viernes, 11 de noviembre de 2022

Capitalismo, democracia y revolución

 Por Fortune Modeste Valerio 

“El peligro, de participar en la democracia capitalista, consiste en que puede caer rendido como una guayaba podrida; pero, hay que jugársela".

Con el despertar de la izquierda. aquí están en eso, en la región, se respira un aire agradable, lleno de expectativas y muy esperanzador. Las experiencias acumuladas, vista con espíritu crítico y creador, sirven para renovar, con entusiasmos, proyectos políticos anquilosado, anclado en el pasado. 

El ejercicio de la política es muy delicado, se nutre de la realidad para mantener vigencia. El pasado es un pasado histórico que se aprovecha para sacar lecciones enriquecedoras. El que se queda en el ayer, no podrá observar las luces del presente y ver los destellos del futuro. Porque el tiempo no se detiene, continua su agitado curso; arrastrándonos, sin darnos cuenta. 

El mundo ha cambiado, lo he repetido mil veces, modificando casi todas las actividades de los seres humanos, especialmente, la forma de ejecutar el trabajo político. Para que me entienda: el capitalismo ha entrado en una etapa de invención   científica y tecnológica, renovación y expansión que ha revolucionado la manera de producir bienes y servicios. 

Por consiguiente, el que no se ubica, se coloca, justamente en el carril de avanzar con el tiempo, queda atrapado en el pasado, andando de espalda al presente: sosteniendo ideas desligadas de la realidad, empecinándose en posiciones irrealizables y soñando con ideas que quedaron atrás. 

Esos proyectos políticos que continúa en el pasado, no podrán observar con objetividad los cambios que se han producido en el capitalismo; pero tampoco, los avances que muestran los países que giran alrededor de ideas revolucionarias, para no quedarse atrás. El capital reproduces, aunque usted no lo crea, su propia semilla y la siembra que, germinará en su seno para su reemplazo. 

Levantar la lucha por la democracia y su profundización, permite avanzar en un nuevo escenario; incentivando los conflictos de clases, reconquistar y ampliar derechos civiles y políticos, entre otras cosas. Cada quien tiene que asumir su responsabilidad, sin torpedearla, para danzar acorde, sin desafinar, con el tiempo. Rehuir al compromiso histórico es una manifestación clara, precisa y contunde, de los resabios del pasado, ante el avance indetenible del futuro.

Hay que modificar la manera injusta y privilegiada de redistribuir la riqueza producida por la sociedad; no llegan a la población, se quedan en los bolsillos del grupo social dominante. De ahí que los revolucionarios no deben mantenerse al margen del proceso democrático, tienen que participar, con identidad propia, diferenciándose de los corruptos y de la derecha, si vacilaciones algunas.

La revolución sigue siendo el norte a seguir. Aunque la palabra y el sentido, la quieren sepultar; pero, jamás podrán, bajo cualquier subterfugio. Involucrarse en la etapa democrática no significa cruzar, con todo y ropa, a la acera del frente; por el contrario, se participa con cuidado en democracia, sin olvidar la lucha de clases, para alcanzar las metas inmediatas y avanzar hacia los objetivos estratégicos. 

El que quedó atrás está preso por la guardia de Mon. Los nuevos tiempos cruzan sobre su cabeza, sin inmutarse. Hace tiempo que hemos entrado en la democracia representativa, desde el siglo pasado y cuidado. La tarea de los revolucionarios se circunscribe en aprovechar, participando en ella, el proceso democrático, impulsando una corriente renovadora que se involucre, en la dinámica de la sociedad, con sus ideas apegadas a la realidad, presencia física, y propuestas puntuales, sin inventar. 

Fortune Modeste V.

El valor de un regalo

Por Rafael Chaljub Mejía

El camarada Manuel Salazar acaba de regalarme un libro: El Comité Regional Clandestino actúa. Las memorias de Aléxei Fiodorov, cuadro del Partido Comunista de la Unión Soviética, encargado de organizar en Chernigov la resistencia clandestina a la ocupación de la Alemania nazi que se produjo a partir del primero de junio de 1941.

A los primeros embates de los invasores, quedó destruida la estructura creada, Fiodorov tuvo que empezar de nuevo, entre soldados ocupantes y espías ucranianos, y a golpe de coraje llegó a formar junto a sus camaradas toda una fuerza guerrillera que apoyó eficazmente al Ejército Rojo en el curso de la guerra patria en la región de Ucrania.

Fiodorov fue declarado Héroe de la Unión Soviética y en su pueblo natal le fue erigido en vida, un busto en bronce en una plaza pública.

Las primeras noticias sobre el libro me las dio Amauri Germán, que lo había leído en Cuba. Una tarde de 1969, pregunté por la obra en una librería. No lo tenían, pero alguien me oyó, Marcos Rodríguez, que había sido mi profesor de Socialismo Científico en el primer cursillo impartido por el Catorce de Junio el año anterior. “Te lo presto porque sé que me lo devolverás”, me dijo Marcos.

El libro me cautivó. Como cuadro intermedio del Movimiento Popular Dominicano (MPD) me tocó actuar en la región Norte, desde la rigurosa clandestinidad impuesta por el régimen de los doce años y Fiodorov y su heroísmo fueron fuente de inspiración para mí y mis compañeros en nuestra desesperada resistencia.

Hice famoso el libro y mis camaradas se interesaron en él, aprendí a escribir a máquina mientras lo copiaba, letra a letra, tecla a tecla. Distribuí las copias mecanografiadas y el nombre y el ejemplo de Fiodorov se propagaron.

Ya el libro tenía cuatro años en mis manos. A fines de 1973 el MPD me trasladó a la capital, la obra se me quedó en el Cibao, caí preso en enero de 1974, perdí el rastro de la obra, pero desde la cárcel logré localizarla en La Vega, a donde fue doña Dulce a rescatarlo.

Al salir libre en 1976, busqué a Emma Tavárez Justo para mandarle el libro a su esposo Marcos, seis años después. La noté incrédula. “No te sorprendas, le dije, yo le prometí que se la devolvería y el hombre es hombre por su palabra”.

Al recibirlo ahora, vuelven a mi recuerdo todas las emociones y enseñanzas que las lecturas de aquel entonces me dejaron.

Fuente: El valor de un regalo (eldia.com.do)

Rafael Chaljub Mejía