lunes, 2 de enero de 2023

Lumpen-capitalismo medieval

Por Narciso Isa Conde

Ante su declive, el capitalismo occidental potencia no solo la opresión de clase, la más universal de todas, sino las demás; desplegándose como un capitalismo recolonizador, patriarcal, adulto-céntrico, racista, xenófobo, homófono, ecocida, mafioso y religioso.

La pérdida de hegemonía de su cabeza estadounidense, sus fracturas y descomposiciones, lo han conducido a reforzar el garrote post moderno y su capacidad de alienar. Lo primero se traduce en una maquinaria infernal de guerra dotada de altas tecnologías y lo segundo en mezclar su impresionante progreso con dogmas religiosos de corte medieval, racismo y patriarcado; arrinconando incluso otras maneras de entender la religión y de asumir el cristianismo.

Adelantos materiales colosales combinados con conservadurismo y atrasos que auguran situaciones trágicas. Ciencia en la producción y gestión, y fundamentalismo religioso de diversas matrices cristianas como ideología ultra-conservadora, empleada como recurso político y medio de enajenación de multitudes. Amalgama considerada de alta utilidad para un capitalismo imperialista  que en su decadencia se torna religioso, por entenderlo útil para contener decadencias y compactar sus huestes.

Ironía de la historia: el capitalismo que en su origen enfrentó el dogma religioso, enarbolando la razón, la libertad, la igualdad y fraternidad, ahora recurre a la negación de derechos y al oscurantismo de un pasado que prometió superar.

Otra vez las iglesias fundiéndose con el Estado. Otra vez la religión cooptada, está vez por la política del gran capital, para ser usada como opio conservador, en cruel intento de prolongar una dominación destructiva que combina capitalismo, coloniaje, depredación ambiental, patriarcado, supremacía blanca y todas las otras aberraciones funcionales al lucro voraz y al dominio de amplias zonas del planeta.

La quinta revolución tecno-científica acompañada de un pensamiento medieval, que el capitalismo actual derrama hacia sus dependencias “subdesarrolladas”. Los medios masivos de comunicación impregnados de religiosidad, culto al negocio y obscenidades.

La cruz y la oración usadas para engañar, negando al Cristo real. Presidentes capitalistas rezando, rodeados de símbolos religiosos. Las biblias como textos. Los cultos religiosos en las actividades gubernamentales. Los fundamentalismos religiosos impactando la educación y usados para reforzar el machismo.

Pastores negociantes candidateándose y asesorando. Autoridades civiles y militares bendecidas. Presidentes y banqueros hipócritamente arrodillados. Política y elecciones convertidas en mercados, mezcladas con religión y racismo. Constituciones “republicanas” confesionales. Más curas y pastores con rango de generales y coroneles. Gobiernos como el de ABINADER en brazos del conservadurismo, practicando el clientelismo navideño.

Y todo esto va generando el neofascismo del siglo XXI. Alerta pues, prestos al combate…comenzando por la batalla de ideas.

Narciso Isa Conde

Un año de grandes efemérides

Por Rafael Chaljub Mejía 

El 2023 será un año de conmemoración de acontecimientos muy notables de nuestra historia contemporánea. El 27 de febrero de 1963 se cumplirán sesenta años de la inauguración del gobierno constitucional del profesor Juan Bosch. 

Presidente escogido en las elecciones del 20 de diciembre de 1962, las primeras elecciones libres después de la caída de la tiranía trujillista. 

El pueblo acudió a ellas y a pesar de la presión de la oligarquía reaccionaria atrincherada en la Unión Cívica Nacional, de la campaña confusionista de la alta jerarquía católica y los voceros del poder norteamericano, eligió un presidente dispuesto a gobernar democráticamente, adecentar la administración pública y darles vigencia a las instituciones nacionales. 

Aquel presidente promovió la Constitución de 1963, la más avanzada de todas las cartas magnas de nuestra historia, por su contenido político, su sentido de justicia y reivindicación social para el pueblo, por las garantías que ofrecía al disfrute de las libertades y para el ejercicio de la soberanía nacional. 

El 6 de abril del entrante 2023 se cumplirán los sesenta años de la promulgación de esa constitución, previamente discutida y debatida en el Congreso Nacional en el cual el partido de Bosch contaba con una determinante mayoría. 

