sábado, 26 de junio de 2021

¿CÓMO ENTENDER ESE 68% QUE DICE EL PNUD?

Por Manuel Salazar 

El Informe de Desarrollo Humano 2021, del PNUD dice que el  68% de los dominicanos aceptaría  un gobierno "No democrático", siempre que este sea eficiente.  

Por eficiente parece entender que "resuelva los problemas". 

He escuchado opiniones que interpretan ese dato como el apoyo a un régimen dictatorial como el de Trujillo, vocación  que siempre se ha dicho late en el imaginario del pueblo dominicano. 

No creo en esa lectura. 

Porque el asunto es  cambiar el régimen político/institucional obsoleto que tiene mucho del de Trujillo, sin Trujilllo. 

El régimen centralizado de Trujillo hacía que las cosas funcionaran a su favor,  apelando a la horca y el cuchillo; imponiendo a sangre y fuego sus designios contra las mayorías nacionales, y  unos valores para que gran parte de esas mayorías aceptara como bueno ese "orden". 

Es  que en la República Dominicana pervive un régimen político institucional que debió ser superado  tras la caída de la dictadura trujillista.  La principal característica del régimen político institucional dominicano es,  que es extremadamente centralizado, expresión en la "superestructura", de una propiedad económica  concentrada en pocas manos.

La característica de ese modelo comenzó a instalarla la invasión militar de los marines yanquis de 1916; la consolidó Trujillo, que fue un engendro de aquella intervención, y barnizada cada vez, se ha mantenido desde entonces. 

La Constitución del profesor Bosch de 1963, quiso comenzar a desmontar ese modelo, y un golpe de Estado lo impidió. Los constitucionalistas de abril de 1965, se propusieron retomar los propósitos de aquella constitución, y otra intervención militar yanqui, la del 28 de abril de 1965, lo impidió. Esta impuso a Balaguer y su constitución de 1966, que implantó, sin Trujillo, el régimen político centralizado sobre una propiedad económica concentrada.

Es la conclusión necesaria cuando se estudia ese proceso a la luz de la categoría de análisis de FORMACIÓN SOCIAL.

La reforma constitucional, la del 2010, la de Leonel Fernández, regida por pautas neoinstitucionalistas;  que algunos consideran un modelo, dio más poderes al presidente de la República que en  las anteriores  constituciones. La hizo más centralizada.

Y el PLD se propuso convertirse en "partido único", como el Partido Dominicano de Trujillo.

Sorprende, pero es así. 

El programa político de los gloriosos revolucionarios que vinieron el 14- 20 de junio de 1959, sugiere ese cambio de régimen. Y digo sugiere, porque la esencia de ese programa sigue vigente. Puede ser elemento de unidad popular, progresista y de izquierda. 

El régimen centralizado de Trujillo, sigue, pero sin Trujillo. Cuando este dictador, la economía era controlada por una mano, y 60 años después de su caída, sigue controlada por 20 manos. Antes una mano;  ahora, 20 manos ¿Cuál es la diferencia?

Somos 10 millones de manos dominicanas, y sólo 20 lo controlan todo. 

Esta es la sustancia del régimen político institucional vigente, que no funciona para las mayorías. 

Es el garante de instituciones que sólo sirven  para mantener la concentración de la propiedad económica en manos de unos cuantos grupos oligárquicos,  para, que haya 60 años consecutivos de crecimiento  de las riquezas nacionales,  y al mismo tiempo se mantenga, o crezca,  la pobreza. Hay crecimiento de la economía, pero también crece la pobreza. 

Los gobiernos desde 1962, con excepción del de Juan Bosch  y la Constitución que promulgó en 1963, han mantenido ese régimen centralizado, excluyente de las mayorías nacionales; de leyes al margen del pueblo y la sociedad en general. 

Lo que hay en el país es un fraude de democracia, en la que, es cierto que desde 1978 podemos gritar con cierta libertad que se respeten nuestros derechos; pero es más cierto,  que   el gobierno ni los ricos nos hacen caso.  Gritamos, protestamos, de manera abierta, pero no nos hacen caso. 

El pueblo dominicano no quiere una dictadura. Lo que quiere es solución a los problemas nacionales. Si quiere un régimen democrático, participativo, garante de la distribución equitativa de la riqueza; en el que paguen más impuestos los que más ingresos y riqueza tienen; que democratice la propiedad económica, entre esta, que rompa por ejemplo, con el hecho de que un solo emporio empresarial es dueño de 5 millones de tareas de tierra en la región Este.

Hay que echar abajo ese régimen centralizado; conquistar con la movilización popular una nueva transición democrática, acumular fuerzas políticas, en perspectiva a cambios revolucionarios.




PROFUNDIZAR EL PROCESO DEMOCRÁTICO: ¿EN TRÁNSITO?

 Por Fortune Modeste Valerio

Prof. Juan Bosch

De manera conceptual el capitalismo se debate en dos formas de gobiernos: dictadura y democracia. Ambas son dictaduras, ya que una clase social somete a la otra: la burguesía al proletariado. En democracia se permite ejercer «libertades públicas y derechos democráticos»  para avanzar a un nuevo escenario. 

