lunes, 24 de julio de 2023

Policía Nacional apresa al Médico-Historiador Santiago Castro Ventura

“De modo cierto como ha informado el colega Aquiles Castro al mediodía de ayer fuimos interceptado en la Avenida Independencia por una patrulla de la Policía Nacional, que nos informó tenían orden de arresto contra nosotros porque en su nuevo sistema de computadora mi persona le daba “rojo”, no nos ofrecieron más detalles. Previamente el 16 de mayo otra patrulla se presentó a mi domicilio con el mismo argumento, pero en esa ocasión me dijeron tenía que ir al Palacio de Justicia a la oficina 108, donde me reporté llevando un certificado de no delincuencia, allí me dijeron que no tenían nada contra nuestra persona. 

En el día de ayer aunque presente el certificado de no delincuencia, ellos no lo tomaron en cuenta y procedieron a encerrarme en el destacamento de San Carlos, hasta el lunes, porque los fiscales no trabajan los fines de semana. Me comunique con el director de la Escuela Teodoro Viola, quien buscó la colaboración del presidente de FAPROUASD profesor Efraín Javier, este contactó al amigo Dionisio Rodríguez Restituyo, diputado del Frente Amplio, se presentaron al destacamento y tras una ardua discusión, Rodríguez se comunicó con el ministro de Interior y Policía quien ordenó me liberaran. Debo ir mañana al destacamento con Rodríguez Restituyo, porque el expediente está abierto. 

En realidad, no tengo la más mínima idea de que me puede acusar la policía, tengo una carta de no delincuencia de la procuraduría. En el pasado durante los doce años del balaguerato, fui apresado el 4 de abril de 1972 cuando la policía ocupó y ametralló la universidad, en mi condición de dirigente del grupo estudiantil Fragua y delegado ante el Consejo Universitario fui retenido en prisión por dos semanas en la odiosa mazmorra de Vietnam en el Palacio de la Policía. Pese a estar prisionero en violación a mis derechos, no pudieron instrumentarme ningún expediente. No obstante, nos ficharon. El cancerbero Caonabo Reinoso nos dijo esas fichas nunca se quitan, es lo único que he tenido pendiente con la policía.  El año pasado publiqué un artículo cuestionando que la policía le puso el nombre a uno de sus destacamento de un reconocido asesino de estudiantes”*

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*Santiago Castro Ventura

Ex-Presidente del CMD 

Médico Pediatra-Historiador UASD

Santiago Castro Ventura

La izquierda en el paraíso de Fukuyama (1 de 4)

Por Guillermo Cifuentes                                                                                          

“La responsabilidad que en América
Latina tenemos es inmensa,
pues el Nuevo Mundo saldrá del Nuevo Mundo que ya muestra su grandeza,
enriquecida por todos los proyectos de emancipación humana.”

Pablo González Casanova

Escribir sobre la izquierda no es nada fácil en tiempos de hegemonía neoliberal. No porque sea difícil conceptualizar acerca de la izquierda. La dificultad está en lo poco que se sabe del neoliberalismo y del cambio radical que su predominio ha provocado en absolutamente todos los ámbitos de la vida con consecuencias obvias en quienes deben acabarlo para siempre: es decir, la izquierda. El mejor método para acercarnos al tema consiste en reconocer a la izquierda por su posición radical contra el neoliberalismo.

El neoliberalismo se impuso en Latinoamérica mediante el uso de una violencia terrorista del Estado sólo comparable con el lanzamiento de dos bombas atómicas. Esa violencia ejercida con la intención de terminar con la oposición política, especialmente de la izquierda, tuvo consecuencias que no deben ser ignoradas y que hay que anotar a la lista de los objetivos que buscaban conseguir quienes aplicaron las más sofisticadas técnicas para provocar el terror. Esa política criminal, ese terrorismo de Estado, tuvo como consecuencias la muerte, la tortura, el exilio, las renuncias, el alejamiento de la política, el acercamiento al oenegeísmo de antiguos militantes de la izquierda y trajo la novedad aparente de un subproducto del neoliberalismo: el liberal reformismo, más conocido como progresismo.

Las políticas represivas buscaron la eliminación física de la izquierda latinoamericana y la posterior arremetida ideológica neoliberal dejaron heridas que hoy tienen que ser asumidas. Pero esas heridas han de ser aceptadas desde una perspectiva responsable puesto que la superación de un sistema injusto tiene a la izquierda como su única posibilidad.