Esa constitución, que consagraba el ejercicio a plenitud de los derechos democráticos y la libertad de conciencia, fue atacada de frente por los reaccionarios que para anularla, organizaron el golpe de Estado del 25 de septiembre del 1963. 

De ese hecho trágico, que costó tanta sangre y tuvo entre sus secuelas la pérdida de la soberanía nacional, también se cumplirán sesenta años. 

El golpe tuvo sus respuestas. Una de ellas ocurrió el 28 de noviembre siguiente, fecha en que, con Manolo Tavárez como comandante supremo, se inició el levantamiento guerrillero del Movimiento Revolucionario Catorce de Junio, en demanda de la vuelta a la constitucionalidad. 

La muerte de Manolo selló trágicamente el final de ese levantamiento y precisamente, el 21 de diciembre de 2023, también se cumplirán sesenta años de aquel noble sacrificio. 

Como se ve, entraremos a un año cargado de aniversarios emblemáticos, que ofrecerán la oportunidad para importantes reflexiones, aprender y sacar lecciones provechosas de los aciertos así como de los errores y, muy principalmente, para reafirmar la determinación de no cansarnos y seguir la lucha aún inconclusa, por alcanzar objetivos todavía pendientes y con los cuales hay que sentirse tan comprometidos como entonces.

Fuente: https://eldia.com.do/un-ano-de-grandes-efemerides/

Rafael Chaljub Mejía

Cuestiones de política y democracia (Vlll)

Por Manuel Salazar 

La consecuencia teórica y dialéctica de Federico Engels en unas condiciones políticas e históricas nuevas.

Federico Engels, cofundador de la teoría del socialismo, participó en las acciones militares de la Comuna de Paris (1871), entre muchas otras. “El general”,  le decían sus camaradas contemporáneos, reconociendo así su condición de jefe político.

De mucha importancia para comprender la dialéctica en  el pensamiento y la actividad política de los fundadores del socialismo es el estudio de la introducción que Federico Engels escribió en 1895 para la reedición en ese año de la obra de Carlos Marx  titulada La lucha de clases en Francia  1848- 1850; que, como dice el mismo,  Engels,"fue el primer esfuerzo de Carlos Marx para explicar la política desde su visión materialista de la historia".

Puede decirse que esa Introducción, aunque breve,  de unas 16 páginas; expresa una de  las  más claras  visiones en la teoría  marxista,   sobre la táctica y  la estrategia  en la lucha por la transición del capitalismo al socialismo, es decir por la conquista del poder político y el establecimiento de la democracia.

Destaca la fidelidad al materialismo dialéctico, en tanto expresa,  que el cambio de las condiciones históricas del capitalismo a partir de 1873, modificarían  la táctica y la estrategia de la lucha de la clase obrera.Serían diferentes  a como habían sido  hasta 1848 -  50;  estas,  centradas en la  lucha en barricadas con la participación de una minoría de vanguardia,  para con una  acción dar al traste con el gobierno de turno.

En  lo adelante la revolución sólo sería posible como resultado de la acumulación de fuerzas, la integración de las grandes masas obreras que, en un proceso de lucha constituirían un ejército político.

La necesidad de una diversidad de  formas de lucha, entre estas las parlamentarias, aparece en este escrito de Federico Engels,  como síntesis de lo que  en las nuevas condiciones  del capitalismo serian la  táctica y estrategia de la revolución hacia el socialismo.

Es importante hacer hoy  la lectura política de esa  introducción de Federico  Engels,  en circunstancias de crisis del sistema capitalista,  y en que  la revolución sigue siendo un problema planteado que espera solución.

El parlamentarismo y el sufragio universal los consideró conquistas democráticas de la clase obrera y su partido, que les permitieron desarrollar como ejercito político en la lucha diaria; y señala que uno de los grandes aportes de los comunistas alemanes de entonces al proletariado internacional, fue enseñarles cómo hacer uso de esos dos recursos tácticos, que no estratégicos, para acumular fuerzas revolucionarias hacia el objetivo de la revolución socialista.