En este caso, tránsito significa de paso, en curso. La historia reciente registra varios intentos por afianzar la “democracia representativa” en nuestro país. Desde el ascenso al poder, el 27 de febrero de 1963, del profesor Juan Bosch hasta el triunfo electoral del presidente Luis Abinader Corona, se ha producido varios ensayos fallidos para consolidar el sistema político del capitalismo. Destacándose gobiernos del Partido Revolucionario Dominicano, PRD; el Partido de la Liberación Dominicana, PLD; y el Partido Revolucionario Moderno, PRM. 

Con la desaparición de la tiranía trujillista, donde el capitalismo experimentó significativo crecimiento económico, se desató una pugna infernal entre los sectores oligárquicos burgueses por acumular riqueza y poder a través de la apropiación de los bienes dejado por el dictador. Por su falta de conciencia de clase, desaprovecharon la oportunidad para dar los primeros pasos en una naciente democracia, sin dictadura. 

Sus desenfrenadas ansias de riqueza y controlar los resortes del Estado, los llevaron a conspirar y derrocar, instigado por los Estados Unidos, al profesor Juan Bosch, el 24 de septiembre del 1963. Un gobierno democrático elegido en las primeras elecciones celebradas, en democracia, el 20 de diciembre de 1962, con el 58.27 % de votos de los inscritos para sufragar. 

Como consecuencia del golpe de Estado contra el profesor Juan Bosch, un Movimiento de militares patriotas dirigido por el coronel, en el exilio, Rafael Fernández Domínguez, junto al pueblo, derrocan al gobierno que presidió Donald Reid Cabral, para reclamar, llamando al pueblo a las calles, el retorno de la constitucionalidad del 1963 y su presidente derrocado, por el sector oligárquico burgués y los Estados Unidos. 

El 24 de abril del 1965, inicia la «Revolución de Abril». Juan Bosch fue la esperanza para iniciar el proceso democrático y proseguir su tránsito a su consolidación. Se obstaculizó su curso, desde su inicio, por la intromisión de los gringos que se oponen a todo camino independiente que garantice la soberanía y la independencia de la patria. 

Se abortó la primera criatura democrática destinada a implantar «reglas de juego claras y de clase» que permitiera un desarrollo y crecimiento económico y social de la sociedad. El imperialismo norteamericano no aceptaba la concepción de democracia, liberal e independiente del profesor Juan Bosch. 

Así como impusieron a Trujillo, el 3 de septiembre de 1930, antes de desocupar el país,  prefirieron en esta ocasión impedir el establecimiento de la democracia, interviniendo militarmente, el 28 de abril de 1965, para imponer, un gobierno servil y criminal, al doctor Joaquín Balaguer, en las elecciones del 1ro. de junio de1966. 

El PRD tuvo tres oportunidades para «bañarse de gloria» en su paso por el poder: Don Antonio Guzmán Fernández, en el 1978-1982; Doctor Salvador Jorge Blanco, 1982-1986; y el Ingeniero Hipólito Mejía Domínguez, 2000-2024. Sin entrar en particularidades de los 12 años de gobiernos perredeístas, los mismos fueron un desastre en materia económica,  de libertades públicas y derechos democráticos. Salvo Don Antonio Guzmán que debutó con la libertad de los presos políticos y regreso de los exiliados, medidas que impactaron en forma positiva en la sociedad. 

Los 20 años de gobiernos del PLD, de Leonel y Danilo, la democracia brilló por su ausencia, suplantada por múltiples formas de corrupción administrativas y permisibilidad al narcotráfico. Sus grandes obras de infraestructuras fueron sobrevaluadas para saciar las ansias desmedidas de enriquecimientos y poder de sus dirigentes y militantes. Se maquillaron muy bien, presentando reformas constitucionales e institucionales, para garantizar impunidad en caso de salir del poder. 

Surge el presidente Luis Abinader Corona y su maltrecho PRM, en circunstancias muy especiales, encabezando el bloque opositor para derrotar, en las elecciones nacionales del 2020, al PLD de Danilo Medina. Un burgués liberal con un programa de gobierno que se compromete a cambiar la forma de gobernar en materia política, económica, financiera y social. Sus primeros pasos prosiguen las andanzas de los anteriores gobiernos, aunque guarda diferencia en el combate de la corrupción y la impunidad.

De todos los intentos fallidos, solo el profesor Juan Bosch tenía una concepción clara y definida, de avanzada, del proceso democrático en países como el nuestro. Por eso fue derrocado por la rancia oligarquía burguesa criolla y los Estados Unidos. Para la ocasión, se requería de gobiernos corruptos y serviles. 

La democracia se ensancha en la medida en que sus principales protagonistas se comprometan a profundizar el proceso democrático en beneficio de la población y sus instituciones. Ante los innumerables fracasos, por lo visto, solo les quedan las fuerzas del progresismo y la izquierda. Con una visión objetiva, sin inventos, y vocación de poder.

Fortune Modeste V,