sábado, 28 de agosto de 2021

DEBATIR LAS REFORMAS DE ABINADER: MANOS A LA OBRA

 Por Fortune Modeste Valerio 

El discurso del presidente Luis Abinader debe ser analizado en el marco de la lucha de clases, donde el sector dominante, el conservadurismo, pretende imponer reglas de clase claras, fundamentos jurídicos, que acompañe al mecanismo de dominación del capital: perpetuidad de un sistema de explotación, apropiar, muy sofisticado, bienes del Estado y garantizar impunidad de clase. 

El llamado a debatir reformas es interesante, si el mismo incluye a todos los sectores de la vida nacional. Y no limitarlo a los partidos políticos que tienen representación en el Congreso de la República. Si se quiere debatir en democracia, se debe ampliar el abanico de los que han sido convocado. 

El sistema electoral y el ordenamiento jurídico que regula a los partidos políticos, fue elaborado y aprobado en medio de una chercha mediocre donde primaba el interés partidario oficial y el afán para imponer posiciones marrulleras que garantizara la continuidad en el poder del inquilino de entonces. 

Si bien es cierto que «el Congreso de la Republica es nuestro Congreso» también es evidente que no representa la colectividad, sana y productiva, nacional; si se quiere, simboliza una parte, la otra queda fuera del debate de las reformas de presidente Abinader. 

Hay que insistir en la ampliación de los llamados a debatir, y participar en los mismos. No es correcto dejar la cancha entera a las pretensiones del capital para darle fundamento constitucional a la enajenación del patrimonio nacional y continuar lacerando los derechos de los trabajadores.

Todos los puntos planteados por el presidente Abinader consolidan la dominación de clase del grupo dominante. De ahí que la participación de los revolucionarios, en los debates, es muy valioso para garantizar, entre otros, derechos democráticos y libertades de la población y los trabajadores. 

De lo que se trata es de lucha y consolidación de la democracia dentro del capitalismo que generalmente beneficia a la clase dominante. Mientras a la población y trabajadores se le vulneran sus derechos políticos y libertades; los dueños de los medios de producción gozan del derecho de asociación, libre tránsito, privilegios estatales, ejecutar «negocios» con el gobierno, impunidad en la violación de las leyes laborales, etcétera. 

Si las reformas del presidente Abinader se limita al Congreso y consultas con los partidos políticos representados en él mismo, estamos perdidos. Caemos en las garras del clientelismo, pretensiones presidenciales y el interés del grupo dominante por adueñarse de los bienes del Estado.

Para las modificaciones constitucionales y otras reformas, con ese Congreso no se debe contar, está podrido hasta el tuétano. Solo una Asamblea Constituyente donde sus miembros sean elegidos, por el sufragio universal, para dialogar, discutir y consensual aspecto constitucional. Única forma de transparentar un proceso delicado; pervertido por los políticos que se alternan el poder.

Fortune Modeste V.

 

 

 

 

LOS PROBLEMAS DE LA ASAMBLEA REVISORA

 Rafael Chaljub Mejía

La reunión de las dos cámaras del Congreso Nacional en funciones de asamblea revisora no es la mejor vía para abordar la reforma constitucional que el presidente Luis Abinader propone.

Se dirá que la mejor Constitución de toda nuestra historia, la de abril de 1963, surgió de la reunión de las dos cámaras convertidas en asamblea constituyente y es verdad.

Esto fue posible entonces, porque había un presidente de la República que contaba con una mayoría clara e indiscutida en ambas cámaras y una oposición muy agresiva, pero políticamente debilitada después de la derrota electoral del 20 de diciembre de 1962. Tanto, que para hacerse del poder, esa oposición oligárquica tuvo que lanzarse a la senda del golpismo y la sedición.

No hay que dudar de la determinación del presidente Abinader, que ha reiterado su voluntad de reforma en la campaña y desde el poder.

Pero al mandatario actual le faltan los votos necesarios para convocar él solo la asamblea revisora y este es uno de los mayores problemas. Porque no podrá hacerlo sin negociarlo con los partidos dueños de los votos parlamentarios indispensables para hacer la necesaria mayoría.

Manos que dan esperan, dice un sabio refrán. Y para dar sus votos, los partidos opositores demandarán sus propias concesiones. Sin que sea del todo descartable que alguno exija alguna garantía así sea disimulada, de impunidad como condición para llegar a acuerdos. O no hay reforma constitucional. Conste que ya el presidente Fernández ha dejado dicho que se opone a esa reforma.

Entonces, y si con esto no peco, me permito sugerir que tomemos la vía más democrática y a la vez, que mejor garantía de buenos resultados ofrece. La de la Constituyente por voto popular.

Que el presidente mantenga su iniciativa, busque un acuerdo amplio, la convierta en propuesta, recabe el respaldo de las fuerzas políticas, entidades cívicas y organizaciones sociales con representación real y con vocación de aportar y, con ese movimiento como respaldo, encabece un episodio que marque historia en nuestro país.

Por supuesto, que esto es irrealizable en apenas los meses que faltan del presente año.

Hay que crear las condiciones jurídicas, políticas y ciudadanas para que un cambio como ese se lleve a cabo, pero el esfuerzo vale la pena porque tendremos al fin la Constitución más adecuada a las demandas democráticas del presente, fruto del más amplio concierto de voluntades y la más amplia participación de nuestra sociedad.

Fuente: Los problemas de la asamblea revisora | El Día Columnas (eldia.com.do)

Rafael Chaljub Mejía