sábado, 21 de agosto de 2021

REVOLUCIÓN DEMOCRÁTICA BURGUESA: EN TRÁNSITO

Por Fortune Modeste Valerio 

La avaricia y el entreguismo del grupo social dominante, en el poder, desnaturaliza el proceso democrático.  

La historia de la humanidad ha enseñado como las sociedades han evolucionado desde la primitiva, esclavitud, feudalismo, capitalismo, entrando al socialismo, camino al comunismo. Todas completando su periodo de conformación y solidez. Transitamos los últimos cruces, los cuales tienen que completarse para avanzar al próximo. 

Por ejemplo, un país pobre, atrasado y dependiente, aunque viva en el capitalismo, no puede pasar al socialismo de golpe y porrazo. El desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción son indispensables para crear las condiciones objetivas para transitar al sistema siguiente. Se podrá producirse saltos históricos inesperados, pero a la larga tendrán que abrirle una ventana al capital. 

Los esfuerzos tienen que estar concentrado en impulsar una etapa fundamental, la revolución democrática o democrática burguesa, dirigida por un sector con conciencia de clase y política. Una tarea muy difícil en países como el nuestro, donde el atraso económico, político y cultural son tangibles; y las debilidades teóricas, políticas y organizativas, son más que evidentes. 

Comprender, no es tan difícil, que el capitalismo para su establecimiento y consolidación, debe desarrollar sus fuerzas sociales motoras y las relaciones que mantienen entre sí; entrando en diferentes periodos para su expansión y dominio. Por consiguiente, generando en sus entrañas el sepulturero, el proletariado, que le dará «el tiro de gracia». 

Después del derrocamiento de la dictadura de Trujillo, la clase dominante desencadenó una cacería de los bienes dejado por el dictador que pasaron a ser del Estado. Impactando de manera negativa en el proceso democrático que se iniciaba. El caos y el desorden se apoderó del país, vulnerando los derechos democráticos y las ansias de libertad de la población. 

La ralentización del proceso democrático se mantuvo a lo largo y ancho por varias décadas. El triunfo electoral, 1963, del profesor Juan Bosch fue el único intento serio del tránsito, dentro del capitalismo, con un nuevo modelo de gobernar teniendo como norte el desarrollo y el bienestar. Fue derrocado, involucionado la fase democrática, alternándolo con farsas electorales y medidas dictatoriales. Y es que, en ausencia del proletariado, el mismo es dirigido por la «burguesía, capas medias, militares y sectores influenciados por la iglesia»; a través de gobiernos y dictaduras. 

En América Latina, el Caribe y otras partes del mundo –los países pobres, con escaso desarrollo económico, déficit en el nivel de conciencia cultural, política e ideológica, y una vulneración terrible en materia de derechos humanos y libertades– se requiere completar el proceso democrático. 

En países como el nuestro, atrasado y dependiente, la revolución democrática burguesa permite el desarrollo del capitalismo en todas sus vertientes, teniendo cuidado con el gran capital monopolista, salvaje. Transitando fases y etapas históricas impuestas por la evolución e involución del proceso. 

No debe enajenar los bienes del Estado, entregándola al capital privado ni al extranjero. Garantizar el impulso del desarrollo económico sobre la base de empujar la agroindustria, el sector industrial y otras áreas; adecuar la Carta Magna y transparentar las instituciones públicas. Y estimular la expansión del conocimiento científico y tecnológico. 

Por otro lado, la lucha, debatir reformas y movilizaciones, por la democracia dentro del capitalismo permite conquistar derechos políticos y libertades convenientes para el desenvolvimiento de los trabajadores y revolucionarios. Sin perder de vista que esto es un recorrido necesario hacia el verdadero rumbo de la revolución. 

El mundo ha cambiado, nadie lo discute. Por consiguiente, la realidad criolla ha experimentado profundos cambios que recomienda realizar los ajustes para ir en sintonía con los mismos. En América Latina y el Caribe sucede lo mismo. De ahí que las fuerzas revolucionarias y progresistas, de esos países, cosechan triunfos y fracasos sin detenerse. 

Sin darnos cuenta transitamos la etapa democrática burguesa con resultados positivos y negativos significativos. La falta de unidad e incomprensión del proceso, permite la perpetuidad del sector dominante. Hay que crear conciencia ideológica y política del tránsito para poder obtener el mejor provecho posible, a los fines tácticos y estratégicos.

Fortune Modeste V.

 

 

 

 

 

 

 

LA MEJOR VÍA PARA ESA REFORMA

Por Rafael Chaljub Mejía

La mejor vía para la reforma constitucional anunciada por el presidente Luis Abinader es la de la Constituyente cuyos delegados sean electos por votación popular.

Si “los males de la democracia se curan con más democracia”, lo más idóneo y democrático en este caso es darle participación a los diversos sectores de la sociedad.

Intentarlo por medio a una asamblea revisora compuesta por las dos cámaras del Congreso Nacional actual, sería confiar la suerte y el contenido de esa reforma a los amarres entre los partidos con representación parlamentaria, incluyendo al de la Liberación Dominicana.

Esos partidos aportarían los votos de sus legisladores pero seguro que exigirían ser recompensados con cláusulas y artículos convenientes a sus propios intereses.

Por vía de la asamblea revisora la participación de las organizaciones sociales, los movimientos cívicos y otras entidades que son habitualmente ignoradas, se limitaría como siempre, a asistir y decir algo en una vista pública del Congreso Nacional.

El presidente ha sido consistente en ratificar desde el poder las promesas de reformas que ofreció en su campaña. Hay que reconocerle ese importante tanto en sus haberes, y como ha reiterado que la reforma constitucional va, hay que decir que lo procedente sería procurar una modificación a fondo, fruto de la voluntad más diversa posible. De este asunto que es de la más alta importancia hay mucho qué decir.

Baste ahora a saludar la iniciativa y la voluntad de reforma del presidente, y de paso, invitar a las fuerzas democráticas del país a intervenir en el debate que debe generarse en torno a esto. Especialmente algunos sectores de la izquierda, acostumbran a luchar por un cambio de gobierno y cuando el nuevo gobierno llega, se desentienden y les dejan la cancha libre a los conservadores que sí son activos en copar posiciones claves para presionar en pos de que las decisiones del gobierno los favorezcan.

Es ostensible que en el gobierno actual gravitan grupos conservadores muy poderosos y la experiencia del bloqueo a las tres causales es un ejemplo de hasta donde tienen influencia. Ante la perspectiva de la reforma, las fuerzas sociales y políticas progresistas no pueden hacerse a un lado.

Su desafío es intervenir y por lo menos, tratar de servir de contrapeso al conservadurismo. Y eso no se logra clamando desde la grada por lo justo pero inalcanzable por ahora, sino participando y dando la batalla de opinión con críticas y propuestas razonables.

Rafael Chaljub Mejía