES PETRO SE SUMA A LOS CALUMNIADORES?

Ahora bien, lo que hizo Petro, a sabiendas de que se trata de una vil comparación, tiene otra lectura que es necesario hacer un esfuerzo por transparentar.

El “barullo” vino al caso por la jodedera de Santrich con el presidente Duque envuelto en una matanza parecida a la ejecutada contra la Unión Patriótica, que sumó más de 5,000 asesinatos; receta que también, aunque en menor medida, le aplicaron al M-19, movimiento guerrillero al que perteneció Gustavo Petro.

“Mamando gallo” -como le dicen en Colombia a burlarse del otro- Santrich le recordó al Presidente genocida que “a cada marrano le llega su sábado”, procurando que éste entendiera que la gracia de poder no es eterna; no más, porque nadie que quiera matar alevosamente al otro, comete la tontería de anunciarlo.

Pero el mayor “pecado” de Santrich en esa “mamadera de gallo” fue usar la frase “memento mori”, alusión latina que se emplea en arte y literatura  para advertirle a los prepotentes y abusadores con poder sobre la temporalidad de la vida y de los cargos; pecado mayor porque en esas jaurías abundan los ignorantes.

Marrano, por demás, es lo más bonito que se pueda decir, a un presidente como Iván Duque.

Petro, que ni es bruto ni es de esas jaurías, sin embargo optó por hacerle el juego a esas perversas acusaciones contra Santrich y decidió twittear de esta manera:

“Ahí tiene los extremos: en la extrema izquierda está Santrich y  en la extrema derecha: Uribe, y se juntan, se necesitan, son tal para la cual, sin el uno no puede existir el otro.”

“¿Se les puede desextremizar? Sí, si el pueblo se decide por la democracia y la justicia” 

¡Qué lindo cabrón!

Porque la verdad es que para igualar con el  Paraco Uribe a un intelectual revolucionario del calibre, la sensibilidad y  la trayectoria de Jesús Santrich, hay que -además de cabrón- sumarse al club de los políticos calumniadores; obviando, además, que a la gente más firme del M-19, a sus comandantes más consecuentes, los asesinaron por ser de “extrema Izquierda”,  por no renegar de la lucha antiimperialista y anti-capitalista, por no quedarse supuestamente “mancos” (ni de izquierda ni de derecha), y por rehusar la ruta de “hacerse potable a los gringos”, como lo ha hecho -y lo sigue haciendo- Gustavo Petro.

Es posible que el cálculo de Petro sobre las ventajas de meterse con esa fea canción donde no lo invitaron, esté relacionado con lo grato que puede resultarle a Biden y comparsa leer o escuchar esas palabras de un político, potencial candidato presidencial nuevamente, con bastantes posibilidades de éxito.

Igual es curioso que excluyera a Santos de la “extrema derecha”, oligarca de tomo y lomo e ideólogo de los “falsos positivos”.

¿Cómo se sentirán -después de ese twist ofensivo, mentiroso y peligroso- las personas y organizaciones amantes de la verdad  que participaron de la opción electoral encabezada por Petro?

Ya lo decía Ernesto Guevara, otro “extremista de izquierda” (¿acaso equiparable a Uribe y a Duque como Santrich?, que no había nada más “ambiguo” que el “progresismo”; esto, sin que entonces el Che pudiera presenciar y valorar la experiencia de este periodo de la historia en la cual los peores “progresistas”  generalmente  proceden de los renegados de las izquierdas que asumen la conciliación con un sistema que hay que abolir. ¿O no es así, Gustavo?

25-3-2021, Santo Domingo, RD.