La historia reciente de Latinoamérica es la mejor prueba de lo que afirmamos si revisamos, por ejemplo, la recuperación de la democracia en las dos últimas décadas del siglo XX. Desde el primer día de las dictaduras en cualquiera de los países latinoamericanos siempre estuvo la izquierda y fueron sus militantes los que se opusieron frontalmente al terror. Mucho de lo que hay de democracia en nuestro continente fueron conquistas de la izquierda y tal consecuencia soporta sin inconvenientes la prueba de los pretendidos errores a los que la propaganda imperial pretende someter a la izquierda.

Chile recordará en unos meses los 50 años del golpe de Estado. A nadie sorprenderá que de seguro todavía habrá quienes afirmen desde la ignorancia que la izquierda fue responsable del golpe pues apoyó las medidas gubernamentales de Allende, obviando que la realización del golpe de Estado fue decidida en Washington por Kissinger y Nixon cuando todavía Allende no había asumido la presidencia y por lo tanto no había tomado ninguna medida. Por la Casa Blanca desfilaron los defensores de los derechos humanos y desde allí prepararon el asesinato del comandante en jefe del ejército, René Schneider, entre otros actos terroristas para evitar la asunción al gobierno de la Unidad Popular. En ocasión de los 50 años del golpe de Estado me propongo escribir sobre eso y asumo el compromiso de hacerlo utilizando solo fuentes norteamericanas, ni una sola cita del Granma o de Pravda.

La izquierda latinoamericana, entonces, está obligada a abandonar todo lo que no signifique la superación neoliberal y para conseguirlo debe hacer un esfuerzo por entender el neoliberalismo. Deberá atender al hecho, por ejemplo, de que ya la socialización, especialmente la política, no se hace en las fábricas. Tendrá que asumir que la política no puede hacerse lejos de las bases económicas de la sociedad, que aleja a la política de los problemas cotidianos. La necesidad de una izquierda que lucha por la igualdad, por todas las igualdades es evidente y por lo tanto, cuando se agotan discusiones interminables acerca de la redistribución, de esos debates no puede quedar fuera el cómo se produce lo que se pretende redistribuir.

La izquierda no puede dejar de asumir la lucha por los derechos, tal como lo hizo durante la lucha contra las dictaduras. Pero los derechos hay que asumirlos como los que son, luchas políticas y no buenas acciones “moralizantes”, que llevan a algunos a creerse que son mejores o que son buenos. Habrá que cuidarse también de no dejarse confundir por el lenguaje de los amos: cuando el vasallo dice lo mismo que sus amos, el sistema se mantendrá intacto. Un ejemplo infalible de lo que digo son los esfuerzos por la igualdad de oportunidades, una falacia que oculta que todos somos iguales en dignidad y derechos por nuestra simple condición de ser humanos y humanas.

Sobre todos estos aspectos habrá que conversar. Veremos.

https://www.elcaribe.com.do/opiniones/la-izquierda-en-el-paraiso-de-fukuyama-1-de-4/

Guillermo Cifuentes

Pueblos bárbaros

Por Julio Disla

Como comodín del explotador, la idea del bárbaro nunca ha dejado de ser útil. Recuerdo en mi tiempo de estudiante de la carrera de Ciencias Sociales en el CURNO, el profesor Ramón Rodríguez en historia de américa nos preguntaba: Quién es más “bárbaro”, el indígena “incivilizado” de la selva amazónica, ¿o los millonarios y cultos accionistas de todas las empresas que se enriquecían a costa de su deforestación?

Damos por sentado que guerras mundiales la historia solo registra dos; sin embargo, si nos atenemos a un criterio de no seguir por lo que otros nombran, guerras mundiales hemos tenido una continua desde que eso que llamamos Occidente se inventó a sí mismo, con el descubrimiento de América.

Los imperialismos europeos, descubriendo que el planeta era redondo, hicieron de cada región un escenario de batallas, a veces navales, a veces terrestres, pero siempre fueron menos los tiempos de tregua que aquellos de guerras.  De manera creciente, como escenario de sus repartos de las tierras de otros, como botín de disputa, y esos otros poniendo siempre el grueso de los muertos. Y no pensemos que “otros” se refiere siquiera a lo extraeuropeo, pues, para la visión del mundo de aquellos que se repartieron el hemisferio nuevo, todo al Este del Danubio era, sospechosamente, poco civilizado.

La idea no era nueva. Ya desde tiempos romanos, otros eran aquellos que no heredaban la tradición grecolatina, y a lo que con el tiempo se le llamo Austria. Oesterreich fue nombrada como “tierras del este”, y se le veía como territorio de contención entre ellos y los habitantes allende el Danubio tildados de primitivos, es decir, de bárbaros.