Los aportes de V.I. Lenin son más conocidos, aunque no necesariamente asimilados por la izquierda dominicana actual como enseñanza para la acción política. El resumen de las experiencias de todo el recorrido ininterrumpido de la revolución rusa, democrática en una primera fase y socialista en la segunda, plasmadas en varios de sus escritos, pero muy principalmente en La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo.

En esta obra Lenin hace una contundente distinción entre la caducidad desde el punto de vista teórico e histórico y el político- práctico del parlamentarismo burgués.

Mientras no estés en condiciones de proponer como una cuestión práctica, a la orden del día, otro sistema que supere el existente, tienes que lidiar con este. Tienes que actuar en este.

El parlamentarismo burgués caducó históricamente desde que apareció el sistema socialista soviético, que mostró ser durante un tiempo la democracia de la mayoría. Pero en los hechos, en la práctica, el parlamento burgués siguió existiendo en la mayoría de los países. Para no hablar de que el régimen soviético desaparecido hace décadas.

La democracia burguesa, es el poder de la burguesía, y es una cuestión práctica con la cual hay que lidiar en una dinámica dialéctica, participar con el interés de sumar fuerzas para superarla.  Este es el asunto, participas con el objetivo de superarla.  Lo que plantea la necesidad de mucha sagacidad teórica y política.

Hay que entender teóricamente la relación reforma- revolución; que es tener una correcta interpretación de una de las leyes de la dialéctica que explica el desarrollo como acumulación de cambios cuantitativos que,

Es así como, transferida a la política, y en este caso al aprovechamiento del parlamentarismo burgués, expresa la pertinencia de las luchas por las reformas, no como propósito final, sino que se las impulsa para hacer conexión con las grandes masas en la cotidianidad; educarlas, movilizarlas y acumular fuerzas.

En este entendido general, es un desenfoque teórico, con consecuencias políticas, afirmar que la democracia, burguesa, la actual, está “secuestrada” en manos de la burguesía y los sectores dominantes; o que sus instituciones “han colapsado”, como suelen afirmar algunos grupos de izquierda y del progresismo  en unas pretendidas posturas radicales.

La democracia burguesa y sus instituciones funcionan bien para quienes  tienen  que funcionar; para las clases dominantes, que las crearon para proteger y desarrollar sus intereses. Puede que, como suele ocurrir, pero como cosa tangencial, entre los de arriba a veces se produzcan desavenencias respecto a tal o cual aspecto del andamiaje institucional, jurídico o administrativo; pero nunca pondrán en cuestionamiento la esencia del régimen.

Hablar del “secuestro de la democracia”, o del “colapso” de sus instituciones, es no tener idea mínima del carácter de esta democracia.  No puede funcionar para la clase trabajadora y los sectores populares. Porque está hecha para los de arriba. Ese desenfoque conduce a errores cuando se aborda el tema de las reformas políticas. Se suele incurrir en el error del ausentismo, es decir, de no entrar al debate y las propuestas; de dejar a las masas trabajadoras y populares sin una orientación política, y sin una demanda concreta a partir de cuya conquista sientan que han obtenido un triunfo, que las haga conscientes de las posibilidades de avanzar con el ejercicio de sus propias fuerzas.

O se incurre en el error de reclamar unos cambios que solo pueden ser el resultado del derrocamiento por vía revolucionaria del régimen burgués.  Derivan en reclamos de la estrategia, cuando lo que está en juego es la táctica.  Son muy específicos en las demandas estratégicas, cuando por el carácter de esta, pudieran ser generales. Y son muy generales en los reclamos tácticos, cuando por el carácter de esta, debieran ser específicos.

¿Qué hacer entonces?

La respuesta está en determinar si en el proceso político dominicano estamos en un momento de ruptura, o si de acumulación de fuerzas revolucionarias. La respuesta a esta pregunta determina la táctica.

Si estamos en un momento de ruptura, entonces la consigna debe ser ¡Abajo la democracia burguesa!  Nada de luchar por reformas. Con la consiguiente propuesta del régimen que habrá de sustituirla.

En un momento de auge del movimiento revolucionario no se reclaman reformas; por el contrario, hay que plantearse la sustitución del orden viejo por uno nuevo.

