miércoles, 23 de noviembre de 2022

Ironías e insólitas coincidencias políticas

Por César Pérez 

La perspectiva que tenía Occidente en la primera década después de la Segunda Guerra Mundial era una lucha sin cuartel entre dos sistemas: socialismo y capitalismo. Difícilmente alguien podía prever que cuatro décadas después se produciría la quiebra del socialismo soviético y que hoy una variopinta internacional ultraderechas amenace con quebrar definitivamente los cimientes de esa democracia en que decía justificarse ese capitalismo.

Muchas cosas han cambiado, se revitalizan las ideas fuerzas del nazi fascismo que se creían heridas de muerte, se combaten a antiguos aliados y se producen las más insólitas coincidencias político/sociales, al tiempo de aparecer nuevas sensibilidades o prioridades políticas. De esto, como país, parecería que no estamos enterados.

Después de la Segunda Guerra Mundial se lograron acuerdos internacionales para la defensa de los derechos humanos.  Hoy, la conjugación del colapso de los países del bloque soviético, la inevitable demanda de mano de obra extranjera del sistema productivo capitalista que se torna inmanejable, la aparición de diversas expresiones de nacionalismos y secesionismo se ha convertido en factor determinante para la aparición de diversos agrupamientos político/sociales opuestos a derechos humanos inalienables. Esos desectores, alucinados por viejas mitologías con que algunos construyen la historia de algunas naciones y la historia misma, se articulan para imponer un orden social que negaría los valores esenciales para la convivencia entre los seres humanos, independientemente de sus diferencias.

Como el Armagedón, ese amasijo de grupos se articula alrededor de absurdas mitologías y de bajos instintos para combatir los regímenes de democracia representativa y a los gobiernos progresistas o de izquierda, a los de impronta socialdemócrata e incluso a algunos gobiernos norteamericanos, exceptuando el de Trump, que les sirvió de apoyo y modelo.  En nuestro país, un puñado de nostálgicos trujillistas son amplificadores del discurso y acciones de esas milicias, básicamente las relativas a los temas migratorios y de derechos humanos. Insólitamente, en cuestiones fundamentales de ese discurso y en las acciones que del mimo se derivan coinciden o son cómplices con su silencio sectores políticos y sociales de signos y trayectorias muy diferentes.

Esa coincidencia se acentúa en la medida en que crece la tensión social y política provocadas por el discutible manejo de la migración haitiana. Es lo que sucede actualmente con las declaraciones de la embajada norteamericana en la que hace un llamado a sus funcionarios afronorteamericanos para que eviten lo que entiende posibilidad de verse envueltos en las frecuentes redadas contra nacionales haitianos o nacionales dominicanos de ese origen. No es la primera vez que esa embajada hace recomendaciones parecida, recordemos que lo hicieron cuando frente a una discoteca de la capital se produjo un mortal accidente, en medio de una protesta de un grupo de personas por impedírseles su entrada a ese lugar por sus condiciones étnicas.

EEUU tiene un dilatado historial de violación a los derechos humanos y de crímenes contra militantes de izquierda en diversos países, por lo cual no está calificado para dar lecciones sobre ese tema. Sin embargo, hay sectores de la clase política y de la sociedad de ese país, incluso en el poder, que son particularmente sensibles al tema racial. En este caso, lo esencial es discutir si lo que dice sobre los apresamientos y expulsión en caliente de inmigrantes haitianos o de origen es o no verdad. Las violaciones de derechos a estas personas están profusamente documentadas, grabadas y difundida por diversas redes sociales y es una verdad que niegan sectores que antes apoyaban la represión norteamericana contra militantes de izquierda y que algunos anticomunistas viscerales. irónicamente, lo niegan también gentes progresistas.

Sectores empresariales, que engrosaron sus fortunas protegidas por esa represión y negando todo derecho laboral y sindical, no tienen calidad para hablar de soberanía y decepciona que sectores que siempre les han adversado se sumen a su hipócrita y desentonado coro contra una obviedad: la existencia de un racismo latente y manifiesto potenciado por el tema migratorio que como sociedad nos lastra. La cruzada del ultranacionalismo xenofóbico/racista no es solo contra la migración de origen haitiano, sino contra la separación de las esferas pública y privada, contra derechos fundamentales de la mujer, de opción sexual y contra los países, grupos, individuos y fuerzas sociales y políticas que se baten por el respeto a derechos humanos inalienables consagrados en acuerdos internacionales.

Hay sectores progresistas que no han sabido leer este tiempo, no advierten que sectores de extrema derecha del nacionalismo han hecho una religión política, como dijera el historiador Elie Kedourie, citado por Donal Sassoon, con todo lo que eso significa en términos de emotividad, irracionalidad, falta de objetividad, falsificación de los hechos del pasado, fabulaciones e intolerancias. Tampoco, la peligrosidad de esa internacional ultraderechista recientemente reunida en México, nada casual la escogencia de sede, para enviar un mensaje de combate a los gobiernos progresistas que sostenidamente se están instaurando en esta región. En Europa sienten que el muro de la democracia está cediendo.