El termino bárbaro tiene su origen en la Grecia clásica, y se refería a los pueblos que no hablaban griego. Su etimología, se argumenta, viene de una voz onomatopéyica que se imitaba como bar-bar, la pronunciación ininteligible de los que no compartían el griego como lengua. Aunque su atribución dependía del idioma que hablase el otro, la idea luego se extendió a aquellos que no compartían la “pureza” de la cultura clásica, y eventualmente incluyo pueblos griegos en los confines del mundo helénico que hablaban algún tipo de dialecto griego.

El termino nunca fue inocente, la condición del otro como ajeno a los propios, implicaba la justeza moral de esclavizarlos y, por tanto, justificaba esa condición violenta detrás de la superioridad cultural. Los romanos, como tantas otras cosas, adaptaron el término a sus particulares contextos, y bárbaro termino significando no romano, connotando como primitivo e inferior, y justificando así invasión y sometimiento.

Con el invento de Occidente y la expansión colonial europea, es que el termino alcanza una implicación global. Bárbaro eran todos aquellos sujetos para ser conquistados. Bárbaros eran los habitantes del Nuevo Mundo, necesitados de ser cristianizados, justificación de su servidumbre, pues ajenos a la “civilización”. vista como portada por los conquistadores, el tutelaje piadoso era condición necesaria para su salvación, aunque la realidad terminara siendo la del exterminio.

Incorporado a occidente, después del exterminio y la prevalencia absoluta blanca, Estados Unidos se apropió, sin complejo alguno, de la noción del otro bárbaro. La usaron para exterminar la población originaria, y la usaron para justificar su esclavismo posindependencia. La usó el presidente Walker para invadir a Nicaragua, y la uso Teddy Roosevelt para agredir a Columbia. La usaron para justificar la Enmienda Platt en Cuba, la usaron para justificar el golpe de Estado en Chile contra Salvador Allende, cuando Henry Kissinger dijo que, “si el pueblo chileno no comprendía por quien debía votar, Estados Unidos tenía el deber de rectificarles la ignorancia”.

Pero bárbaros también son los obreros que luchan, el campesino que reclama la tierra. Bárbaros eran los que intentaron asaltar el cielo en el Paris de la Comuna, y los que tomaron el Palacio de Invierno. Bárbaros eran los anarquistas de Chicago, y también Malcolm X, así como era Lolita Lebrón. Bárbaro fue George Floyd que se dejó estrangular por una patrulla policial. Bárbaros son los campesinos pobres que hoy pelean por su presidente Pedro Castillo en Perú.

Y es que, como comodín del opresor, la idea del bárbaro nunca ha dejado de ser útil. Miren en cualquier película de Hollywood la imagen de nuestras tierras. Tierras de violencia, de narcos, de corruptos, de calles sucias, de carretas y de analfabetos, de buenos salvajes, de malos salvajes carentes de sensibilidad humana, de bailes exóticos, de guerrilleros sanguinarios, tierras de moralidad dudosa.

Dice el anfitrión del programa más visto de la cadena Fox News, Tucker Carlson, refriéndose a los árabes,” que no se puede confiar en pueblos que no usan cubiertos ni papel sanitario. Exclama el gobernador de Florida Ron DeSantis, precandidato presidencial por los Republicanos, en un evento electoral, “que no se puede confiar en un país, refiriéndose a los chinos, donde sus habitantes se comen a sus mascotas”.

Una comentarista de televisión en Perú justifica la represión y la violencia contra los campesinos movilizado, porque el cuerpo policial no entiende a los manifestantes que no hablan español. Dice el señor Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para asuntos Exteriores y Política de Seguridad, que “los europeos han construido la Unión Europea como un jardín a la francesa, bien ordenadito, bonito, cuidadito, pero el resto del mundo es una jungla”. Europa es un jardín, el resto somos bárbaros.

No lo olviden, somos bárbaros, somos pueblos bárbaros. Algunos de nuestras tierras lo aceptarán como maldición canibalesca, pero otros, cada vez más, como lo que nos define diferente al otro, diferente al que conquista, diferente al que subyuga, diferente al que explota. Somos hermosamente bárbaros, y el futuro es nuestro, dice mi amigo Antonio Familia, váyanse acostumbrando a ello.

https://acento.com.do/amp/opinion/pueblos-barbaros-9227186.html

Julio Disla