Fue lo que V.I. Lenin recomendó en sus tesis e informe al primer congreso de la III Internacional, celebrado en marzo de 1919. Ya había triunfado la revolución socialista de octubre de 1917 en Rusia; pero, además, en algunos países de Europa, había un auge del movimiento revolucionario, y la cuestión del poder y su carácter, era de orden práctico, inmediato. La democracia socialista era la que estaba a la orden del día.

Pero ¿Estamos en la República Dominicana en un momento en que el rompimiento del orden establecido y su sustitución por un ordenamiento democrático revolucionario está en la perspectiva inmediata o de corto plazo?

Sería confundir los deseos con la realidad afirmar que la toma del poder es tarea inmediata en el proceso revolucionario dominicano.  Al hacer el análisis de coyuntura necesario, que incluye un balance de correlación de fuerzas y sus potencialidades en el corto y mediano plazos, hay que ser meridianamente honestos al definir el momento político, cual es de acumulación de fuerzas. No es de ruptura. Y por tanto hay que proponerse políticas y tareas que se correspondan con esa visión del momento político.

Hay varios estudios sobre el estado de situación político y social del país, hechos con rigurosidad científica. Uno de ellos es el informe de desarrollo humano 2021 que entre otras cosas dice que el 68% de los dominicanos aceptaría un gobierno "no democrático", siempre que este sea eficiente.

Por eficiente parece entender que "resuelva los problemas".

He escuchado opiniones que interpretan ese dato como el apoyo a un régimen dictatorial como el de Trujillo, vocación que siempre se ha dicho late en el imaginario del pueblo dominicano.

No creo en esa lectura.

La lectura apropiada sería que hay una gran inconformidad en el pueblo con el régimen actual, entendido por este, el gobierno y otras instituciones del Estado; porque no resuelven los problemas que le afectan. Y, en busca de una solución, estaría dispuesto a aceptar un régimen como el de Trujillo.

En el análisis cabría destacar dos cosas; la primera es, el alto nivel de inconformidad con el régimen, que proporciona elementos potenciales para el cuestionamiento popular de masas al mismo, y la constitución de una correlación de fuerzas favorable al cambio con perspectiva popular. Y la segunda, a entender bien, es que, a falta de una propuesta política democrática visible y viable, que responda a la necesidad de solución de los problemas, el pueblo estaría dispuesto a un modelo trujillista, si es que este los resuelve.

Aquí hay un cuestionamiento al régimen actual; pero también a los que se supone debemos expresar, presentar, o hacer visible y viable, la propuesta que supere ese régimen.

Este sencillo análisis de coyuntura histórica pone en relieve el retraso en la superación de un régimen que tiene mucho del Trujillo, sin Trujillo, cuales son, la concentración de la propiedad económica, en manos de algunas familias oligarcas; y su expresión en la centralización del poder político, en manos de gobiernos que responden a los intereses de esos oligarcas.  Aquí está la esencia del régimen vigente.  Es que, en la República Dominicana pervive un régimen político institucional que debió ser superado tras la caída de la dictadura trujillista.

Es un retraso que todavía el pueblo tenga como referente el modelo trujillista.  Y es referente porque, a pesar de los distintos gobiernos que ha habido desde que cayó la dictadura en 1961, la esencia del mismo se ha mantenido.

El régimen centralizado de Trujillo hacía que las cosas funcionaran a su favor, apelando a la horca y el cuchillo; imponiendo a sangre y fuego sus designios contra las mayorías nacionales, y  estableciendo en la conciencia colectiva  unos valores para que gran parte de esas mayorías aceptara como bueno ese "orden".

El programa político de los gloriosos revolucionarios que vinieron del extranjero en expedición guerrillera el 14- 20 de junio de 1959 con el propósito de derrocar  la dictadura trujillista sugiere ese cambio de régimen. Y digo sugiere, porque la esencia de ese programa sigue vigente. Puede ser elemento de unidad popular, progresista y de izquierda.

Las propuestas de cambios políticos y sociales que contienen son viables y pueden integrar un programa avanzado de reformas a reclamar.

Fuente: https://acento.com.do/opinion/cuestiones-de-politica-y-democracia-viii-9146574.html

Manuel Salazar