En tal sentido, no solo resulta una ironía que sectores progresistas del país y del propio gobierno se sumen a la cruzada de los nostálgicos del trujillismo que actúan en consonancia con esa internacional para sepultar todo lo logrado por este país en términos de derechos humanos de todas generaciones.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/ironias-e-insolitas-coincidencias-politicas-9134030.html

                                   César Pérez




Causas de las divisiones de la izquierda (2 de 3)

Por Francis Santana

CAUSAS FUNDAMENTALES DE LAS DIVISIONES DE LAS IZQUIERDAS.

Aquí señalaremos aquellas que entendemos son las principales causas de las divisiones de la izquierda, seguros de que existen muchas otras.

1- El desconocimiento a profundidad de la teoría revolucionaria, de nuestra historia y de la realidad objetiva sobre la que operamos, es una causa fundamentalísima de las divisiones de las izquierdas en nuestro país.

Esto ha conllevado al abordaje de la realidad nacional en base esquemas y extrapolaciones de experiencias marcadamente ajenas a la nuestra.

Y en la medida en que cada organización extrapola arbitrariamente una experiencia distinta, (de Rusia, China, Vietnam Cuba, Venezuela, Brasil, etc.) y trata de aplicarla a nuestra realidad de manea dogmática, en ese mismo momento aparece la posibilidad de la ruptura táctica o de tipo estratégico, dando origen a debates interminables y a manejos inadecuados de las contradicciones en el seno de las fuerzas revolucionarias.

Ese torpe manejo de las diferencias internas, llevadas en múltiples oportunidades a los planos personales, ha sido causa muy poderosa de las divisiones de las izquierdas; y esto tiene sus orígenes muy evidentes en la limitadísima formación política y teórica de los protagonistas de esos procesos. Es decir que el desconocimiento de la teoría revolucionaria, sus fundamentos, métodos y categorías, han acompañado siempre a toda acción de escisión en nuestras filas.

Sin superar este elemento causal no será posible detener las divisiones que han ido descalificándonos para ponernos a la altura de la lucha por el poder político de la nación.

2- La composición social predominantemente pequeño burguesa de la izquierda, acompañada de la orfandad de formación política e ideológica en las filas de izquierda es, además, un elemento causal determinante de todas las divisiones que hemos tenido.

Precisamos la composición pequeñoburguesa y sin formación política de la izquierda juntas y no por separado, como una poderosa causa de nuestras divisiones, porque si observamos la composición social de las direcciones políticas de los partidos que han hecho revolución en diferentes países, encontramos que sus direcciones no han estado conformadas principalmente por proletarios, sino por pequeños burgueses, intelectuales y campesinos pobres; pero guiados y apegados por una concepción política e ideológica revolucionaria, no pequeñoburguesa.

Porque el pequeño burgués, mientras su ideología es predominante pequeñoburguesa (por no haber pasado por un proceso de educación político ideológico revolucionario integral) su aspiración principal es ascender económica y socialmente a toda costa; unas veces enganchándose al carro de la revolución cuando la observa en ascenso, haciendo alianzas con la burguesía tras posiciones en el tren estatal que le permiten ascender o abandonando las filas revolucionarias y pasando directamente a los partido burgueses en el poder.

De ese tipo de militantes y dirigentes ha estado y está llena la izquierda dominicana, que mientras son jóvenes y estudiantes universitarios tragan balas y misiles; pero cuando llegan a ser profesionales, tener maestrías y doctorados, la inmensa mayoría de ellos, aunque no todos, se echan en los brazos de las clases dominantes y se tornan rabiosos renegados de la causa que un día asumieron; pero en la que no recibieron la formación política e ideológica requerida para poder entender a cabalidad las complejidades de la lucha de clase y así situarse en mejores condiciones para llegar hasta el final en la lucha al lado de los explotados y de los mejores intereses de la nación.

No es que el pequeño burgués no pueda ser parte de la izquierda e incluso de su dirección, eso no es lo planteamos, lo que no es correcto es que el pequeñoburgués, su ideología, su concepción y sus intereses desempeñen el rol dirigente del movimiento revolucionario, y en gran medida eso es lo que ha venido y está sucediendo en la izquierda dominicana.

La pequeña burguesía es un sector que puede y debe desempeñar un papel interesante en el triunfo de la revolución democrática y de liberación nacional; pero sería un absurdo pretender que pueda dirigir esta revolución y llevarla hasta el final consecuentemente. 

Por lo que se hace urgente e imprescindible, iniciar un proceso de formación, estudio y conocimiento de la teoría revolucionaria para poder iniciar la superación de una de las causas más profundas de las divisiones que han impedido la unidad de la izquierda. Y simultáneamente encaminar iniciativas sistemáticas y de calidad para ir incorporando cada día a más integrantes de lo mejor de la clase obrera y del semi proletariado a nuestras filas para ir mejorando sustancialmente nuestra composición de clase.

Continúa...

                                    Francis Santana