sábado, 1 de agosto de 2020

REVOLUCIONAR EL ACCIONAR DE LA IZQUIERDA

Por: Fortune Modeste Valerio 


Es necesario escudriñar la práctica y el comportamiento de los revolucionarios de izquierda, para cambiar ese estilo de trabajo, la forma de hacer política, que viene desde la década del 60 y no ha experimentado transformaciones positivas. Y poder avanzar, ganar el corazón de la población, de los trabajadores.

Mi atrevimiento en Acento, periódico digital, tiene ese propósito, muy marcado desde sus inicios: ayudar al restablecimiento del espíritu de lucha y organizativo de los revolucionarios. Para eso, se necesita cambiar la forma de pensar y actuar, adecuarlas a los nuevos tiempos, a la realidad objetiva, sin inventos. Aprovechar correctamente los métodos de investigación que acompañan la teoría revolucionaria, y realizar los ajustes que permitan llegar, hacer contacto, a la población.

Los resultados de las investigaciones realizadas, nos dicen que hace mucha falta la presencia de los revolucionarios en las diferentes esferas de la sociedad; se refiere a ese ser social portador de un comportamiento agradable, sencillo y sincero; con ideas creativas y soluciones viables a los problemas. Un político capaz de convencer a la población con un discurso objetivo, enriquecedor y lleno de esperanza.

No hay duda, el objetivo estratégico es llevar a cabo la revolución para sustituir, de raíz, el actual sistema de explotación de la fuerza de trabajo, deterioro de la vida humana y saqueo de los recursos naturales; por un nuevo, más humano, equitativo y solidario. Sin olvidar la lucha contra las garras salvajes de un capitalismo insaciable.

Como se puede observar, la tarea no es fácil. Amerita la dedicación permanente y apegado al rigor científico. Alejado de todo tipo de análisis emocional, unilateral y subjetivo. La mediocridad intelectual, esa que ni estudia nada y todo lo sabe, debe ser extirpado de raíz, del entorno de la revolución.


Hay que acostumbrarse al estudio minucioso de los fenómenos políticos, económicos, sociales, etcétera. Observar como se mueven las clases sociales, sus contradicciones y el tipo de organización; sin olvidar detalles, particularidades que algunas veces resultar de vital importancia. Antes de hablar, emitir declaraciones, hay que someterse a los resultados del análisis objetivo correspondiente, para poder educar y organizar a la población.

Decir todo lo que le llega a la cabeza sin la comprobación debida, repetir consignas para hacer coro, sin ton ni son; con expresiones estridentes, no es el camino a seguir.

En esta época, el revolucionario de oído no camina, tampoco el yo fui y no hace nada, mucho menos, aquel que vive atrapado en un pasado glorioso. El momento es de renovar el arsenal teórico, cambiar la manera de llegar al pueblo y, sobre todo, dejar de copiar al carbón experiencias extranjeras. Nuestra realidad y práctica son ricas para aplicar en forma creadora el Marxismo Leninismo.

Hacer la revolución no es un flay al catcher. No es el capricho de los inventos de camino

Languidecen, lentamente, los revolucionarios de izquierda, porque se resisten a los cambios que son inevitables; si no quieren seguir desapareciendo, y reagrupándose, parecido a la verdolaga, en múltiples grupos para presentar un cuadro triste y desgarrador, como la vaca de Doña Nena (…).



¿EL CICLÓN DE LUIS?

Por: Rafael Chaljub Mejía

La naturaleza tiene sus leyes y a veces, sus caprichos. Y no sé cuál ley o cuál capricho de la naturaleza ha dispuesto que, a partir de Trujillo, en nuestro país casi siempre, al comenzar un nuevo gobierno venga un ciclón a darle la bienvenida.

Trujillo se instaló el 16 de agosto de 1930 y dieciocho días después, vino el ciclón de San Zenón, devastó la capital y dejó casi tres mil muertos.

Trujillo, como la bestia política que era, sacó capital económico y  capital político del ciclón, encabezó la obra de reconstrucción, los adulones lo hicieron aparecer como el padre de la Patria Nueva y, como para él la ciudad reconstruida era de su propiedad personal, con vida y haciendas incluidas, el senador Mario Fermín Cabral y el resto de los lambones propiciaron el acto sacrílego de cambiarle el nombre que la capital ostentaba desde su fundación en tiempos de la colonia, por el del peor déspota que ha conocido la historia dominicana: Ciudad Trujillo.

El ciclón de San Zenón fue un presagio del huracán Trujillo que asoló el país durante treinta y un años. El 25 de septiembre de 1963 fue el golpe de estado contra el gobierno de Juan Bosch y antes del mes, vino el huracán Flora.

En julio de 1966, vino Balaguer con su dictadura de los doce años y aquella tragedia histórica, le acompañó la tragedia del ciclón Inés, el 29 de septiembre de ese año.  Don Antonio Guzmán tuvo que bregar con el ciclón David en agosto de 1979. El gobierno de Leonel Fernández fue atacado por Noel el 28 de octubre de 2007 y Danilo y su gobierno por el huracán Irma y su fuerza destructora.

Todavía el presidente Luis Abinader no ha tomado posesión y ya los huracanes andan rondando. Gonzalo venía pero al igual que el candidato del mismo nombre no llegó. Ahora el fenómeno Isaías amenaza con azotarnos. No se sabe si es la despedida de Danilo o la bienvenida a Luis.

Escribo miércoles en la tarde, y no se sabe cómo nos tratará Isaías. Pero como en el país soplan vientos de cambios, confiemos en que Isaías nos traiga apenas una buena cantidad de lluvia que siempre se necesita y que, a diferencia de experiencias anteriores, todo se convierta en el saludo de la naturaleza a un nuevo gobierno que ofrece un cambio de rumbo en sentido positivo.

FUENTE: https://eldia.com.do/el-ciclon-de-luis/