lunes, 31 de julio de 2023

La debacle de la intelectualidad burguesa

Por Julio Disla 

 

Atraviesa la intelectualidad burguesa uno de sus peores momentos en decadencia. Sus máquinas de guerra ideológica se han esclerotizado y se refugian en argumentos filantrópicos e inverosímiles a la sombra de elementos barnizados con tecnologías.


Ya no les alcanzan las maromas silogísticas más recurrentes para esconder la lucha de clases. No podrán ocultar el crimen económico monumental durante la pandemia que enriqueció, como nunca, las arcas de las burguesías imperiales. No podrán esconder la bofetada lacerante contra el derecho básico a la alimentación, la vivienda la educación…la dignidad. Es inocultable la inmoralidad del capitalismo en un mundo despojado de infraestructura mínima para los pobres y con una industria militar creciendo con cifras récord.


En los sectores de la intelectualidad burguesa dirimen la invención de un “capitalismo humano”, un “capitalismo social”,” socialismo capitalismo” …que no cuadra en práctica alguna la aberración de sus sofismas.  Hoy, para sobrevivir ellos, solo cuentan con sus maquinitas apologistas, sus noticias falsas y algunos reformitas desvergonzados. La intelectualidad burguesa se le han agotado los argumentos para apagar el “incendio “de la emancipación.


Cada día se oculta menos el carácter criminal de los bloqueos que no son otra cosa que extorsión, saqueo, y marginación con premeditación, alevosía y ventaja…todas las agravantes indefendibles del propio “derecho burgués. 


En la debacle, la intelectualidad burguesa ha retrocedido a salto de los relojes de la historia y se han hundido en las contradicciones más cínicas. Los que se vendían o pavoneaban como “defensores de la democracia “hoy operan en defensa de las peores causas. Vargas Llosa abogando por Fujimori. En Argentina, España, Colombia…ahora tienen por candidatos políticos a lo peor de las farándulas mercantilizadas.


Ahora, más que nunca, se precisa de un proyecto humanista de nuevo tipo, para una nueva sociedad un nuevo partido, capaz de conformar una agenda revolucionaria preñada de valores y prácticas en lo cotidiano tanto como en los plazos largos. La urgencia nuestra es trabajar arduamente en la organización antisistema; la revolución de las comunicaciones y la semántica emancipadora; los mapas de la subjetividad y el desarrollo de métodos críticos superadores de las máquinas de guerra ideológica burguesas.


En suma, un programa humanista de nuevo tipo para la transformación de la realidad y la supresión del capitalismo. No caer en las emboscadas “reconciliatorias”, no tragarse el discurso de “igualdad” esgrimido por quienes nos explotan y nos marginan. No engañarse con la “igualdad de oportunidades “si no se garantiza la igualdad de condiciones. No sucumbir a los pregoneros del individualismo o del facilismo. Derrotar todo “supremacismo”, racismo y nazi-fascismo. Con la revolución todo, contra la revolución nada.


La bancarrota de la intelectualidad burguesa es, al mismo tiempo, una gran responsabilidad que nos compete y compromete a quienes creemos en un mejor mañana. Ellos harán lo imposible por esparcir confusión a diestra y siniestra. Ellos preferirán la mentira y la calumnia como campo de lucha enrarecido por la perpetuación de la sociedad capitalista y nosotros debemos impedir, a toda costa, que nos arrastren en su debable a una emboscada de la que salgamos debilitados o supeditados a su suerte.


Nuestra agenda debe ser profundizar la revolución del pensamiento y de la praxis. La salida es “ser cultos para ser libres” porque “por engaño nos han derrotado más que por la fuerza” y en la demora está el peligro. Nos urge la unidad de la inteligencia critica para la acción directa. La historia nos lo advierte. Vayamos a la sociedad; ahí está nuestra fuente de crecimiento.


Julio Disla

 

 

Los archivos de la infamia

Por Rafael Chaljub Mejía 

¿Pero cómo es posible que una patrulla policial intercepte y detenga a un ciudadano sin una orden motivada, escrita y suscrita por una autoridad judicial competente y sin haberlo sorprendido en flagrante delito?


A un ciudadano, no. A una persona de las cualidades del doctor Santiago Castro Ventura, médico reconocido, pasado presidente del Colegio Médico Dominicano, miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia, profesor universitario, de vida pacífica y modesta, a quien, en vez de andársele atropellando, debiera rodeársele de las consideraciones que se le deben por sus méritos.


Castro fue detenido dos veces porque su identidad apareció en una computadora de la Policía marcada dizque con una raya roja, a causa de una ficha que se le hizo en el servicio secreto en 1972, por órdenes de Caonabo Reynoso, uno de los más despiadados esbirros de la dictadura balaguerista de los doce años.


¿Qué raya roja es esta? Y si eso pasa con Santiago Castro, que fue detenido una sola vez en una redada contra estudiantes universitarios, qué no podría ocurrir con aquellos a los cuales la Policía de los doce años les tejía una larga cadena de acusaciones criminales, pero sobrevivieron y hoy transitan por las calles creyéndose exentos de acusaciones, fichas, rayas rojas y apresamientos.


Además, un engaño ha quedado en evidencia. A la caída de la dictadura de los doce años en 1978, se promulgó una ley de amnistía que liberó los presos, desterrados y perseguidos políticos. Se nos dijo en una ocasión que las fichas policiales por motivos políticos habían sido destruidas, y esta detención, lo mismo que la del ex prisionero político Juan Bautista Castillo, ha demostrado que aquello fue mentira. Este pueblo fue engañado. Ahí están las viejas fichas, la Policía les da validez y seguimos fichados y expuestos a que nos marquen con un supuesto punto rojo y nos arresten.


Descarto de plano la idea de que todo forma parte de un plan del gobierno para reanudar la persecución política e implantar una dictadura. Ni las condiciones ni el pueblo lo permiten, ni el presidente Luis Abinader es hombre de eso. Por formación y por principio, es injusto asociarlo a semejante idea.


Pero, por eso mismo, es de esperar que sabrá tomar medidas radicales para evitar la repetición de casos como el que da base a este comentario. Aquí se conquistó la libertad política a un precio en sangre, sudor y lágrimas demasiado alto.


Las luchas históricas contra la tiranía de Trujillo, contra el Triunvirato, la ocupación militar de 1965 y contra la dictadura de los doce años, están registradas en la memoria de la gente. Si algo irrita y alborota a este pueblo es todo lo que se asemeje a persecución política y atropello como el que se ha cometido contra Santiago Castro.


Junto a mi protesta franca y sin duplicidades, sugiero que se cojan esos archivos siniestros y, como dice Acento en un juicioso editorial, se manden al Archivo General de la Nación. Entonces, digo yo, podrían servir de material de estudio para aquellos que alguna vez se decidan a escribir la historia del crimen político y de la infamia en nuestro país.



Rafael Chaljub Mejía